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RELACIÓN SOBRE EL COMPORTAMIENTO SOCIAL ANTE LAS ADVERSIDADES SÍSMICAS CON EL NEOLOGISMO SISTEMÁTICO DE LA AUTOPOIESIS


Enviado por   •  15 de Abril de 2018  •  Ensayos  •  1.588 Palabras (7 Páginas)  •  149 Visitas

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RELACIÓN SOBRE EL COMPORTAMIENTO SOCIAL ANTE LAS ADVERSIDADES SÍSMICAS CON EL NEOLOGISMO SISTEMÁTICO DE LA AUTOPOIESIS

Alejandro Aguilar Asencio.

Que por medio del presente escrito, me permito exponer el siguiente ensayo donde abordaré mi perspectiva sobre el último caso fortuito que azotó parte eminente de nuestra nación, haciendo hincapié en el neologismo sistemático de la “autopoiesis”.

“Sólo en el mutuo respeto es posible la colaboración y eso requiere escucharse, tiempo para estar y ver el mundo del otro”.

Humberto Maturana.

A mi juicio, el día era tan normal y ajetreado como los anteriores, de no ser por el simulacro que esta vez conmemoraría el trigésimo segundo aniversario de aquella catástrofe que, para la llamada generación del milenio, significaba apenas una anécdota contada por los mayores y al que dicho sea de paso, sólo tomaban en serio las brigadas de protección civil, los directores de las escuelas y los educandos que quieren extender la hora del recreo, el ruido y lo pintoresco del caos “chilango” despertaron ese martes tan de buen humor como un viaje en metro a las siete de la mañana. Pero, ¿Casualidad inevitable o causalidad impostergable? La tierra tembló, se movió con rudeza y sin contemplaciones; sacudió calles, cuerpos y credos; derrumbó edificios, familias y planes. Acabó con casas, rutinas y vidas. No falta quien piensa que la madre naturaleza nos envió un mensaje siete punto un veces más fuerte e indiscutible que el cambio climático o quién crea que la profecía apocalíptica empieza a revelarse, o aquellos que sin tanto rodeo, se consuelan creyendo que las cosas pasan por un algo tan efímero como incierto. Tan pronto pasó el susto, llegó el caos; las calles se llenaron de confusión, angustia y miedo… mucho miedo. Padres aterrados colmaron las escuelas para saber de sus descendientes; familiares corrieron a saber de los suyos, transeúntes se organizaron para comenzar una larga jornada de solidaridad. La electricidad falló, las líneas se saturaron y sólo quedaron las redes, esa arma de doble filo que esta vez empuñamos para recobrar la calma. Ahí estuvimos todos; levantando escombros, instalando consultorios callejeros, haciendo labores de rescate, llevando agua y comida, compartiendo necesidades, repartiendo víveres, organizando brigadas, brindando resguardo y albergando desconocidos que sólo sabíamos hermanos de dolor y pena.

“Los peores terremotos, son aquellos cuyos epicentros están en el corazón del hombre; son más destructivos que los de la naturaleza misma”.

Rafael León Vergara.

En pocas horas la gran Ciudad de Tenoch mostró su poderío y se puso de pie, en esta tierra de la que tantos se han mofado y a la que tantos han sometido, crecieron hombres y mujeres con fortalezas de acero y humanidad inquebrantable, somos nosotros, la raza con piel de bronce y corazón tricolor quienes levantamos una vez más la esperanza de un pueblo que no confía en su gobierno, que no confía en los políticos, que no confía en los partidos, que no confía en las fuerzas armadas, que no confía en la policía y que no confía en los medios de comunicación. Somos nosotros, hombres y mujeres valerosos quienes ponemos de pie a un país en el que la tragedia y el horror, son escenarios para el teatro político y la ayuda asistencialista. ¿Qué es lo que no queremos? No queremos ayudas y limosnas, queremos lo que por Derecho nos pertenece, ésta tierra, nuestra tierra. No queremos historias inventadas para ganar audiencia; ni las queremos, ni las necesitamos. No queremos partidos políticos que nos donen de nuestro dinero para reconstruir lo que nadie nos ha regalado; queremos que nos dejen de llenar los ojos, los oídos y la conciencia con toda la ignorancia que “les reboza y los rebasa”. Nosotros, los mexicanos que ayudamos sin alardear y donamos sin presumir, sí podemos, nosotros sí estamos aquí. Nosotros sí somos la esperanza de México, nosotros sí movemos a México. Nosotros, los mismos del ochenta y cinco, los que no olvidan a Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Veracruz, Puebla y los que recordarán a “Frida Sofía” como una luz latente de esperanza de autopoiesis, dentro de un teatro montado por el gobierno para entretener al aturdido pueblo mexicano. Nosotros, hijos y soldados de esta patria, sí somos “mexicanos al grito de guerra”. ¿Unidos? Unidos somos muchos más.

Como acaba de apuntalar su servidor, la sociedad debe y tiene que salir adelante como instinto de supervivencia, siendo así que en momentos tan complejos de la vida humana es evidente que siempre habrá un incesante anhelo de saber todo en cuanto nos rodea y existe; aún más allá de la existencia de la naturaleza de las cosas, nace una interrogante que tal vez, de una forma amplia y eficaz, logre otorgar el conocimiento de cómo evolucionamos y nos autogeneramos todo en cuanto a nuestro organismo y alrededor requiere. Es de esta manera que compenetrándose con el saber todo sobre la capacidad evolutiva del ser en cuanto a su estructura, y por ende en esencia orgánica, autores como Humberto Marulanda[1] y Francisco Varela[2], hacen su aparición con la idea compleja de que el organismo, el ser que esta compuesto por células no es más que un conjunto de las mismas, con la capacidad de imponer sus propias condiciones y pautas a nivel interno para uso exclusivo de su propio interés en función de procreación de sí mismo, como una cadena cíclica en la que según estos autores radica el componente máximo de la evolución del ser.

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