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Responsabilidad

215801415160121 de Mayo de 2013

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responsabilidad

DERECHOS Y DEBERES CONSTITUCIONALES

Todas las personas somos individuos diferentes en sexo, en capacidades, en ritmos vitales y de aprendizaje, en gustos y aficiones, en orígenes... ésta es la realidad diversa en la que vivimos y en la que viven y vivirán nuestros hijos y alumnos.

Si somos capaces de ver esta diversidad en positivo, afrontaremos más fácilmente las dificultades de encaje, que es normal que se den y será una fuente de enriquecimiento para todos.

Aprender a convivir es aprender a convivir entre personas diferentes. Las experiencias de

convivencia con personas con discapacidades son oportunidades de conocer y descubrir el

verdadero valor de las personas por encima de la discapacidad, y desarrollar actitudes positivas de

relación interpersonal (con cualquier persona), como el servicio, el

respeto, la solidaridad. La amistad, el afecto y la solidaridad sólo pueden crecer con el conocimiento mutuo y la convivencia.

Las relaciones humanas no son sencillas ni fáciles, porque están cargadas de

sentimientos ambivalentes y contradictorios;

eso no lo podemos negar. Por eso, es importante aprender a vivir las dificultades positivamente: en

realidad son oportunidades, individuales y colectivas, de aprender y luego así mejorar. Y esto se

observa también en el caso de la integración.

¿Sabemos cómo relacionarnos con personas que tienen alguna discapacidad? ¿Sabemos

establecer con ellas relaciones de tú a tú, sin paternalismos? ¿Nos interesa conocerlas y

relacionarnos con ellas?

Las personas nos necesitamos todos, los unos a los otros. Por eso somos seres “sociales”. Pero

sabemos que pedir ayuda cuando se necesita es una de las cosas que más nos cuesta aprender; como

también, ayudar sin sobreproteger, sin herir la autoestima del otro. Toda persona necesita aprender a

ayudar y ser ayudado, y sólo lo podemos hacer con experiencias vitales, dentro de la familia, en la

escuela... La vivencia de la diversidad nos permite darnos cuenta de que ayudar y ser ayudado es

una característica innata de los seres humanos, y que no tiene que ver con la debilidad, sino con el

hecho de que somos dependientes los unos de los otros.

¿Tendemos a ser paternalistas o sobre protectores

con las personas discapacitadas? ¿Y con los

hijos o alumnos?¿Hemos aprendido a pedir ayuda?

La actitud de los adultos, especialmente de los padres y maestros, tiene una gran incidencia en la

manera como los niños y niñas se plantean y viven las relaciones entre los compañeros de clase, Página de 4 2

tengan o no discapacidades. Por eso es tan importante que nos cuestionemos cómo nosotros mismos

nos situamos ante los niños que tiene algún tipo de

dificultad física o de comportamiento, alguna característica personal (de procedencia, de lengua...)

que les hace destacar, o cuando les faltan recursos familiares o sociales.

¿Tenemos tendencia a decir “cuidado con este compañero” o pensamos en cómo podemos

ayudar a esos niños a salir adelante? ¿Tenemos actitudes que pueden interpretarse como “tú,

preocúpate por ti”, o animamos a nuestros hijos o alumnos a establecer relaciones solidarias con

sus compañeros?

Enseñar el camino de la solidaridad es facilitar que los hijos y alumnos puedan ser y sentirse felices

y construir un mundo mejor en el que todos tengamos cabida. A la larga todos sufrimos

preocupándonos sólo por nosotros mismos.

No podemos desentendernos de los que nos rodean. Cuanto más ayudemos a los pequeños a

ejercitarse en el respeto, la solidaridad y el altruismo, mayores garantías tendremos

...

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