Lecciones De Libertad

LECCIONES DE LIBERTAD

Para Isaac J. Barrera, Eloy Alfaro fue la espada del liberalismo; Juan Montalvo, su pluma. Este 13 de abril se cumplen 180 años del nacimiento de Montalvo. El Gobierno se ha aprovechado de la figura de Alfaro; sin embargo, en estos días, intenta aprobar una Ley de Comunicación restrictiva de la libertad de expresión que, como las demás libertades, defendió Montalvo. Esa defensa y la lucha contra dictadores y tiranos y por la democracia son lecciones de enorme actualidad.

Montalvo publicó entre 1866 y 1869 los ensayos de El Cosmopolita, contra García Moreno. En esta obra se revelan ya los rasgos de su talante como escritor: el primero es el del polemista y furibundo insultador, una suerte de Quijote en lucha contra el despotismo, la tiranía, el oscurantismo. Este es el Montalvo combativo que exalta la libertad y hace una profesión de fe antigarciana y anticlerical. Otro rasgo es el del escritor erudito, admirador de la Antigüedad clásica y con un marcado ideal casticista desde el punto de vista de la lengua. Todos los ensayos de Montalvo responden a una intención moral, educativa, secular, liberal, de ruptura con los principios confesionales y la subordinación clerical.

En 1869, cuando García Moreno accedió otra vez al poder, Montalvo salió desterrado y, desde entonces, ese destino marcó su vida. En el exilio, escribió La dictadura perpetua, libelo contra García Moreno y en el cual argumenta en pro de la legitimidad de dar muerte al tirano. Los jóvenes complotados en el asesinato del 6 de agosto de 1875 leyeron con fervor esas páginas. Sus dos libros magistrales como insultador son Las Catilinarias y la Mercurial eclesiástica. La primera es una imborrable pintura de un dictador en nuestros países, un genial esperpento, que desnuda el poder basto y despótico de Ignacio de la Cuchilla, el apelativo para designar a Veintimilla. La obra más ambiciosa de Montalvo, la de más aliento en la intención reflexiva, Los siete tratados, impulsaron al arzobispo de Quito monseñor Ignacio Ordóñez a que difundiera una carta pastoral en la que prohíbe su lectura. La Mercurial eclesiástica es la glosa crítica y polémica de esa carta. Dirige allí las baterías más poderosas contra los prejuicios, la intemperancia, las estrecheces morales y los prejuicios del poder clerical.

Montalvo se confesaba fervoroso creyente. Muchas páginas muestran la admiración por Jesucristo, los grandes principios cristianos y sus lecturas del Evangelio. Pero fulminó el dogmatismo clerical, se burló de la ignorancia, la manipulación de las conciencias, el fanatismo y la hipocresía y la disparidad entre las prédicas y las prácticas de cada día. El espíritu libre de Montalvo rechazaba la injerencia ideológica del poder eclesiástico en la conducción política.

Entre 1871 y 1873, Montalvo escribió cinco dramas bajo el

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