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Autobiografía lectora David Fernando Pico Villalba


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2017  •  Biografías  •  2.158 Palabras (9 Páginas)  •  266 Visitas

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Autobiografía lectora

David Fernando Pico Villalba

¿Libros? Tenía muchas expectativas en mi vida sobre ellos. Lamentablemente, no recuerdo en este momento cuál fue el primero que leí o que me leyeron, supongo que eso significa que mi primer contacto con la lectura no fue algo significativo. ¡É tão triste! ¡C´est très triste! Lo que sí puedo relatar, es la increíble relación que tuve con la anatomía humana y su tomo 1. Mi padre lo adquirió para mí y tal obsequio fue el mejor regalo de mi infancia con mi disfraz de médico, el cual me hace producir sentimientos como alegría y resignación a su vez. Huesos, músculos cigomáticos, conceptos de otorrinolaringología y la reflexión de la naturaleza y mis globos oculares plasmados teóricamente en grandes hojas de hermosos gráficos que representan la oftalmología a flor de piel eran mis secciones preferidas.

De repente, lágrimas, un simbólico rompimiento del corazón, pasos lentos, y, soledad total por una tarde y una noche entera. Todo lo anterior no fue llevado a cabo por mí. Pero, ¿quién procesó desgarradoramente la labor de las glándulas lacrimales, el drenaje correcto del humor acuoso a través de la cámara anterior, y la articulación de los fémures, rótulas tibias, peronés, tarsos y metatarsos de manera paulatina? Esta persona es mi madre. ¿La razón? El libro Pinocho, un regalo que lo acepté con cierto desagrado, lo leí, decodificándolo crudamente, sosteniendo que sus páginas eran decepcionantes, la redacción pobre y los gráficos no producían exquisitez en mi opinión. Así que le dije, yo quería la versión de Disney, mas no una de editorial italiana que no me gusta. Ahora, se sumó otro proceso de labor lacrimal que propuso una discordia entre mis padres y yo por varios días.

Mi trayectoria continuó con mi padre; gracias a él, aprendí a que debo ser apasionado con los libros. Apasionado con los libros… esta hermosa frase me recuerda “An education” un drama protagonizado por Carey Mulligan encarnando a Jenny, una chica adolescente sumergida en los suburbios londinenses con un increíble y alentador objetivo: ser admitida en Oxford y, como siempre lo menciona con una sonrisa pícara y una lengua rebelde y traviesa ¡seré admitida y leeré eternamente libros en inglés! Refiriéndose a la carrera de literatura inglesa. Jenny se sumerge en una decisión madura, fluyendo en los ríos de color oscuro que emergen de la boca de David, el hombre que la transporta en el caudal repleto de lujos de Chelsea y sus abrigos de miles de euros, melodías de ópera en el teatro Globe y piezas de arte de invaluables chelines. ¿Una vida alrededor de conciertos, pieles y pinturas de 3 metros de dimensión o contemplar los libros en inglés diariamente a través de la visión de Oxford? Mmm un camino que pendería en una cuerda floja y que requeriría una decisión tan madura que superaría toda rebeldía e instinto salvaje comprendido por la etapa adolescente. Sin duda, iría a Oxford, ni los lujos materiales me tentarían a rechazar un espacio en aquél lugar de ensueño.

En fin, como puede ser visto, los sueños tienen una estrecha relación con mi personalidad lectora. Retomo mi infancia, etapa en la cual permanecía sobrias tardes de sábado en la biblioteca. Confieso que odiaba estar en la sala infantil, y no quiero mostrarme orgullosamente, pero me aburría estar alrededor de niños leyendo libros llenos de dibujos hechos por los mismos infantes y caligrafías enormes. Mi lugar favorito era la sala general; Sentía felicidad al estar rodeado de mujeres y hombres leyendo para la academia. Me dirigía hacia los estantes enormes y observaba cuidadosamente la mitología griega y romana, Júpiter y Zeus, Atenea y su belleza, Creta y sus mares repletos de trampas ¡Horas inigualables de literatura fantástica, que, aunque era un salto de la cognición infantil hacia la adulta era fantástico! Recuerdo tener en mis manos un libro sobre química radioactiva, ¿mi edad? Aproximadamente 7 años. Debo admitir que mi cerebro receptaba las fórmulas químicas, las aleaciones de los elementos de transición metálicos, los curiosos y poco mencionados lantánidos y actínidos, pero se trataba aun de un proceso contraproducente. ¿Química, de reactores y circunstancias nucleares en tercero de primaria? En realidad es algo sobrenatural. Sé que es extraño que mientras en la escuela estuviera aprendiendo a dividir, y en biología aprendiendo qué es un ecosistema, los fines de semana me sumergiera en la medicina, la química y la literatura universal.

En el momento que pisé la secundaria, sentí un giro de 360 grados. Lo único que leía era álgebra, sistemas binarios y la factorización, que luego de nueve años comprendí que es tan fácil de interpretar como una simple palabra usada en el basilecto colombiano. Todo era cuestión de verla desde un proceso de desglose muy cuidadoso teniendo como fuente una cartilla novedosa matemáticamente ¡Estrategia didáctica de valiosa raíz significativa! Y no desde el venerable y respetado Baldor.

Huasipungo, Jorge Icaza, grado décimo, 1 de la tarde en busca de aquella desgracia. Rin rin renacuajo salió esta mañana muy tieso y muy majo, muchacho no salgas, le grita mamá, pero él hace un gesto y orondo se va. Pombo y mis padres se unen, y con ademanes sus preocupaciones me urgen, pero con amargo ceño les grito ¡No me importunen! Los pedales y mis pies con acelero se fruncen y en un abrir y cerrar de ojos el ladrón con manubrio y pedales se desvanece sin enojos. Una moraleja que gracias a Pombo, al ratero, al indio Huasipungo y al millonario y explotador Mckalister pude construir. La interpretación de aquél libro fue sencilla. Un pudiente americano, le quiso robar su dignidad física y espiritual a un grupo de indios. Así me ocurrió; mi bicicleta desapareció, un tesoro material y espiritual arrebatado, no por un poseedor de dinero pero sí por uno de tácticas para apoderarse del elemento invaluable. Analogía devastadora, sin embargo, realista y fatalmente inspiradora.

Saramago y su escritura continua se apropiaron de mi gusto hacia la lectura. Linealidad fugaz y páginas que reflejan criticismo social resultaron causar abundante placer. Hasta ahora “Ensayo sobre la ceguera” es mi libro preferido, logrando desbancar al tomo 1 de anatomía. Mis ojos jugaban un papel esencial en el momento de leerlo en primera instancia. Era mi obligación pararme en los pies de la mujer del médico y apreciar los dones que una sociedad abstenida no podía aprehender. Pero, hay que hacer una pausa corta y reflexionar ¿Se trató de un don efímero ese momento final que narra La mujer del médico se levantó, se acercó a la ventana. Miró hacia abajo, a la calle cubierta de basura, a las personas que gritaban y cantaban. Luego alzó la cabeza al cielo y lo vio todo blanco, Ahora me toca a mí, pensó. El miedo súbito le hizo bajar los ojos. La ciudad aún estaba allí? ¿Acaso es una cruda situación que simboliza la condenación total de la humanidad sin excepción ni piedad alguna?

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