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“Violencia de género en el noviazgo en jóvenes de NET Ecatepec, preparatoria”


Enviado por   •  7 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  2.691 Palabras (11 Páginas)  •  303 Visitas

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NUEVA ESCUELA TECNOLOGICA

PLANTEL ECATEPEC

SARA MONREAL GONZALEZ

8* CUATRIMESTRE DE PSICOLOGIA

SEMINARIO DE INVESTIGACION

VICTOR SILVA

TEMA DE INVESTIGACION

“Violencia de género en el noviazgo en jóvenes de NET Ecatepec, preparatoria” 

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El  propósito de este estudio es comprender las repercusiones causadas por la violencia de género  practicada en el noviazgo mantenido por jóvenes pertenecientes a la preparatoria NET Ecatepec en el ámbito psicológico. Como instrumento de recolección de los datos se utilizará la observación, entrevistas con las víctimas de violencia y cuestionarios para saber el tipo de violencia de las que son víctimas. La violencia de género en el noviazgo se entiende por cualquier agresión física, psicológica, mental y sexual con el fin de dominar y mantener el control sobre la otra persona.

PREGUNTA DE INVESTIGACION

¿Cómo repercute la violencia de género practicada por su pareja en el ámbito psicológico?

PREGUNTAS SECUNDARIAS

¿Cuál incidencia con respecto a la violencia de genero en el noviazgo?

¿Qué tipos de violencia son ejercidos dentro de una relación de pareja?

¿Qué características en cuanto a cognición y comportamiento se pueden considerar repetitivas  de la pareja masculina que practica la violencia de genero dentro de una relación de noviazgo?

OBJETIVO

Determinar el numero de incidencia en la violencia de genero dirigido específicamente a la mujer, así como el tipo de violencia que se ejerce en la relación que la misma esta llevando o llevo en algún momento de la preparatoria.

OBJETIVOS ESPECIFICOS

  • Observar las características que tiene tanto el agresor como la víctima y la edad promedio de incidencia de la violencia
  • Determinar el tipo de violencia que prevalece en las relaciones donde se ejerce la violencia de genero
  • Investigar cuales fueron los daños físicos, psicológicos o ambos que la violencia de género

en el noviazgo le ocasiono a la victima

JUSTIFICACION

La violencia en el noviazgo de adolescentes tiene consecuencias que afectan la estabilidad emocional de las y los adolescentes que las viven, ya que disminuye la autoestima de las personas, su rendimiento académico y provoca una baja en el estado de animo que si no es tratada oportunamente puede convertirse en depresión.

Los roles de genero y los estereotipos sociales que han sido impuestos a los individuos han sido los generadores de esta problemática, por lo cual es necesario que se prevenga la violencia en las relaciones de noviazgo, ya que se puede idealizar como la edad perfecta para tener una relación de pareja, la violencia que se vive dentro de esta puede pasar desapercibida, sin embargo, se van marcando los patrones y pautas de comportamiento que van a guiar a las futuras relaciones de pareja que se tengan, por tanto mediante la sensibilización en las y los adolescentes se podrían hacer cambios en sus actitudes hacia su pareja teniendo relaciones mas equitativas y reales que permitan el crecimiento de los individuos y que no se guíen por creencias y expectativas erróneas de lo que es el amor.

Al hacerles ver a los y las adolescentes sobre esta problemática se darán cuenta de cómo la cultura determina el actuar de los individuos y como los roles de genero no están dados por el simple hecho de nacer hombre o mujer, sino por como han sido educados y así ellos mismos actuaran de una manera mas asertiva en sus relaciones de noviazgo y en la solución de los conflictos que se generen entorno a él.

Es importante conceptualizar la violencia entre jóvenes desde una perspectiva de género, ya que en la actualidad México ocupa uno de los principales lugares a nivel internacional en agresión hacia las mujeres principalmente jóvenes.

Un factor importante por destacar es que dentro de las relaciones de noviazgo en adolescentes hay otros vínculos afectivos que son mas complejos tal como lo son los “frees” “amigovios” o los muy conocidos “amigos con derechos”, caracterizadas por ser relaciones sin formalidad, compromiso e incluso sin involucrar sentimientos, como el amor, los celos y con una mayor actividad sexual, que también pueden ser detonadores de violencia (Rojas-Solís, 2013)

MARCO TEORICO

Teoria general

Aunque el uso que la teoría de género hace de este término, como sustituto de “sexo”, se generalizó recién en la década de los ochenta, los antecedentes del discurso que se formó alrededor de este concepto pueden encontrarse en corrientes de pensamiento mucho más tempranas. Por ello, para comprender adecuadamente la teoría de género parece sensato aproximarnos a ella desde sus orígenes, identificando, entre sus distintas corrientes, las ideas principales y los autores más influyentes en su articulación. En este sentido, existe consenso en reconocer como hito fundacional de la teoría de género el libro El segundo sexo, que Simone de Beauvoir publicara en 1949. Por un lado, Beauvoir está influida por el existencialismo de Sartre, que postula una idea de libertad desvinculada de toda realidad previa: el hombre no es sino el resultado del puro ejercicio de su libertad, carente de cualquier tipo de condicionamiento. Por otra parte, Beauvoir recibe el influjo de algunas tesis neomarxistas, según las cuales es necesario trasladar las exigencias de la lucha e igualdad de clases a la relación hombre-mujer Pensadas por Beauvoir, estas ideas dan forma a una nueva manera de concebir la sexualidad, sustentada en un nuevo modo de comprender al ser humano, que se resume en su célebre frase: “la mujer no nace sino que se hace”.

Beauvoir denuncia el estado de subordinación e inferioridad en que se encontraría la mujer, considerada, a su juicio, como otro —en un sentido de alteridad radical— carente de la más mínima reciprocidad frente al hombre. En su opinión, la causa de esta injusticia residiría en las supuestas “ataduras de la naturaleza”, que Beauvoir identifica con la maternidad y sus funciones asociadas: el matrimonio y el hogar obligarían a la mujer a un perpetuo estado de “pasividad”. Incapaz de trascenderse, para la mujer no hay más realidad que la corporalidad, ya que está determinada a la procreación y a la maternidad, un “acto repetitivo que no la diferencia de los animales”. Así, dado que lo biológico condena a la mujer, es necesario volver irrelevante dicho aspecto, es decir, “romper las cadenas que la mantienen en este estado”. En consecuencia, Beauvoir propone liberar a la mujer de la maternidad mediante el control de la natalidad lo que, en su lógica, incluye el aborto. El segundo sexo marca el inicio del feminismo radical que se impone progresivamente durante la segunda mitad del siglo XX. Esta corriente, a diferencia de la primera oleada feminista de fines del siglo XIX e inicios del XX, ya no busca solo la equiparación de derechos civiles y políticos, sino también la completa igualdad funcional entre los sexos. Esto no es casual: anuladas en su totalidad las diferencias biológicas entre hombre y mujer, todas las demás serían el resultado de un proceso de socialización que también debe ser combatido. En esa lógica, femineidad y masculinidad pasan a ser vistas como construcciones culturales arbitrarias, utilizadas y reforzadas por el patriarcado para oprimir a las mujeres. Es así que Betty Friedan, en La mística femenina (1963), denuncia que las funciones tradicionales de la mujer, como esposa y madre de familia, obstaculizan su plena autonomía y su realización en el campo profesional y en el espacio público. En este contexto, la llamada revolución sexual de fines de los años sesenta significó dar un paso adicional. En efecto, ya no se trata solo de ganar para la mujer el espacio público, sino de transformar también el ámbito privado. Bajo la consigna “lo personal es político”, el sexo pasa a ser considerado un instrumento de poder, hasta entonces manejado por los hombres para sostener estructuras de dominación, como señala Kate Millet en su Política sexual (1969). Para conquistar el poder es necesaria, en consecuencia, una “liberación sexual” que implica, a su vez, una metamorfosis profunda de la vida privada. Siguiendo este derrotero, los postulados del feminismo radical, cuya manifestación moderna se encuentra en Michel Foucault, proponen una separación radical entre naturaleza lo dado y cultura aquello que tenemos como tarea. Esta separación llega a constituir, sin duda, la piedra angular de la teoría de género9. A su vez, esta escisión sirve de base para la lucha de los grupos activistas de la “diversidad sexual” (LGBT), que adquieren protagonismo a partir de los años setenta, etapa que algunos autores llaman segunda revolución sexual o revolución del género. Al desvincular radicalmente los actos sexuales de la procreación, y al considerar la sexualidad como una construcción cultural infinitamente moldeable y no como algo inherente, al menos en parte, a la condición humana, la heterosexualidad tiende a perder su justificación: si la atracción entre un hombre y una mujer no es intrínseca al ser humano, o al menos no mayor que la que pueda existir entre individuos del mismo sexo, no puede ser considerada más que como un recurso del patriarcado para dominar al sexo femenino. La “Teoría Queer” puede ser comprendida como una consecuencia natural de este proceso. Para esta corriente, la identidad personal no es en modo alguno la expresión de una esencia o modo de ser propio de “lo humano” aquello que somos con independencia de nuestra voluntad, sino más bien el puro efecto de nuestra actuación: algo en todo contingente, sujeto exclusivamente a nuestro arbitrio. Judith Butler, una de sus principales exponentes, sostiene que el género es performativo, esto es, que se va construyendo en la práctica. Según ella, el género es fluido y múltiple, y eso permite a hombres y mujeres actuar libremente en un registro de identidad sexual variable, como heterosexuales, homosexuales, transexuales, bisexuales y travestis, entre otros. A su juicio, la mejor manera de romper con el binario “masculino-femenino” fuente de opresión es la acción transgresiva. Así, solo desde la parodia de la relación de poder existente (masculina y heterosexual) será posible construir nuevas ficciones susceptibles de apartarse de la sociedad “heteronormativa”. La versión más radical de esta teoría reniega incluso del concepto de género, pues no puede haber identidad propiamente tal allí donde no hay una esencia o modo de ser humano. Más bien cabría hablar de “identidades sociales”, comprendidas como absolutamente plásticas y modificables en el tiempo.

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