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Autores Romanticismo

Arcticmonkito28 de Noviembre de 2012

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Autores Importantes del romanticismo:

Johann von Goethe

Johann Wolfgang von Goethe (1749 – 1832 Alemania) poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente.

En palabras de George Eliot fue "el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra". Su obra abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos.

Nació en Fráncfort del Meno, hijo de Johann Caspar Goethe, abogado y consejero imperial que se retiró de la vida pública y educó a sus hijos él mismo y de Katharina Elisabeth Textor, hija de un antiguo burgomaestre de Fráncfort. Estas vinculaciones familiares le pusieron en contacto desde el principio con el patriciado urbano y la vida política.

Goethe estudió Derecho en Leipzig (1765); conoció los escritos de Winckelmann sobre arte y cultura griegas, pero una grave enfermedad le obligó a dejar los estudios en 1768 y volver a Fráncfort; Katharina von Klettenberg, amiga de su madre, le cuidó y le introdujo en el misticismo pietista, que ponía su énfasis en el sentimiento dentro de la confesión protestante; por entonces compuso sus primeros poemas.

Retomó los estudios en 1770 en Estrasburgo y los concluyó al año siguiente; allí conoció a Friederike Brion, que le inspiró la mayoría de sus personajes femeninos, y trabó amistad con el teólogo y teórico del arte y la literatura Johann Gottfried von Herder, que le introdujo en la poesía popular alemana, le descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del Neoclasicismo francés.

La mejor obra de Goethe es el Fausto, obra clásica de la Literatura Universal. La primera versión, Fausto original, estaba acabada en 1773. Pero el autor la siguió retocando; ya en abril de 1806 estaba completo, pero las guerras napoleónicas demoraron dos años la publicación hasta 1808; la segunda parte sólo sería publicada en 1833, un año después del fallecimiento del autor. La primera parte articula en torno a la historia de cómo Fausto, fatigado de la vida y decepcionado de la ciencia, hace un pacto con el diablo que le devuelve la juventud a cambio de su alma y la historia de amor entre Fausto y Gretchen, que Mefistófeles manipula de forma que Fausto llegue al homicidio - mata al hermano de su amada - y Gretchen tenga un embarazo indeseado, que le conduce primero al infanticidio y luego a ser ejecutada por asesinar a su hijo.

El Fausto

“De nuevo os acercáis, vagas formas que allá en los días de mi juventud os mostrásteis ya a mi turbada vista. ¿Intentaré yo reteneros esta vez? ¿Siento mi corazón inclinado todavía a aquellas ilusiones? Estáis pugnando por acercaros a mí. En buena hora: podéis disponer, tal como del seno de los vapores y de la niebla os alzáis en torno mío. Siéntese mi pecho estremecido como en mis juveniles años por los mágicos efluvios que en vuestro desfile os envuelven. Aportáis con vosotras las imágenes de placenteros días; alzase muchas sombras amadas, y semejantes a una añeja leyenda medio olvidada, resurgen con ellas el primer amor y la primera amistad; renuévase el dolor, y el lamento vuelve a seguir el laberíntico y extra-viado curso de la vida, nombrando los seres queridos que, burlados en horas risueñas por la fortuna, desaparecieron antes que yo. No oyen ya los siguientes cantos las almas para quienes yo entoné los primeros; cual polvo se ha esparcido la multitud cariñosa, y se han ido perdiendo ¡ay! los primeros ecos. Resuenan mis acentos para una muchedumbre desconocida, cuyo aplauso mismo llena de in-quietud mi corazón, y aquellos que en otro tiempo se deleitaban en mi canto, si alientan aún, vagan por el mundo errantes y dispersos. Apodérase de mí un anhelo insólito largo tiempo ha, por esa plácida y augusta región de los espíritus; fluctúa ahora en vagos sonidos el murmurio de mi canto, parecido a las modulaciones del arpa eólica. Un estremecimiento invade mi sér, las lágrimas suceden a las lágrimas; el yerto corazón siéntese blando y tierno; lo que poseo, lo percibo como en lontananza, y lo que desapareció truécase para mí en palpitante realidad....”

Victor Hugo

Victor Hugo (Besanzón 1802 – París 1885), poeta, dramaturgo y escritor romántico francés, considerado como uno de los escritores más importantes en lengua francesa. También fue un político e intelectual comprometido e influyente en la historia de su país y de la literatura del siglo XIX. Ocupa un puesto notable en la historia de las letras francesas del siglo XIX en una gran variedad de géneros y ámbitos.

Hijo del general del Imperio Joseph Léopold Hugo—nombrado conde, según la tradición familiar, por José I Bonaparte, rey de España— y de Sophie Trébuchet (1772‑1821), de origen bretón. Fue el menor de una familia de tres hijos varones, tras Abel y Eugène, pasó su infancia en París.

Animado por sus éxitos, Hugo abandona las matemáticas, y se embarca en la carrera literaria. Con sus hermanos funda en 1819 una revista, que atrae la atención sobre su talento. Su primera colección de poemas, aparece en 1821: el autor tiene por entonces diecinueve años. La tirada de 1500 ejemplares se agota en cuatro meses. El rey Luis XVIII, que posee un ejemplar, le otorga una pensión anual de mil francos, lo que le permite hacer planes de matrimonio con su amiga Adèle Foucher. Hugo contrae matrimonio el 12 de octubre de 1822 con una amiga de la infancia, Adèle Foucher.

Hugo se encuentra con personajes como Berlioz, Chateaubriand, Liszt y Giacomo Meyerbeer, y escribe colecciones de poesía.

Cuando se produce el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851, Hugo intenta huir pero es retenido; sin embargo un comisario francés se niega a detenerlo diciéndole “¡Sr. Hugo, no le arresto porque solamente detengo a la gente peligrosa!”. Hugo se exilia voluntariamente en Bruselas, y condena con fuerza el golpe de Estado.

Les misérables es considerada como una de las obras más conocidas del siglo XIX. La novela, de estilo romántico, plantea a través de su argumento un razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión.

El autor confesó que se había inspirado en Vidocq, criminal francés que se redimió y acabó inaugurando la Policía Nacional francesa, para crear a los dos protagonistas y que la historia de su país le había inspirado para situar el contexto histórico: por ello, los personajes viven la Rebelión de junio (1832) y los posteriores cambios políticos. Además, el autor analiza los estereotipos de aquel momento y muestra su oposición a la pena de muerte. En definitiva, esta novela es una defensa de los oprimidos, vivan en el lugar y momento histórico que vivan.

Los miserables:

“En 1815, era obispo de D. el ilustrísimo Carlos Francisco Bienvenido Myriel, un anciano de unos setenta y cinco años, que ocupaba esa sede desde 1806. Quizás no será inútil indicar aquí los rumores y las habladurías que habían circulado acerca de su persona cuando llegó por primera vez a su diócesis.

Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen. El señor Myriel era hijo de un consejero del Parlamento de Aix, nobleza de toga. Se decía que su padre, pensando que heredara su puesto, lo había casado muy joven. Se decía que Carlos Myriel, no obstante este matrimonio, había dado mucho que hablar. Era de buena presencia, aunque de estatura pequeña, elegante, inteligente; y se decía que toda la primera parte de su vida la habían ocupado el mundo y la galantería. Sobrevino la Revolución; se precipitaron los sucesos; las familias ligadas al antiguo régimen, perseguidas, acosadas, se dispersaron, y Carlos Myriel emigró a Italia. Su mujer murió allí de tisis. No habían tenido hijos. ¿Qué pasó después en los destinos del señor Myriel?

El hundimiento de la antigua sociedad francesa, la caída de su propia familia, los trágicos espectáculos del 93, ¿hicieron germinar tal vez en su alma ideas de retiro y de soledad? Nadie hubiera podido decirlo; sólo se sabía que a su vuelta de Italia era sacerdote.

En 1804 el señor Myriel se desempeñaba como cura de Brignolles. Era ya anciano y vivía en un profundo retiro.

Hacia la época de la coronación de Napoleón, un asunto de su parroquia lo llevó a París; y entre otras personas poderosas cuyo amparo fue a solicitar en favor de sus feligreses, visitó al cardenal Fesch. Un día en que el Emperador fue también a visitarlo, el digno cura que esperaba en la antesala se halló al paso de Su Majestad Imperial. Napoleón, notando la curiosidad con que aquel anciano lo miraba, se volvió, y dijo bruscamente:

¿Quién es ese buen hombre que me mira?

Majestad -dijo el señor

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