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Mecanismos De Exigibilidad

1812ecmm8 de Julio de 2013

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EDUCACION INCLUSIVA: ¿UTOPÍA, ESLOGAN O POSIBILIDAD?

“La actividad humana está siempre en la frontera entre lo que sabemos, lo que podemos hacer, lo que aspiramos y nuestras potencialidades. Siempre estamos eligiendo, esa es la razón por lo que es tan importante enriquecer la gama de posibilidades y desarrollar nuevas utopías al final de este siglo que hagan posible nuevas elecciones”

ILYA PRIGOGINE

El texto inicial de esta conferencia nos remite a la utopía, un lugar que no existe, un imaginario inventado, que tiene la particularidad de ser fundante de novedosas prácticas discursivas, que impactan en nuestra subjetividad y nuestra forma de habitar el mundo.

En el escenario de este siglo aparece entre las nuevas utopías, la inquietante posibilidad de pensar en la EDUCACION INCLUSIVA.

Propongo poder corrernos circunstancialmente de esta utopía, para analizar y desarrollar algunas líneas explicativas, que nos aproximen a ideas claves y ejes referenciales, para entender la multiplicidad de fenómenos económicos, políticos, sociales, culturales y educativos que justifican su existencia.

El concepto de INCLUSIÓN ocupa un lugar relevante en las ciencias sociales. Historiadores, politólogos, sociólogos, antropólogos, psicólogos entre otros, lo recuperan desde diferentes bases teóricas.

Partimos del supuesto de que no existen significados esenciales para un concepto, sino que los mismos se despliegan en condiciones históricas particulares que le otorgan diferentes sentidos. Al decir, de Vlachou (1999) “las definiciones son un medio para dar sentido al mundo que nos rodea, sitúa en contexto nuestra historia y nuestras ideologías, nos proporcionan la base desde la que actuar. Desde una perspectiva más amplia, las definiciones se hacen incluso más complicadas y significativas cuando son incorporadas al discurso político, dentro de las luchas y las relaciones de poder, constituyen la base teórica para lograr un objetivo”. Desde esta perspectiva, afirmamos que INCLUSIÓN actualmente es una concepto en disputa.

En el ámbito educativo el uso del término INCLUSIÓN ha penetrado con inusitada fuerza en las agendas políticas, en las legislaciones vigentes, en los discursos institucionales, en el currículo, en la formación del profesorado y en la investigación.

A mediados de los años ochenta y con mayor énfasis en los noventa se aprecia en educación, un movimiento orientado por el término genérico de “inclusión” planteado principalmente como una cuestión de derechos humanos. Pensadores como: Tomlinson (1982), Fulcher (1989). Staimbak S. y Stainback W. (1992), Skrtic (1996), García Pastor (1993) Ainscow (1998), Eigner (1998), Elboj (1998), Dyson (2001), Echeita (2001), Arnaiz (2001) entre otros, impulsaron buena parte de los principios y metas que orientan este enfoque educativo.

También cabe mencionar, la Convención de los Derechos del Niño (1989), la Conferencia Mundial de Educación para Todos 1990 (Tailandia), la Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales 1994 (Salamanca) y el Foro Consultivo Internacional para la Educación para todos del año 2000 (Dakar), Foro Mundial de Educación sobre Educación Pública, Inclusión y Derechos Humanos año 2006 (Buenos Aires).

En el epicentro del movimiento mencionado, en las declaraciones y principios de estos encuentros internacionales, podemos visualizar con nitidez la utopía de la EDUCACION INCLUSIVA. No puede pasar inadvertida la pregunta: ¿Por qué y para qué se habilita la existencia de esta utopía y cuáles pueden ser los motivos de disputa?, y a su vez resulta interesante formularnos otras preguntas: ¿Por qué y para qué la preocupación explícita de los gobiernos respecto a” incluir” a la población?, ¿Por qué y para qué surge lo inclusivo, como una “necesidad”, como una “urgencia”, en las prácticas sociales, culturales y educativas?,como profesionales de la educación, los invito a reflexionar sobre estos interrogantes.

Inicialmente, creo oportuno aventurarnos a mirar algunas condiciones contextuales, referidas a acontecimientos históricos relevantes, a concepciones dominantes, a marcos ideológicos, a retóricas imperantes, que contribuyen a esclarecer los interrogantes planteados.

Los escenarios actuales están atravesados por la denominada “crisis de la modernidad”, los años 50´ y 60´ representan un período de transición clave, aparecen indicadores que van a configurar un nuevo orden internacional.

La caída del muro de Berlín a fines de los 80´, marca simbólicamente un punto tal de inflexión, que algunos autores denominan “un cambio de página en la historia”, desaparece la bipolaridad que había estructurado las relaciones internacionales desde la posguerra, irrumpiendo el fenómeno de la globalización.

El viraje en estos tiempos históricos a escala planetaria inaugura un fenomenal cambio de época, se hace referencia a cuestiones relevantes:

• La globalización económica y las políticas neoliberales que la respaldan, cuyas exigencias han provocado una profunda metamorfosis en la dinámica de los Estados, trajo como resultado la erosión del principio de soberanía estatal, fuertes tendencias divisivas en el mundo y una intensa movilización de las fronteras.

• El fenómeno multifacético de la globalización, dominado por la revolución científico técnica y de las comunicaciones, ha provocado una transformación del tejido social, con profundos impactos en la dinámica de los grupos y las instituciones. Se advierte la emergencia de nuevos modelos identificatorios, que habilitan inéditas formas de socialización.

Las exigencias económicas de la globalización han traído un fuerte incremento en la movilización del capital y en los factores de producción. Se advierte en esta dinámica, un desacople entre los intereses transnacionales de los grupos hegemónicos y el poder político de los Estados nacionales, modificando la noción de ciudadanía heredada de la modernidad y deslegitimando la trama estructural de la democracia.

Las consecuencias de este desenvolvimiento económico, en los países que han ido aceptando las nuevas reglas, marcadas por la omnipresencia de las leyes del mercado, han provocado un intenso proceso de desestructuración y disgregación social. Se trata de una fractura con consecuencias sociales alarmantes, que se traduce fundamentalmente en EXCLUSION. Nos dice al respecto, Ernesto López (2000): “La exclusión se presenta como una problemática convertida prácticamente en un ingrediente estructural de la ruina del “Estado de Bienestar” y del avance del orden globalizador”.

Hoy, podemos observar como la justicia, la educación y la salud pública, progresivamente se han mercantilizado ante las exigencias de competitividad, perdiendo su sentido social originario. El Estado se encuentra en retirada y ha dejado paulatinamente de responder a los mandatos de integración social y política.

En América Latina y el Caribe en los 90´, con diversos matices, se adoptaron en varios países las versiones más extremas de las políticas neoliberales, quedando el poder público sometido a la lógica financiera.

Lo que quiero destacar en este análisis, es cómo la fractura entre la dinámica económica y las dinámicas sociales, se presenta actualmente bajo mecanismos polarizados de exclusión-inclusión.

En los discursos de los grupos de poder, las lógicas de inclusión pasan por el hecho de que las personas estén inscriptas en redes productoras de riqueza, vinculadas a demandas de consumo. La primacía de una ciudadanía pensada desde los valores del consumo, donde lo exitoso y la eficacia se circunscriben a la conquista individual de bienes materiales, nos enfrenta como actores sociales a exacerbar los valores del mercantilismo, a competir “para no quedar afuera”. Hoy pareciera que esto representa, una cuestión clave de supervivencia.

Lo interesante es observar, cómo estos sectores dominantes, apelan desde lo discursivo al concepto de INCLUSION, formando parte de sus retóricas. Lo peculiar, es que las mismas se acompañan de ideas y expresiones basadas en el “deber ser”, cercanas a la UTOPIA. A modo de eslogan, y desde una concepción esencialista, se enmascaran aquellos emergentes que obstaculizan la posibilidad de fortalecer valores desde una concepción humanizada del mundo.

A través del eslogan se forja una utopía, planteada como un camino a seguir, que se atraviesa con liviandad, quedando en definitiva vacíos de contenido. Esta postura acrítica -que responde a lógicas inclusivas- al no plantear la contracara de las lógicas de la exclusión, consideramos que opera como un mecanismo de control social, donde no hay un reconocimiento activo de las diferencias, ni del origen de las actitudes segregadoras, quedando en definitiva silenciados los poderosos mecanismos que legitiman las condiciones de desigualdad.

Lo problemático de este escenario a escala planetaria, es que en las lógicas descriptas, la concentración de la riqueza y el acceso desmedido de consumo, incluye a un grupo reducido de personas, en tanto que se excluye a la gran mayoría de los ciudadanos al acceso de bienes y servicios.

Se puede apreciar como efecto paradójico que en “la aldea global” concebida por Mc. Lughan, donde las interacciones comunicativas han cobrado una dimensión inédita, la comunicación actual tiende a desdibujar los códigos de comunicación compartidos.

El entorno informacional representado por la realidad virtual por ejemplo a mi criterio, alimenta en el imaginario social,

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