La sombra perturbadora

La sombra perturbadora

Era una noche lluviosa, las calles del pueblo estaban desiertas y una bruma misteriosa bajaba entre los arboles hacia la mansión donde ocurrió el crimen. Un detective de la ciudad llamado Bruce fue asignado al caso y viajo al enterarse de los acontecimientos. Recorrió la zona en la madrugada ya cansado por el viaje, sus ojos exhaustos por el largo día creyeron ver una sombra vagar por los pasillos de la gran casa.

Al día siguiente fue interrogando a todas las personas que estuvieron en el lugar del hecho, entre las cuales estaba el casero de la propiedad, José, que le aseguró:

— Vi una sombra entrando al sector oeste de la propiedad minutos antes de escuchar el grito, pensé que era mi imaginación. —

— Anoche yo vi la misma sombra extraña, pero al voltear desapareció entre la niebla. — dijo Bruce, José lo miro a lo ojos y en voz baja le dijo:

— Señor, no creo que sea una coincidencia, los viejos del pueblo dicen que esa propiedad esta maldita.

— Esos dichos son pura superstición, usted vio alguna vez un fantasma preso? — exclamó Bruce sonriente.

— Yo no me burlaría de fuerzas que no se pueden comprender, existe mucho sin descubrir en este mundo, dimensiones que no quisiera explorar — Bruce con una actitud arrogante le da la espalda y parado en la puerta le contesta:

— Que tal si más tarde damos una recorrida por la mansión y tal vez tengamos suerte en encontrar algo sobrenatural que podamos interrogar.

— Lo espero al atardecer – respondió José y agacho su cabeza con preocupación.

Con la idea de rastrear esa figura espeluznante en la noche, Bruce y José se reunieron en la madrugada al frente de la mansión.

— Parece que hace más frio que ayer — dijo José

— Y el silencio es lo que más me inquieta — dijo Bruce. En eso entre las malezas una figura oscura surgió en la penumbra.

— ¿Viste eso Bruce? ¡Voy tras él! — y José corrió velozmente hacia ese espectro que se desvaneció en la neblina. Minutos después, un grito cortó la noche.

— ¿José dónde estás? — exclamó Bruce mientras los sonidos de la oscuridad lentamente penetraban su mente. Aturdido por el miedo una gota de sudor frío recorrió su espalda, de repente una mano se apoyó sobre su hombro derecho y su corazón se detuvo.

— No muevas un músculo o tu cuello será degollado — le dijo una voz de inframundo.

— ¿Quién eres? — pregunto Bruce entre lágrimas.

— Tu peor pesadilla — le susurró la mismísima muerte... grito, grito, grito, frío,

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