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Abrirles los ojos a la verdad


Enviado por   •  5 de Marzo de 2013  •  626 Palabras (3 Páginas)  •  460 Visitas

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contrario, abrirles los ojos a la verdad.

Al iniciar su discurso, ya ha comenzado por poner las condiciones necesarias para que su defensa sea comprendida y analizada como es debido. Expresa así el deseo de que se le escuche y se le mire como a un extranjero, con el cual se toman las consideraciones pertinentes para hacer caso omiso de su manera de hablar, si bien solo se atenderá a si lo que él dice es justo o no.

Lo que decide es tratar de probar el error de la primera acusación, aquí:

Sócrates es un impío, por una curiosidad criminal quiere penetrar lo que pasa en los cielos y en la tierra, convierte en buena una mala causa y enseña a los demás sus doctrinas.

Estas palabras, pertenecientes a Melito, uno de los acusadores de Sócrates, ya habían sido planteadas de Aristófanes, en la que se pinta a Sócrates como un charlatán que pretende convertir las ideas malas en buenas e inculcarle además esto a la juventud. ¿Qué impresión habrá causado esta acusación en este último y en el juzgado, respectivamente? Colocándonos un momento en su lugar, lo más probable es que Sócrates se haya burlado interiormente de la infantil composición del anterior enunciado. Analicemos que éste lo primero que dice es que Sócrates quiere penetrar en las cosas del cielo, sin embargo, por otro lado, se le acusa también de no creer en los dioses de Atenas.

Podemos así observar como Gorgias de Leoncio consiguió en su función de embajador de no sólo convencer a Atenas de que participara en la lucha contra las ciudades jónicas, sino atraer la atención entera de los atenienses para aprender el nuevo arte de la retórica.

Pero aquello no estaba mal, lo que no concuerda con todo esto es que la retórica dejó de ser una ayuda para la vida política y se convirtió en instrumento del poder, adecuando el discurso y las palabras a toda ocasión, o "convirtiendo en buena una mala causa, y viceversa ". Y es precisamente de esto ahora que se le acusa a Sócrates.

El efecto de la cantidad de engaño presente aquí es que Sócrates comprueba que nunca se ha interesado por aquellas ciencias, y que eso cualquiera de los presentes lo ha podido observar cuando ha estado presente en la plaza pública o Ágora, que es en donde él pasa la mayor parte de su tiempo dialogando con las personas, poniendo en práctica sus métodos.

Pero el objetivo de Sócrates nunca fue enseñar, y esto hay que tenerlo muy claro, porque puede confundirse su capacidad de desarrollar la dialéctica con un método de instrucción. No es esto ni mucho menos, Sócrates lo aclara así en primera instancia cuando nos dice que es una falsedad si es que se había oído decir que el se dedicaba a la enseñanza y que además cobrara por ello.

Ejemplo de algunos que sí cobraran por ello, nos dice, son Gorgias de Leoncio, Hippias de Elea y Pródico

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