PROYECTO SOCIALISTA
romacoru5 de Febrero de 2013
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UN SIGLO DE EDUCACIÓN NACIONAL 27
La escuela racionalista se inspiraba en las ideas del anarquista
español Francisco Ferrer Guardia, quien sostenía que
la enseñanza debía orientarse al trabajo y transmitir un mensaje
de solidaridad y justicia; en la escuela debía darse mucha
libertad al niño, pues la educación es el resultado “natural” de
las influencias del medio y de las reacciones del niño.
Hubo propuestas muy definidas de educación socialista en
el Congreso Nacional de Estudiantes (1921), en el Congreso
Pedagógico (Jalapa, 1932) y en la Segunda Convención de
Maestros (Toluca, 1933). Dentro del Partido Nacional Revolucionario,
al prepararse el Plan Sexenal 1934-1940, la Comisión
de Educación propuso reformar el artículo 3°" constitucional,
y para diciembre de 1933 una comisión especial de la
Cámara de Diputados había elaborado el proyecto respectivo.
La iniciativa fue desalentada por el presidente Abelardo Rodríguez,
por considerarla desadaptada e irrealizable; pero la
revivió Calles, jefe máximo, con su airado discurso conocido
como “el grito de Guadalajara”. Tres días después la comisión
especial de la Cámara defendió su proyecto, extendiéndolo
inclusive a la enseñanza universitaria, lo que habría de suscitar
conflictos adicionales. La redacción definitiva estuvo a cargo
del secretario de Educación Narciso Bassols; el texto se aprobó
sin dificultad, aunque contenía un concepto de educación socialista
muy impreciso.
Al llegar Lázaro Cárdenas a la presidencia adoptó con entusiasmo
la orientación socialista de la educación nacional,
sin comprometerse con una definición de su significado o sus
contenidos. Su política económica y agraria, que promovía la
colectivización de los medios de producción y acentuaba el
papel rector del Estado en la economía, encontraba congruencias
en esa orientación.
Sus secretarios de Educación, Ignacio García Tellez y Gonzalo
Vázquez Vela, aplicaron la orientación “socialista” sin esclarecer
sus ambigüedades. De hecho, subrayaron el carácter
popular de la educación y su función emancipadora, su obligatoriedad
y gratuidad; incitaron a la lucha contra el clero y
los sectores reaccionarios; y en el orden pedagógico promovieron
el predominio de la razón y las explicaciones científicas
para combatir los dogmas y fanatismos; también destacaron
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28 LAS TRANSFORMACIONES DEL ENTORNO
la capacitación para el trabajo y la importancia de formar valores
y actitudes colectivas como la solidaridad. Nunca explicaron
cómo conciliar la implantación de una educación socialista
en un país de estructura capitalista.
En la práctica la escuela socialista despertó el entusiasmo de
los grupos magisteriales más radicales y, en muchas regiones,
una fuerte oposición (a veces violenta) de los sectores más
tradicionales.
Pocos logros efectivos tuvo la adopción de la educación socialista;
sus críticos más severos (Meneses, 1988: 31) opinan
que su contenido se convirtió con frecuencia en charlatanería
marxista; degradó la formación de los valores morales; encubrió
ineptitudes del magisterio; impuso libros de texto plagados
de tonterías y dividió a los maestros. Otros la califican de
desafortunada por la vaguedad con que se entendió el “socialismo”:
si era el de la Revolución o el de la escuela racionalista o
si se pronunciaba por las tesis marxistas; cuestionan también el
derecho a imponer a una población
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