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Los Cuatro Acuerdos

anamarin4824 de Agosto de 2011

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Los CUATRO ACUERDOS

Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como «mujeres y hombres de

conocimiento». Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero, de hecho,

eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las

prácticas de sus antepasados.

La conquista europea, unida a un agresivo abuso del poder personal por parte de algunos aprendices,

hizo que los naguales se vieran forzados a esconder su sabiduría ancestral y a mantener su existencia en la

oscuridad. Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a

otra por distintos linajes de naguales. Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del

Águila, comparte con nosotros las profundas enseñanzas de los toltecas.

«No hay razón para sufrir. La única razón por la que sufres es porque así tú lo exiges. Si observas tu

vida encontrarás muchas excusas para sufrir, pero ninguna razón válida. Lo mismo es aplicable a la felicidad.

La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz. La felicidad es una elección, como también

lo es el sufrimiento».

Dr. Miguel Ruiz

DR. MIGUEL Ruiz

Los Cuatro Acuerdos

Un libro de sabiduría tolteca

EDICIONES URANO

Argentina - Chile - Colombia – España

México - Venezuela

Título original : The Four Agreements

Editor original : Amber-Allen Publishíng, California

Traducción : Luz Hernández

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del

Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por

cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución

de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

© 1997 by Miguel Ángel Ruiz © 1998 by EDICIONES URANO, S.A.

Aribau, 142, pral. - 08036 Barcelona

http ://www. edicionesurano.com

ISBN: 84-7953-253-X Depósito legal: B. 5.331-2002

Fotocomposición: Autoedició FD, S.L. - Muntaner, 217 - 08036 Barcelona

Impreso por Romanyá Valls S.A. - Verdaguer, 1 - 08786 Capellades (Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain

Al Círculo de Fuego;

los que ya se han ido,

los que están presentes

y los que aún tienen que llegar.

Índice

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Los toltecas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Introducción: Espejo Humeante . . . . . . . . . . . . . . 11

1. La domesticación y el sueño del planeta . . . . . . . . . . . 11

2. El Primer Acuerdo: Sé impecable con tus palabras . . . . . . . 11

3. El Segundo Acuerdo: No te tomes nada personalmente . . . . . . . 11

4. El Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones . . . . . . . . . 11

5. El Cuarto Acuerdo: Haz siempre tu máximo esfuerzo . . . . . . . 11

6. El camino tolteca hacia la libertad: Romper viejos acuerdos . . . . 11

7. El nuevo sueño: El Cielo en la Tierra . . . . . . . . . . . 11

Oraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Agradecimientos

Me gustaría expresar mí humilde agradecimiento a Sarita, mí madre, que me enseñó el amor

incondicional; a José Luís, mi padre, que me enseñó disciplina; a mi abuelo, Leonardo Macías, que me

entregó la llave para acceder a los misterios toltecas, y a mis hijos Miguel, José Luís y Leonardo.

Deseo expresar mi más profundo afecto y aprecio a Gaya Jenkins y Trey Jenkins por su dedicación.

Me gustaría hacer extensiva mi más honda gratitud a Janet Milis, editora y creyente. También estaré

permanentemente agradecido a Ray Chambers por iluminarme el camino.

Me gustaría manifestar mí respeto a mi querida amiga Gíni Gentry, una «mente» increíble cuya fe me

llegó al corazón.

Me gustaría también reconocer la contribución de las numerosas personas que generosamente

entregaron su tiempo, su corazón y sus recursos para apoyar estas enseñanzas. Una lista parcial incluye a:

Gae Buckiey, Teo y Peggy Suey Raess, Christinea Johnson, Judy «Red» Fruhbauer, Vickí Molinar, David y

Linda Dibble, Bernadette Vigil, Cynthia Wootton, Alan Clark, Rita Pisco Rivera, Catherine Chase, Stephanie

Bureau, Todd Kaprielian, Glenna Quígley, Alan Hardman, Cindee Pascoe, Tink y Chuck Cowgill, Roberto y

Diane Paez, Siri Gían Singh Khalsa, Heather Ash, Larry Andrews, Judy Silver, Carolyn Hipp, Kim Hofer,

Mersedeh Kheradmand, Diana y Sky Ferguson, Keri Kro-pidlowski, Steve Hasenburg, Dará Salour, Joaquín

Galvan, Woodie Bobb, Rachel Guerrero, Mark Gershon, Collette Michaan, Brandt Morgan, Katherine Kilgore

(Kítty Kaur), Michael Gilardy, Laura Haney, Marc Cloptin, Wendy Bobb, Edwardo Fox, Yari Jaeda, Mary

Carroll Nelson, Amari Magdelana, JaneAnn Dow, Russ Venable, Gu y Maya Khalsa, Mataji Rosita, Fred y

Marión Vatínelli, Diane Laurent, V. J. Polích, Gail Dawn Price, Barbara Simón, Patti Cake Torres, Kaye

TKompson, Rarnín Yazdani, Linda Lightfoot, Terry «Petie» Gorton, Dorothy Lee, J, J. Frank (Julio Franco),

Jennifer y Jeanne Jenkins, George Gorton, Tita Weems, Shelley Wolf, Gígí Boyce, Morgan Drasmin, Eddíe

Von Sonn, Sidney de Jong, Peg Hackett Cancienne, Germaíne Bautista, Pilar Mendoza, Debbie Rund

Caldweil, Bea La Scalla, Eduardo Rabasa y el Cowboy.

01

Los toltecas

Hace miles de años los toltecas eran conocidos en todo el sur de México como «mujeres y hombres de

conocimiento». Los antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero, de hecho,

eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las

prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de maestros (naguales) y estudiantes en

Teotihuacan, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el

que «el hombre se convierte en Dios».

A lo largo de los milenios los naguales se vieron forzados a esconder su sabiduría ancestral y a

mantener su existencia en secreto. La conquista europea, unida a un agresivo mal uso del poder personal por

parte de algunos aprendices, hizo necesario proteger el conocimiento de aquellos que no estaban preparados

para utilizarlo con buen juicio, o que hubieran podido usarlo mal intencionadamente para obtener un beneficio

personal.

Por fortuna, el conocimiento esotérico tolteca fue conservado y transmitido de una generación a otra por

distintos linajes de naguales. Aunque permaneció oculto en el secreto durante cientos de años, las antiguas

profecías vaticinaban que llegaría el momento en el que sería necesario devolver la sabiduría a la gente.

Ahora, el doctor Miguel Ruiz, un nagual del linaje de los Guerreros del Águila, ha sido guiado para divulgar las

poderosas enseñanzas de los toltecas.

El conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las

tradiciones esotéricas sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros

espirituales que han enseñado en la Tierra, y, si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como

una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor.

02

INTRODUCCIÓN

Espejo Humeante

Hace tres mil años había un ser humano, igual que tú y que yo, que vivía cerca de una ciudad rodeada

de montañas. Este ser humano estudiaba para convertirse en un chamán, para aprender el conocimiento de

sus ancestros, pero no estaba totalmente de acuerdo con todo lo que aprendía. En su corazón sentía que

debía de haber algo más.

Un día, mientras dormía en una cueva, soñó que veía su propio cuerpo durmiendo. Salió de la cueva a

una noche de luna llena. El cielo estaba despejado y vio una infinidad de estrellas. Entonces, algo sucedió en

su interior que transformó su vida para siempre. Se miró las manos, sintió su cuerpo y oyó su propia voz que

decía: «Estoy hecho de luz; estoy hecho de estrellas».

Miró al cielo de nuevo y se dio cuenta de que no son las estrellas las que crean la luz, sino que es la luz

la que crea las estrellas. «Todo está hecho de luz –dijo–, y el espacio de en medio no está vacío.» Y supo

que todo lo que existe es un ser viviente, y que la luz es la mensajera de la vida, porque está viva y contiene

toda la información.

Entonces se dio cuenta de que, aunque estaba hecho de estrellas, él no era esas estrellas. «Estoy en

medio de las estrellas», pensó. Así que llamó a las estrellas el tonal y a la luz que había entre las estrellas el

nagual, y supo que lo que creaba la armonía y el espacio entre ambos es la Vida o Intento. Sin Vida, el tonal y

el nagual no existirían. La Vida es la fuerza de lo absoluto, lo supremo, la Creadora de todas las cosas.

Esto es lo que descubrió: todo lo que existe es una manifestación del ser viviente al que llamamos Dios;

todas las cosas son Dios. Y llegó a la conclusión

...

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