La tierra . Tres medidas tratarían de reactivar la producción agraria

La tierra

 Lo que sucediera a la tierra determinaba la vida y la muerte de la mayoría de los seres humanos entre los años 1789-1848, como consecuencia, el impacto de la doble revolución sobre la propiedad, la posesión y el cultivo de la tierra, fue el fenómeno más catastrófico de nuestro período, los fisiócratas veían en la tierra la más básica de las formas de riqueza.

Tres medidas tratarían de reactivar la producción agraria.

1. En primer lugar, la tierra tenía que convertirse en objeto de comercio, ser poseída por propietarios privados con plena libertad para comprarla y venderla.
2. En segundo lugar, tenía que pasar a ser propiedad de una clase de hombres dispuestos a desarrollar los productivos recursos de la tierra para el mercado guiados por la razón: intereses y provechos.
3. Y en tercer lugar, la gran masa de la población rural tenía que transformarse en jornaleros libres y móviles que sirvieran al creciente sector no agrícola de la economía.

Terratenientes capitalistas y campesinado tradicional eran los obstáculos. Inglaterra tomó las medidas más novedosas, Prusia las más conservadoras, montando el capitalismo sobre la estructura feudal sin una revolución previa.

Norteamérica gozó de la mejor situación anterior, el aumento de tierras libres virtualmente ilimitadas y también de la falta de todo antecedente de relaciones feudales o de tradicional colectivismo campesino, mayorazgos y bienes eclesiásticos había que cambiarlos y venderlos para ponerlos en activo.

A esto seguiría la pérdida del vínculo que el campesino poseía con la tierra y todo lo demás, su siguiente destino era la ciudad.

En Inglaterra no hubo abolición del feudalismo, terratenientes y campesinos estaban en armonía por la burguesía intermedia, el verdadero conflicto llegó con la inflación de los precios tras las guerras napoleónicas y la “Ley de pobres” de 1834 que arremetía contra los últimos campesinos, haciéndoles la vida realmente insoportable, de esta manera llegó el gran éxodo a la ciudad desde 1840.

Dinamarca por su parte hizo algo parecido, pero en vez de enriquecerse los terratenientes lo hicieron los propietarios rurales independientes.

 En Francia, la abolición del feudalismo, los diezmos y los derechos señoriales fue asunto de la revolución, que llevó las consecuencias de la política agraria más allá de los que el mismo desarrollo capitalista hubiera deseado.

Las tierras de la iglesia fueron una excepción, tenían muy pocos defensores y demasiados lobos rondándolas.

Burgueses y nobles las adquirieron para sí, la venta de las mismas no formó una clase media burguesa y emprendedora, muchas veces los compradores fueron los mismos nobles y terratenientes que las codiciaban, de tal modo que el feudalismo anterior, en torno al Mediterráneo, adquirió una base legal sobre la que sustentarse.

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