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Armando Alanis Pulido


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2013  •  1.802 Palabras (8 Páginas)  •  346 Visitas

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Armando Alanis Pulido (Monterrey, 15 de enero de 1969) es un poeta y promotor cultural mexicano, director fundador del Movimiento Acción Poética1 que consiste en pintar las bardas de la ciudad con frases amorosas versos y textos poéticos.

Armando Alanís es un poeta regio de reconocida obra y trayectoria. Ha publicado 15 libros de poesía y ha recibido un puñado de premios nacionales e internacionales. Desde hace 16 años cada domingo, sin falta, sale a la calle con una cubeta de pintura y, brocha en mano, pinta sus versos sobre los ásperos muros de ladrillo o lámina de la ciudad.No sabe cuántos ha pintado, pero son miles. Además,bajo la firma de Acción Poética, las frases de Alanís, esparcidas por todo Monterrey, capital de Nuevo Léon, encontraron eco en las redes sociales y cientos de jóvenes han adoptado y replicado su propuesta en por lo menos 20 ciudades mexicanas y una decena de países. e esTe lado hay sueños”.

Armando Alanís cree en la poesía. No sabe muy bien por qué. hTiene 43 años, 15 libros publicados en su natal Monterrey y ocho premios nacionales e internacionales. Pero no le basta. “La poesía debería ser de todos”, se repite constantemente, a veces agobiado. El cabello lacio y largo rodea su cara, en donde unos ojos tristes hacen juego con la sonrisa afable y un marcado acento regio: “Que la gente no lea poesía no significa que no la necesite”, afirma contundente.Ya tenía algunos libros publicados cuando empezó a repartir volantes en las principales avenidas de Monterrey. Imprimía poemas suyos o de sus contemporáneos para ofrecerlos entre los peatones como si se tratara de catálogos de una tienda de electrodomésticos. De cuando en cuando también mandaba imprimir carteles que más tarde pegaba a un costado de los cajeros automáticos: Poesía automática para el usuario, le bautizó.

Un día, sin mayor explicación, el papel dejó de ser suficiente. Armando necesitaba llegar más allá de los lectores esporádicos. Había que salvar a la poesía, un animal en extinción, inútil para la mayoría de la gente que recibía sus volantes tal vez sin leerlos nunca.Sin pensarlo demasiado, tomó una cubeta de pintura, un rodillo, una brocha y salió de nuevo a la calle. Era mediodía. En su cabeza, el miedo de ser detenido por algún policía se mezclaba con una extraña sensación de seguridad. Allí, en un rincón escondido de la calzada Madero, Alanís dejaría su primera pinta hace ya 16 años:“soy Tu mirada que me observa”.

Armando comenzó a firmar como Acción Poética en honor al poeta chileno Vicente Huidobro quien, en uno de sus más conocidos poemas, declara: “la poesía es un acto”. Desde entonces, cada domingo Armando sale a la calle en busca de bardas que puedan ser intervenidas. Lo hace siempre a la luz del día y, por lo general, elige muros sin dueño, abandonados y derruidos por el clima o el olvido. Tan sólo en 2009, Alanís presumía haber pintado unas 9 mil bardas. Hoy ya ha perdido la cuenta, aunque en las redes sociales se han ido creando grupos que recopilan fotografías de sus intervenciones, las festejan y las imitan.—Yo estoy un poco asustado —dice Alanís con ese hablar tranquilo y disperso que tiene—. Casi diario recibo una foto nueva de alguna nueva pinta que alguien firmó como Acción Poética. Al menos en 20 ciudades (de México) y en 10 países distintos se están pintando versos con ese mismo sello. Siento que creé un monstruo, ¿sabes? Pero mientras el monstruo sea la poesía, estará bien.

Ray Bradbury y Edgar Allan Poe fueron los culpables de que Armando se decidiera a escribir. Pero que fuera poeta lo determinó —como debía ser— un amor no correspondido. Sin falso pudor, cuenta cómo un fallido romance de secundaria le arrancó sus primeros versos. Al salir de la preparatoria se propuso leer a todos los poetas de Nuevo Léon y cuando se dio cuenta la poesía era la actividad a la que más tiempo dedicaba. Investigarla, leerla, escribirla, difundirla y promoverla, a eso dedica su vida actualmente.

—Yo escribía cuentitos de ciencia ficción —recuerda, como si todo aquello fuera producto del azar y no de un trabajo constante—, hasta que en un periódico local me dijeron: tenemos un espacio para ti, pero es pequeño. Mejor escribe poemas. En aquel tiempo sus poemas “eran malos, malísimos”, reconoce. La constancia de escribir un poema al día y el gusto de recibir un pago por ello alimentaron lo que con el tiempo se convertiría en un oficio. Sin embargo, ese trabajo se terminó y pronto se quedó sin el espacio para publicar sus versos.

—Estoy convencido de que la poesía nos hace mejores personas —repite Alanís en todas sus entrevistas—. Seríamos mejores si nuestros gobernantes leyeran poemas, si la poesía fuera parte de la canasta básica. Debería ser obligatorio saberse de memoria un buen poema para entrar a la preparatoria. Los mexicanos —lamenta Alanís— hemos tomado muchas decisiones equivocadas a lo largo de nuestra historia, una de esas malas decisiones es no leer.

Es sabido que en México falta mucho por hacer para que arraigue el hábito de la lectura. Pero si la gente casi no lee libros, lee en la calle los cientos de mensajes escritos que bombardean sus ojos a diario. En ese lienzo que son las ciudades, ocupado por la publicidad

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