La paz y la ética esbozadas en la coyuntura nacional actual

La paz y la ética esbozadas en la coyuntura colombiana actual

JUAN CARLOS GUZMÁN PÉREZ

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FACULTAD  DE INGENIERÍA

INGENIERÍA CIVIL

CARTAGENA

2016

La paz y la ética esbozadas en la coyuntura colombiana actual

En primera instancia, desde una perspectiva ética, la paz suele entenderse como tranquilidad interna del ánimo y también como un deber de construir la esfera pública y privada, desde una filosofía comprometida con valores democráticos y con la responsabilidad ciudadana (Ocampo, 2010). Sin embargo en el escenario colombiano no cabe duda de que el debate en torno al Plebiscito por la Paz se ha basado, generalmente, en el lanzamiento de insultos de un bando a otro. Quienes aprueban el proceso de paz acusan a quienes votarán por el NO de guerreristas, de “uribestias”, de ignorantes, etc. Del otro lado, quienes rechazan el Acuerdo Final afirman que quienes votarán por el SÍ son títeres del castrochavismo, “farcsantes” o “mamertos” (Buelvas, 2016), es decir, existe un amplio sector de la población que no está dispuesto a desarmar su espíritu, no está dispuesto a superar y avanzar.

Ocampo (2010) señala que en el pensamiento colectivo la cuestión de la paz ha quedado relegado a un segundo plano por temas como la justicia, la libertad, el pluralismo cultural, etc. Y se ha hecho énfasis en que la paz es resultado indirecto de la resolución de problemas estructurales en el ámbito político, económico y cultural, entonces es al menos probable que que la errática concepción de los temas ya mencionados, incluso de la paz, ha llevado a que en el imaginario colectivo el ideal de paz consista en masacrar y pulverizar a la guerrilla de las Farc.  

La paz puede ser entendida en sentido amplio, es decir, como una fuerza ético política dinámica, transformadora y constructiva que requiere atención constante y que es necesaria para brindar condiciones propicias al desenvolvimiento del potencial creativo humano y de la cultura. La paz puede construirse de manera individual y colectiva desde lo cotidiano y como aprendizaje histórico cultural, en medio de condiciones que le pueden ser adversas. Esto lo evidencia la variedad de trabajos que al abordar desde diversos enfoques la cuestión de los conflictos, las violencias y la gestión de paz dejan entrever presupuestos, propuestas y nociones ético-políticas, que pueden articularse de cara a comprender qué es una cultura de paz, cómo se puede construir y cuáles son los obstáculos que impiden su consecución. Es así que no resulta desacertado aquello de que la paz empieza por uno mismo y en las actitudes propias ante situaciones de choque en conjunto con la decisión de recurrir a la violencia o no. Ahora bien, todos los aspectos culturales que han modelado en general un espíritu guerrerista   en el ciudadano común se constituyen en el principal obstáculo puesto que quienes hoy nos llamamos colombianos hemos vivido en un ambiente permanentemente permeado por la guerra y, como reza recientemente un artículo de opinión, “nos hace falta un Nelson Mandela”, nos hace falta un ícono que cree convergencia alrededor de la búsqueda de una cultura de paz, no solo en el ámbito colectivo sino en la burbuja personal.

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