Patrimonio

El “patrimonio cultural alterno”, identidad menospreciada.

Delimitación y definición del problema.

En este trabajo se explora el proceso por medio del cual los grupos sociales le otorgan a ciertos objetos un valor cultural, de identidad. Y tiene como principal meta el descubrir y analizar la existencia de un posible patrimonio no reconocido por instituciones gubernamentales y/o culturales pero que es creado y valorado por los habitantes que tienen contacto o relación periódica con el objeto, llamémosle un “patrimonio colectivo”.

Partiendo de esto se busca conocer y examinar los significados que los pobladores le atribuyen a este “patrimonio colectivo” y cómo se vincula con sus prácticas cotidianas y la historia común de la comunidad, para en base a esto, establecer si puede reconocerse como un factor cultural común en la población que lo alberga.

A partir de esto, las interrogantes de investigación son:

¿Existe un “patrimonio colectivo” o “patrimonio inferior” en las poblaciones asentadas en zonas de nivel socioeconómico medio-bajo?

De existir, ¿Qué factores históricos y/o culturales lo crearon? Y ¿Cómo se relaciona con la vida cotidiana de quienes lo consideran un “patrimonio colectivo”?

El concepto de patrimonio cultural que será abordado es ajeno a la concepción institucionalizada que establece el patrimonio cultural edificado con un carácter monumental; para este texto, el patrimonio cultural está ligado a una construcción del imaginario colectivo donde se localiza, una representación de ideologías y experiencias propias del entorno al que pertenece el objeto. La aclaración, se realiza por el hecho de que a este “patrimonio colectivo” se le atribuye un sinfín de experiencias e historias creadas en un ambiente cotidiano de un grupo social reducido, las cuales han sido materializadas en objetos, esculturales o edificados. Por ello no podría otorgársele un carácter monumental, puesto que dicho “patrimonio” pertenece a un grupo minoritario y su nivel de influencia está limitado a una comunidad relativamente pequeña.

Marco teórico.

El Patrimonio Cultural es según la UNESCO, el legado o la herencia que nos ha sido heredado del pasado, que hoy disfrutamos y debemos conservar al máximo para que también lo puedan conocer y apreciar las siguientes generaciones.

Con esto entendemos que el patrimonio cultural está conformado por las manifestaciones y testimonios significativos de la civilización. Hay manifestaciones que son propias de un solo lugar o grupo humano y hay otros que poseen valor universal. Sin embargo, la realidad institucionalizada del patrimonio ha sido la “privatización” tanto de la explotación económica de los bienes turísticos que representan y también en la popularización de los significados otorgados que los habitantes le atribuyen más allá del sentido histórico – cultural que realmente tienen. Lo que conlleva a que el acceso a estas representaciones culturales sea de diferente alcance según la clase social a la que se pertenece.

La realidad actual sobre el patrimonio es que está sujeta a una visión ilustrada pero a su vez excluyente, que le permite a las élites intelectuales tener un mayor y mejor alcance a los productos culturales que crean las sociedades de donde son nativos los patrimonios, y que irónicamente no tienen el mismo acceso a ellos.

Dice Jorge Benavides Solís que esto se debe a que en muchas partes del mundo se cree que la cultura no está entre las demandas básicas de la población o que no lo está al nivel de otras demandas, como los servicio de salud o de transporte colectivo. Pero también afirma que dicha postura no carece de razón, puesto que “la cultura no es una demanda social que pueda ser satisfecha de persona en persona porque, ante todo, es un proceso colectivo (…) que se expresa de manera autónoma en múltiples testimonios”. *

Esto nos llevaría a creer que la cultura está sugestionada por factores de intereses económicos e intelectuales que se apropian de las manifestaciones culturales, y que sugestionan el acceso de la población a su herencia cultural, siendo los de escala “monumental” los más claros ejemplos. Sobre esto hace mención Nestor García Canclini: “El patrimonio cultural funciona como un recurso para reproducir las diferencias entre los grupos sociales y la hegemonía de quienes logran un acceso preferencial a la producción y distribución de los bienes. Para configurar lo culto tradicional, los sectores dominantes no sólo definen qué bienes son superiores y merecen ser conservados; también disponen de los medios económicos e intelectuales, el tiempo de trabajo y de ocio para imprimir a esos bienes mayor calidad y refinamiento”.*

Esta concepción del patrimonio cultural nos permite reconocer la existencia de una brecha significativa entre

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