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Platero Y Yo


Enviado por   •  17 de Enero de 2012  •  1.180 Palabras (5 Páginas)  •  1.009 Visitas

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Resumen de Platero

Platero es un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Come de todo y los del pueblo dicen que tiene acero.

Era una noche morada y brumosa. Vagas claridades malvas y verdes quedaban tras la torre de la iglesia. Salió un hombre oscuro, con una gorra y un pincho que quería clavar en el seroncillo pero lo impide.

Tres niños hacían como si fueran mendigos, uno decía que era cojo, etc. En esto que llegó una niña forastera y les insulto dándoles a la vez un consejo.

Todo se veía distinto cuando ocurrió el eclipse, el mar parecía blanco... Y para observarlo mejor utilizaban varios instrumentos: gemelos de teatro, etc. Y también lo veían desde diferentes sitios: desde el mirador, etc.

La luna les acompaña por un valle soñoliento. Hay un olor penetrante a naranjas, humedad y silencio. Hace frío y tienen miedo, así que Platero trota para salir de allí.

Le dice a Platero que si fuera a la miga aprendería muchas cosas. Sabría más que el médico. Pero que era muy grande para sentarlo en una mesa, cantar en el coro, escribir con pluma, etc. Además le maltratarían. Así que el mismo dijo que le enseñaría algunas cosas.

Cuando se viste de luto con barba nazarena y pasa montado sobre Platero, los chiquillos gitanos aceitosos y peludos, le llaman loco.

Es Sábado Santo y están matando a Judas. Todos disparan sus escopetas. Pero hay un problema, y es que hay mucha gente que se llama Judas.

Hacía un buen tiempo para comer brevas. Así que echaron una carrera para cogerlas, pero Adela, que era gordita y baja, corría poco y como no la esperaban, se enfado. Poniéndose a tirar las brevas a la cara, y así no las empezamos a tirar entre nosotros.

Caen rosas del cielo, parece que se deshace el cielo en rosas. Cuando caen dejan el paisaje rosado como los cuadros de Fray Angélico.

Parece que la vida pierde su fuerza cotidiana.

Si se muriera Platero antes que el muchacho, no lo enterraría en el Moridero como los demás hombres que tienen burros si no que lo enterraría en un lugar donde estuviera entretenido con niños, niñas, pájaros, etc. En el cielo azul de Moguer.

Cuando iban por la dehesa de los caballos, Platero, cojeó. Y cuando le vio la pata se fijó que tenía una púa, y se la sacó.

Después el muchacho lo llevó al arroyo para curársela y siguieron su marcha.

Ya llegaron las golondrinas, contando lo que han visto en Africa y en los lugares por donde han pasado. Están como despistadas sin saber que hacer. Vuelan en línea recta. Y se van a morir de frío.

El muchacho va a ver a Platero al mediodía a la cuadra. Diana una cabra que se hecha sobre las patas de Platero, se acerca al muchacho como jugando y lo mira. Y Platero rebuzna de felicidad.

Había un potro negro, con tornasoles granas. En sus ojos parecía que había fuego. Y pasaba por las calles como un campeón. Cuando entro en el corral, cuatro hombres lo cogieron y lo tiraron sobre el estiércol, y, después de castrarlo parecía otro; blando, sudoroso, triste, etc. Lo levanto un hombre y se lo llevó.

Su niñez fue buenísima. Primero se iba a la casilla de Arreburra, y estaba en su corral dorado por el sol, y desde allí miraba Huelva, encaramándose en la tapia. Después de allí se iba a la calle Nueva, etc. Luego a la casa de don José, el dulcero, y se quedaba deslumbrado con sus botas de cabrito.

Tuvo muchos sueños, que se imaginaba desde su balcón y otros lugares.

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