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Progreso económico y disminución en el crecimiento de la población


Enviado por   •  15 de Junio de 2021  •  Resúmenes  •  5.042 Palabras (21 Páginas)  •  67 Visitas

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Alvin H. Hansen

Progreso económico y disminución en el crecimiento de la población

A lo largo de la era moderna, el cambio incesante ha sido la ley de la vida económica. Todo período es en cierto sentido un período de transición. Con todo, el rápido correr de los acontecimientos en el último cuarto de siglo ofrece un testimonio abrumador en apoyo de la tesis que afirma que el orden económico del mundo occidental está experimentando en esta generación un cambio estructural, de carácter no menos básico y profundo que los que tuvieron lugar en aquella transformación de la vida e instituciones económicas que solemos designar despreocupadamente con la frase de «Revolución Industrial». Estamos pasando, por decirlo así, por encima de una divisoria que separa la gran era de crecimiento y expansión del siglo XIX de una era, que nadie, sin embarcarse en puras conjeturas, es capaz toda vía de caracterizar con claridad y precisión. Nos movemos rápidamente saliendo del orden en el que nos educamos los de nuestra generación, para entrar en no sabemos qué...

Educados en la tradición de la teoría malthusiana, los economistas, pensando en términos de economía estática, han interpretado de un modo optimista el cese en el crecimiento de la población... En un sentido fundamental, creo que esta conclusión es completamente sana; porque apenas se puede poner en duda que un crecimiento continuo de la población al ritmo experimentado en el siglo XIX, presentaría pronto problemas insolubles. Pero sería optimismo irresponsable el negar que el actual desplazamiento drástico que pasa de una rápida expansión al cese del crecimiento de la población, lleva implícitos serios desajustes estructurales, que pueden evitarse o aminorarse solamente por medio de una política económica apropiada a esta nueva situación. En realidad, en este desplazamiento debe buscarse la causa fundamental de la evolución en no pocos sectores de nuestra cambiante economía

Adam Smith consideraba el incremento de la población como una consecuencia y al mismo tiempo como una causa del progreso económico. Una división creciente del trabajo, decía, ocasionará una mayor productividad, y esto producirá una mayor renta y un mayor capital, de donde fluirá un mayor fondo de salarios, una mayor demanda de trabajo, salarios más altos y, en consecuencia, unas condiciones económicas favorables para el crecimiento de la población. Ahora bien, una población creciente, ampliando el mercado y fomentando la inventiva, a su vez facilita, según él pensaba, la división del trabajo y la producción de riqueza. Así es como llegaba a una conclusión optimista. El crecimiento de la población, sostenía, estimula el progreso y éste o su vez estimula el crecimiento de la población. Por el contrario, el análisis pesimista de Malthus y de Ricardo subrayaba la limitación de los recursos naturales y el peligro de que una población creciente empujara el margen de cultivos hasta un punto en el que la renta real quedaría reducida a un nivel de mera subsistencia. En este análisis estático, quedó olvidado el análisis más dinámico de Adam Smith. Si queremos lograr una clara visión de las consecuencias económicas del actual descenso del crecimiento de la población, es necesario volver a la sugerencia de Adam Smith e investigar más profundamente la interconexión causal que existe entre progreso económico, formación de capital y crecimiento de la población.

Desde sus primeros desarrollos, se ha interesado el análisis en el papel que juega el progreso económico. Varios autores han incluido bajo este epígrafe cosas diferentes; pero para nuestro propósito podemos decir que los elementos constitutivos del progreso económico son: a) los inventos; b) los descubrimientos y desarrollo de nuevos territorios y de nuevos recursos; y del crecimiento de la población. Cada uno de ellos a su vez, en conjunto y por separado, ha abierto canales a la inversión y ha causado un rápido incremento de formación de capital... 

La economía expansiva del último siglo produjo un incremento prodigioso en la formación de capital. A tanto ha llegado esto, que por común consentimiento esta era histórica se ha llamado período capitalista. Nadie disputa la tesis de que, sin esta vasta acumulación de capital, nunca hubiese con templado la gran elevación en el nivel de vida lograda desde el comienzo de la Revolución Industrial. Pero no es el efecto de la formación de capital sobre la renta real lo que en estos momentos constituye el objeto de mi atención. Lo que quiero subrayar en este artículo es más bien el papel que ha jugado el proceso de la formación de capital en el asegurar en cada punto de esta escala de rentas crecientes un satisfactorio pleno empleo de los recursos productivos y por lo tanto la máxima renta posible al nivel actual de desarrollo técnico. Porque es un hecho indiscutible que el sistema económico vigente nunca ha sido capaz de alcanzar un pleno empleo razonable o de conseguir la renta real realizable en cada circunstancia, sin grandes gastos de inversión. Los fundamentos de esta necesidad imperiosa de la economía han sido ampliamente investigados durante el último medio siglo en la abundante literatura que comienza con los estudios de Tougan-Baranowsky y Wicksell sobre el ahorro y la inversión. No voy a intentar resumir este análisis, ni es necesario, porque supongo que todas las escuelas del actual pensamiento económico admiten que el pleno empleo y la obtención de la máxima renta real realizable en cada circunstancia no pueden alcanzarse en el actual sistema económico de libre empresa, sin un volumen de gastos de inversión adecuado para llenar el vacío existente entre los gastos de consumo y el nivel de renta que podría obtenerse con la ocupación de todos los factores. Espero que, gracias a esta consideración, que no es más que un truismo hasta cierto punto, habré logrado escapar a un avispero de discusiones económicas.

Así podemos postular un consentimiento en la tesis de que, en ausencia de un programa positivo designado para estimular el consumo, el pleno empleo de los recursos productivos es esencialmente una función del vigor de la actividad inversora. No podemos exigir un acuerdo tan completo sobre el papel que el tipo de interés desempeña en el volumen de inversión. Pero son pocos los que creen que en un período de estancamiento de inversión, sería suficiente por sí sola una abundancia de fondos prestables a bajos tipos de interés para producir un flujo vigoroso de inversión real, Cada vez me impresiona más el análisis llevado a cabo por Wicksell al subrayar el tipo prospectivo de beneficio sobre las nuevas inversiones como el factor activo, dominante y controlador, y al considerar el tipo de interés como el factor pasivo, que se mueve lentamente detrás del tipo de beneficio. Este punto de vista está además de acuerdo con el juicio competente de los negocios. Es cierto que es necesario mirar más allá del mero cesto de los cargos de interés y poner la atención en el efecto indirecto de la estructura del tipo de interés sobre las expectativas de los negocios. Pero con todo, arriesgo la afirmación de que el papel del tipo de interés como determinante de la inversión ha ocupado en nuestro pensamiento un lugar más amplio del que le corresponde. Si damos esto por garantizado, entonces nos vemos obligados a considerar como determinantes dominantes de la inversión y del empleo a los factores que se encuentran en el fondo del progreso económico.

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