Latifundio
pedrobarbara18 de Marzo de 2013
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El latifundio como modo de producción generador de problemas sociales
UNIVERSIDAD DE SONORA
División de Ciencias Sociales
Programa de Maestría en Psicología
Evaluación del Desempeño Docente a partir de
la Opinión de los Alumnos
TESIS
Que para obtener el Grado de:
MAESTRO EN PSICOLOGÍA
Presenta:
Jesús Ernesto Valenzuela Medina
Asesor Director:
Dr. Daniel González Lomelí
Hermosillo, Sonora, Junio de 2002.
Introducción
El funcionamiento de una institución descansa en gran medida en las acciones de evaluación que realice, pues los resultados que arrojan dichos procesos permiten tomar decisiones de diversa índole. El acto complejo de enjuiciar la calidad de los resultados obtenidos en las distintas acciones institucionales ocupa actualmente un lugar preponderante en los planes y programas de desarrollo de las instituciones de educación superior. La importancia atribuida a la evaluación es tal que en el discurso de algunos autores se le concibe, en el contexto de las universidades e instituciones de educación superior, como un fin en sí misma, (Arredondo, 1991, 1995), como un elemento infaltable para el éxito de la misión de la universidad, y como un medio para recuperar la credibilidad ante la opinión pública (Ángeles, 1993).
La evaluación de la enseñanza ha sido un tema de interés en las universidades de primer mundo desde hace más de cincuenta años (Arubayi, 1987); la necesidad de evaluar los procesos educativos y sus logros tiene hoy amplia aceptación entre los investigadores en esta área y más recientemente se ha incorporado en los programas gubernamentales del país (Nieto y Maldonado, 1996). En México este tema ha adquirido particular interés e importancia desde mediados de los años ochentas (Luna, 1996). Hubo algunos intentos iniciales de evaluación en los años setenta, pero el tema adquirió un estatus de política nacional después de la crisis de 1982, cuando los salarios reales de los académicos descendieron bruscamente a la mitad, lo que constituyó la motivación inmediata tanto para la creación del Sistema Nacional de Investigadores, como para el desarrollo de programas internos de estímulo a la productividad de los académicos en las principales universidades del centro del país (Castaños, 2000).
Puede decirse que, en términos generales, la evaluación del personal académico está institucionalizada, que es parte de la organización de las Instituciones de Educación Superior, y que se practican una diversidad de formas de evaluación que comprenden cada vez más factores (Guevara y Pacheco, 2000). Sin embargo, “existe una gran variedad de nociones sobre lo que es el aprendizaje y la enseñanza, así como diferentes maneras de concebir los procesos evaluativos (Rueda y Rodríguez ,1996, p. 18)”.
Este trabajo se inició como una reflexión metodológica, buscando aportar elementos a la discusión sobre la construcción de instrumentos válidos y confiables, adaptados a las circunstancias particulares de la comunidad académica de la Universidad de Sonora, particularmente a la del Programa Docente de la Licenciatura en Psicología. El cuestionario desarrollado podrá incluirse en un programa de evaluación más amplio, que permita retroalimentar las actividades de enseñanza y mejorarlas. La opinión de los alumnos sobre el desempeño de sus docentes representa un indicador muy importante a considerar en las tareas de evaluación. Por ello, el desarrollo sistemático de instrumentos como el que se presenta es una actividad no sólo deseable sino necesaria.
La evaluación de la docencia
La figura del docente es reconocida como eje articulador de las actividades de enseñanza, tanto a nivel de política educativa nacional como en el discurso de la calidad de la educación. Sin embargo, los retos implícitos en el diseño de los procesos de evaluación adecuados a cada contexto son muy grandes. Por un lado las características institucionales, tanto contextuales como históricas, establecen uno de los obstáculos para la puesta en marcha de procesos de evaluación docente. A la vez, la diversidad de aproximaciones respecto de las maneras de evaluar el trabajo docente representa otro obstáculo importante. Para la labor docente aún no existe consenso relacionado con los aspectos que constituyen la definición de un “buen profesor” (Rueda y Rodríguez, 1996; Marsh y Overall, 1980, Marsh, 1982, 1986).
En el contexto internacional, los trabajos de Herbert Marsh representan una importante línea de trabajo relacionada con la utilización de la opinión de los estudiantes para evaluar el desempeño de sus profesores. Con más de 20 años de trabajo en distintos países, este investigador y sus colaboradores han llegado a la definición de un conjunto estable y válido de categorías para la evaluación del desempeño docente.
En Estados Unidos y otros países desarrollados, desde hace más de dos décadas (Arubayi, 1987) y más recientemente en México (Aguirre, Botero, Loredo, Magaña, Montaño, Rigo y Vargas, 2000) se plantea que la discusión acerca de si se debe evaluar la docencia ya está superada, y se concibe que el problema actual se centra en CÓMO hacerlo, QUIÉN lo hace, PARA QUÉ se realiza.
El reto en educación superior es definir cómo se lleva a cabo este proceso en el marco de cada institución, debido a las diversas concepciones que pueden tenerse de la actividad que realizan los profesores.
Según refieren Rueda y Rodríguez (1996) existen diversas dificultades para lograr consensos amplios relacionados con las tareas de evaluar la actividad académica. Sólo como un ejemplo de esta situación, considérese la diversidad de términos utilizados para referirse a la actividad docente, los escritores utilizan distintos términos: dimensiones, categorías, factores, áreas, aspectos, indicadores, competencias, dominios, componentes y ámbitos definitorios.
Cronin (1991) citado por Galindo y Zwaiman (2000), refiere una revisión de la literatura en la que identificó la existencia de 11 dimensiones o factores principales entre los estudios sobre evaluación docente que utilizan el cuestionario aplicado a los alumnos como método de evaluación, las cuales son: Conocimiento de la materia, Organización, Pasión por su trabajo, Relación alumno-maestro, Saber escuchar, Disciplina, Importancia o relevancia, Trabajo en grupo, Superación personal, Gozo por el trabajo y Compromiso.
Marsh y Overall (1980) y Marsh (1982) presentan un modelo para evaluar el desempeño docente al que denominan “Evaluación de la Calidad de la Educación por el Estudiante” (SEEQ: Students’ Evaluation of Education Quality).
El modelo incluye un cuestionario conformado por reactivos diseñados para medir siete dimensiones de la enseñanza efectiva. Cada reactivo incluye un aspecto específico a evaluar. Éstos se responden en una escala tipo Likert de cinco anclajes, diseñada para evaluar la calidad de algún aspecto expresado en cada reactivo. Los valores de la escala son “Muy mal”, “Mal”, “Moderado”, “Bien” y “Muy Bien”.
En la Tabla 1 se resume la estructura factorial que compone este modelo. Como puede observarse, se destaca la actividad central del profesor en la enseñanza, resaltando las habilidades del mismo para impartirla a través del método de conferencia, es decir, un modelo tradicional de docencia. En trabajos posteriores, Marsh y Bailey (1993) y Marsh y Hocevar (1991), se reportan nueve factores, los siete presentados en la tabla anterior y otros dos factores que denominan Rapport Individual logrado por el profesor (inicialmente incluido en el factor de Interacción), y Lecturas y Tareas Asignadas por el profesor (inicialmente incluido en el factor Valor del aprendizaje).
Tabla 1.
Factores que conforman el SEEQ de Marsh y Colaboradores
FACTOR NOMBRE DESCRIPCIÓN
1 Entusiasmo/Interés El profesor se muestra entusiasta, sus presentaciones hacen que el tema sea más comprensible, y demuestra interés en que los alumnos entiendan los materiales y su relevancia.
2 Amplitud en el enfoque Se discutieron y contrastaron varios puntos de vista teóricos y sus implicaciones.
3 Organización Los objetivos y materiales del curso estuvieron claramente esquematizados, las presentaciones en clase estuvieron bien preparadas.
4 Interacción Se promovió que los estudiantes realizaran preguntas significativas, que solicitaran ayuda, y que expresaran sus propias ideas.
5 Valor del aprendizaje Los estudiantes aprendieron algo valioso y desarrollaron una comprensión de las implicaciones del material del curso; se estimuló la curiosidad intelectual.
6 Exámenes y calificaciones Las calificaciones fueron justas y objetivas; los exámenes midieron de manera adecuada el conocimiento del curso tal como lo enfatizaba el profesor
7
Carga de trabajo/Nivel de dificultad Magnitud de la carga de trabajo en el curso; dificultad relativa del curso en comparación con otros; tiempo invertido en el curso en horario extraclase.
Otro modelo de evaluación que también cuenta con amplio respaldo empírico es el de Frey (1978, 1982,) y colaboradores. El modelo
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