REFLEXIO. PUBLICO-PRIVADO
AnysolsolTrabajo10 de Enero de 2023
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Que complejo resulta hacer un análisis de un tema tan importante, pero a su vez tan controversial, en el que sin duda nos vemos inmiscuidos cada uno de los cuídanos que formamos y transformamos día a día la sociedad. Es innegable que hablar de los valores desde lo público y lo privado es tema que a todos atañe y que desde los principios de la modernidad han tenido gran auge.
En un principio de veía lejano el hecho de poder hacer una fusión entre ambos (público y privado), la gran transformación de las ciudades y el comercio, el deseo por crecer y volver al país en cuestión moderno, fue lo que hizo que al ser humano se le arrancara de su nicho, donde ejercía y vivía de acuerdo a su creencia, según sus instintos y bajo sus propias normas. Se planteo bajo el respaldo legal, convertir a las personas en entes sociales y entes morales. Es decir, estar bajo los dos adjetivos y poder desempeñarlos desde el ámbito que corresponde a cada uno. Hoy en día así vivimos, cumplimos con nuestras obligaciones sociales como individuos que pertenecemos a una sociedad y que a su ve colaboramos en el crecimiento de la misma; este ámbito corresponde a la cara pública que cada uno de nosotros tiene ante la sociedad, donde todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, de este modo la convivencia social implica la construcción de un espacio público, y la conducta cívica no existe desde el punto de vista de la esfera privada. El sujeto requiere pues hacer un esfuerzo, un sacrificio para pensar en el bienestar público antes que, en el propio, a fin de arribar a la construcción de consensos. El problema es que, con un Estado reducido, rehén de los grupos económicos y de interés, la conducción de los asuntos políticos queda en manos de la sociedad civil. Y con una ciudadanía poco entrenada en la construcción del espacio público y acostumbrada al ejercicio de las libertades en busca de la satisfacción individual, la problemática es inevitable. Como consumidores el mercado nos ha entrenado en los mecanismos necesarios para obtener la satisfacción inmediata, mientras que, como ciudadanos, la política requiere de diálogo y tolerancia, procesos que no necesariamente se logran de manera rápida, sino que requieren de voluntad y de paciencia. La esfera privada ha sido por tanto irremediablemente trasladada a la vida pública, pero sin un proceso de transición de por medio. Los sujetos exigen soluciones inmediatas a problemáticas que involucran procesos complejos y de largo alcance. La construcción de consensos a través del diálogo se ha eclipsado dejando asomar únicamente a una colección de intereses individuales que poco o nada tienen que ver con la voluntad general. Al no encontrar solución rápida, la ciudadanía se desespera; y es que cuando la pluralidad de opiniones colapsa con la generación de un espacio público, lo que sobreviene es el conflicto. Se nos olvida que el ser humano puede transformar la realidad, pero solamente de manera consensuada. El mundo es pues, el resultado de nuestros esfuerzos coordinados para llevar a cabo una vida en común, pero también de la necesidad de luchar contra las inequidades y la destrucción que el hombre mismo ha creado en todo este proceso.
En este sentido, el discurso global de unificación social construido sobre la base de una extensión artificial de la esfera privada, ha eliminado el consenso como necesidad para la articulación del espacio público. La generación de consensos, por otra parte, es un requisito fundamental para la construcción de condiciones de vida en común: requiere de la comunicación y de la articulación de discursos que busque escuchar antes que enunciar, proponer antes que deslegitimar, convencer antes que manipular. Pero esa comunicación no es posible si el Sujeto no reconoce al otro como Sujeto, es decir, como individuo capaz de construir un espacio público para la convivencia en común. Lamentablemente, son los medios de comunicación los que inundan al espacio público con un discurso que, más que buscar la articulación de consensos y esgrimiendo a la objetividad como excusa, presentan las distintas posturas individuales como contrarias e irreconciliables.
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