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Zimerman Los liberales reformistas


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2021  •  Apuntes  •  3.326 Palabras (14 Páginas)  •  67 Visitas

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ZIMERMAN “Los liberales reformistas”

Cap. 3: LOS INTELECTUALES Y LA REFORMA SOCIAL

Reforma moral, reforma política y reforma social: La   crisis   política   y   económica   de   1890   y   los   síntomas   de   una  declinación   moral generalizada  hicieron que surja una necesidad de superar el sórdido materialismo y el insaciable mercantilismo imperantes en la sociedad argentina. Se percibe una declinación dela  vida  familiar,  una  relajación  en  las  reglas  morales,  y  una  falta  de  sobriedad  en  las costumbres y hábitos sociales. Desde el punto de vista católico, el liberalismo desató un proceso de secularización. “Hemos realizado más o menos bien las aspiraciones sociales fundamentales de seguridad personal y bienestar económico, y empezamos a suspirar por lo superfluo y más elevado”. Hay una necesidad de transformar las instituciones y hábitos políticos del país, e introducir una política de principios. Rodolfo Rivarola postula la necesidad de poner punto final al experimento federalista, y de adoptar  un  régimen  unitario  basado en  la  centralización política  y   la  descentralización administrativa. Esta reforma estaba vinculada a otras reformas institucionales, dirigidas a transformar el régimen electoral y el sistema presidencialista, y a reformas de tipo moral que apuntaban a una modificación de la cultura cívica local. José Nicolás Matienzo, primer presidente del Departamento Nacional del Trabajo (1907), establece puntos de contacto entre la reforma moral, social y política. En su análisis del sistema político argentino de 1910, culpa al sentimiento oligárquico por el deterioro de la moral pública a través de las pensiones, los subsidios y otras formas de ayuda con que se recargan los presupuestos. Según él, el papel que le cabía a la nueva generación se basaba en consolidar las instituciones republicanas sobre la base de la pureza y libertad del sufragio popular, realizando una revolución pacífica complementaria de la de 1852; y asegurar el reinado de la justicia en la producción y distribución de la riqueza, evitando la explotación del débil por el fuerte. Estanislao Zeballos determinó los orígenes de la cuestión social en la desorganización social, política  y   administrativa   en  que   se  vivía   hacía  treinta años,   en   plena   desmoralización irrespetuosa de toda disciplina. La solución residía en tornar la vieja disciplina que habían relajado la licencia y el sensualismo de los últimos treinta años. La solución de la cuestión social fue percibida como otra faceta del proceso de regeneración moral y política que debía sanear al país.  Esta generación que  impulsaría la reforma moral, política y social del país se identificó con los claustros académicos y la actividad intelectual.

El papel de los intelectuales

Se dio un paralelo con las tendencias reformistas de los intelectuales norteamericanos a fin de siglo. Richard Hofstadter habló de que un sentimiento de humillación compartida y una oposición común contra la plutocracia, empujó a numerosos intelectuales norteamericanos hacia posiciones reformistas. Estos intelectuales tuvieron también un interés positivo en la expansión del movimiento de la reforma social. En la Argentina, en 1914, los intelectuales aparecían como un grupo encargado de llevar adelante la transformación institucional del país. Esta identificación era compartida por el reformista español Adolfo Posada, quien en 1912 sostenía que, en el país, a personas de mucha lectura y de aspiración científica no les asustaba la reforma social. En 1905,  Juan Alsina  se dirigía a quienes estudiaban Derecho y Ciencias sociales, y les solicitaba dirigir sus actuales abstracciones hacia la práctica. Gregorio Aráoz Alfaro insistía en la necesidad de que la enseñanza universitaria se oriente a las necesidades sociales. Muchos académicos o intelectuales interpretaron como parte de su deber el llevar sus ideas a la práctica a través de la creación y dirección de nuevas instituciones estatales dedicadas distintas áreas de la reforma social. José María Ramos Mejía y Emilio Con participaron en la creación y dirección de la Asistencia Pública de Buenos Aires; Augusto Bunge y José Ingenieros  dirigieron   la   Sección   de   Higiene   Industrial   del   Departamento   Nacional   de Higiene, y el Instituto de Criminología de la Penitenciaría Nacional; José Matienzo y Marco Avellaneda  fueron los primeros dos presidentes del Departamento Nacional del Trabajo. Alejandro Ruzo y Alejando Unsain ingresaron al DN, el primero siendo luego secretario a cargo de la presidencia, y el segundo, especialista en la legislación laboral del país. Federico Figueroa estudió las huelgas en el país y recomendó la creación de una oficina del trabajo como un mecanismo adecuado para solucionar los conflictos laborales.  Pablo Storni  hizo investigaciones sobre las relaciones laborales, que sirvieron de base al proyecto de código laboral de Joaquín González

Joaquín González ejemplificó destacadamente la vinculación entre el mundo universitario ya reforma social. Se preocupó por elevar el debate al más alto nivel. Creó y fue primer presidente   de   la   Universidad   Nacional   de   La   Plata   en   1905,   uno   de   los   centros   del reformismo. Ésta se vinculó con la Universidad de Oviedo, invitando especialistas como Rafael Altamira y Adolfo Posada. Las universidades y las nuevas instituciones estatales, sin embargo, no fueron los únicos centros de   atracción   para   los   intelectuales  con   inclinaciones  reformistas:   se   destacó   la institución del Museo Social Argentino.

Museo Social Argentino Fundado   en   1911   por   Tomás   Amadeo   como   una   institución   que   se   dedicara   a  la investigación de   problemas  vinculados  a la  cuestión  social. Sus primeras autoridades fueron el presidente Emilio Frers, el vicepresidente Rivarola, y el secretario general, el mismo Amadeo. En su primer Boletín, se habló de que la Argentina había alcanzado un estadio de desarrollo similar al de las naciones más avanzadas, y era inevitable encontrar similares problemas en materia social y económica. Los remedios debían inspirarse en la experiencia de los países más desarrollados: una institución que se refiera a la cuestión social. Su existencia será financiada por donaciones y contribuciones de sus miembros, con eventuales aportes del gobierno.   Entre   sus   objetivos   estaba   la   realización   de   una   campaña   de   divulgación internacional sobre la Argentina, y la vinculación del reformismo social argentino con las instituciones internacionales dedicadas a estos temas. Estaba inspirado en el Musée Social francés, fundado en París como un centro de estudios y de recolección de datos sobre la cuestión social. Por eso se establecieron contactos con los colegas franceses,  invitando especialistas  como  Leopold  Mabilleau, Enrique Ferri, MaxNordau, Adolfo Posada y Edmond Contand Delpech. Se destacó la invitación de Theodore Roosevelt, quien dio dos conferencias en 1913 y se declaró en favor de la acción positiva del Estado en materia social. Insistió en que sólo la combinación   de   un   individualismo   altruista   y   un   moderado   colectivismo   podía   dar respuestas al conflicto social. A partir de eso, el MSA apoyó fuertemente a la difusión del mutualismo, tanto que para1914 existían más de 1200 sociedades con más de medio millón de asociados, como señal del avanzado desarrollo social del país.  Mabilleau  colaboró con  Carlos Ibarguren  en la redacción   de   un   proyecto   de   ley   sobre   la   organización   y   reconocimiento   legal   de   las asociaciones mutuales, primer paso hacia la organización de un sistema universal de seguro social y una forma de completar la democracia política con la democracia social. La campaña del MSA en favor del mutualismo alcanzó su pico en 1916, cuando Buenos Aires fue sede del Congreso Internacional de Mutualidad y Previsión Social, organizado en tres secciones: mutualidad, cooperativas y previsión social.  Belisario Montero, quien presidió   las   sesiones,   destacó   la   importancia   del   papel   preventivo   de   la   ayuda   social, diciendo   que   la   verdadera   asistencia   consiste   en   proporcionar   al  pobre   los   medios   de independizarse de ella. En 1918,  Carlos Ibarguren  presidió un nuevo Congreso de Mutualidad organizado por elMSA, insistiendo en la necesidad de otorgar apoyo a los principios del mutualismo como un camino   para   remediar   el   conflicto   social,   percibido   como   una   amenaza   grave   por   la Revolución Rusa

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