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Caso O. J Simpson

ariadnap15 de Noviembre de 2012

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El juicio

El 23 de enero de 1995, O. J. Simpson fue juzgado por dos cargos de asesinato. Se declaró inocente de ambos y reunió a su propio Dream Team, un equipo de abogados implacables y que cobraban altísimos honorarios, entre ellos los legendarios defensores de pleitos civiles Alan Dershowitz, F. Lee Bailey, Robert Kardashian, Johnnie Cochran y Robert Shapiro, además de los abogados especialistas en pruebas de ADN Barry Scheck y Peter Neufeld. Su primera tarea fue obstruir la selección del jurado y asegurarse de que sus miembros les fueran favorables. Los abogados, con Cochran a la cabeza, determinaron desde el principio que la etnia y la raza constituirían factores cruciales a la hora de garantizar un veredicto de inocencia para Simpson. Finalmente, consiguieron ese jurado favorable a su causa, que estaba compuesto por ocho mujeres de raza negra, dos de raza blanca, un hombre de raza negra y un hispano. La defensa pensaba que las mujeres negras podrían mostrar más empatía por Simpson.

En el otro extremo de la sala, a la cabeza de la acusación pública, se encontraban la fiscal de distrito, Marcia Clark, y Christopher Darden, ayudante del fiscal. Clark tenía fama de ser una litigante dura y decidida, como consecuencia tanto de su traumático pasado (en su adolescencia sufrió una violación durante un viaje a Europa, y en su edad adulta sobrevivió a dos matrimonios en los que dominaban los abusos) como del periodo que pasó en la Unidad de Juicios Especiales. Presidía la sala el juez Lance Ito, ciudadano estadounidense de origen japonés cuyos padres estuvieron recluidos durante la Segunda Guerra Mundial. Su nombramiento se percibió como una inteligente maniobra política, debido a su raza.

La teoría que presentaba la acusación era simple: Simpson mantuvo una relación abusiva con Brown mientras estuvieron casados; él sentía celos de la relación de su ex mujer con Goldman; además, no tenía coartada para el periodo de tiempo en que se habían producido los asesinatos. En el apartamento de Brown, el acusado dejó huellas de pisadas, una gorra con cabellos adheridos y, al menos, ocho gotas de su sangre. En el domicilio de Simpson se encontró un guante que coincidía con el hallado cerca de los cuerpos, y que además tenía restos de la sangre de Goldman. En su dormitorio, había un par de calcetines salpicados con la sangre de Nicole. En su Ford Bronco, se encontraron restos de sangre pertenecientes a Nicole y Goldman.

La versión de la defensa también era sencilla: Simpson era completamente inocente; la investigación que lo relacionaba con los crímenes era una farsa elaborada por los malintencionados policías y unos incompetentes técnicos de laboratorio. Simpson no era más que otra víctima negra del sistema judicial blanco, acusado solo por el color de su piel. La paliza a Rodney King en 1991, el juicio y absolución de los policías blancos, y los posteriores disturbios aún estaban frescos en la memoria común.

Por tanto, la segunda acción de la defensa fue cuestionar las motivaciones y convicciones personales de los policías implicados, en concreto, las del detective Mark Fuhrman, aduciendo que tenían puntos de vista y patrones de comportamiento racistas. Cochran incluso comparó a Fuhrman con Adolf Hitler. Además, alegaron que había colocado el guante en la propiedad de Simpson. Acto seguido, cuestionaron la legitimidad de la orden de búsqueda original. El juez Ito, aunque criticó la forma en que se había conseguido y emitido dicha orden, la ratificó y admitió las pruebas cuestionadas.

En tercer lugar, la defensa intentó tender una emboscada a la acusación llamando a testigos sorpresa. Según la legislación vigente en California, tanto la acusación como la defensa deben revelar a la parte contraria toda información relativa a los testigos que vayan a comparecer. La defensa hizo caso omiso a esta ley, y el juez Ito, oídos sordos a las peticiones de la acusación, que tuvo que hacer frente a 26 testigos inesperados.

En cuarto lugar, la defensa desacreditó las pruebas físicas reunidas por la fiscalía, aduciendo presuntas deficiencias procedimentales que planteaban dudas acerca de la fiabilidad de las pruebas. Por ejemplo, la muestra de sangre que Simpson proporcionó en su visita a la policía había sido transportada durante horas en lugar de entregada de inmediato al laboratorio. Como consecuencia, se extravió parte de la muestra, que supuestamente se empleó para contaminar la escena del crimen e inculpar a Simpson.

Por último, la defensa intentó desacreditar las pruebas de ADN de la fiscalía. Scheck y Neufeld llevaron a cabo el ataque principal. Se trataba de dos científicos y abogados de derechos civiles con gran experiencia, fundadores de la organización sin ánimo de lucro Innocence Project (Proyecto Inocencia), que emplea las pruebas de ADN para liberar a gente que ha sido condenada de forma errónea. Para empezar, acusaron al equipo forense de premeditación en la alteración de pruebas; y después, de ser incompetente. Una de sus ofensivas principales se centró en el hecho de que la recogida de las muestras de sangre la llevó a cabo de forma descuidada un miembro del equipo de reciente incorporación sin la supervisión de alguien con mayor experiencia.

Los complejos detalles técnicos de la recogida y estudio del ADN no eran fácilmente comprensibles para los miembros del jurado, de lo cual se aprovecharon tanto Scheck como Neufeld. Incluso a pesar de que los peritos de la acusación insistieron en que la probabilidad de que la sangre encontrada cerca de los cuerpos no perteneciese a Simpson eran de uno entre 170 millones, Scheck y Neufeld expusieron una serie de complicadas cuestiones hipotéticas que, si ya lograron confundir a los propios peritos, ni que decir tiene que también al jurado. La cuestión fundamental era sembrar la duda sobre la integridad de las pruebas de ADN; además, los expertos de la acusación contribuyeron a perder al jurado en un laberinto de terminología científica.

El colmo fue cuando la acusación pidió a Simpson que se probara el guante: le estaba pequeño. A pesar de que la acusación intentó argumentar que la prenda había encogido al estar empapada de sangre, haber sido congelada y descongelada, y sometida a multitud de pruebas, el daño estaba hecho. El 3 de octubre de 1995, el jurado declaró a O. J. Simpson inocente.

El crimen

En torno a la medianoche del 13 de junio de 1994, un vecino que paseaba al perro descubrió los cadáveres de Ron Goldman y Nicole Brown en los alrededores del apartamento de Brown en Brentwood, Los Ángeles. El cuerpo de Brown, de 1,65 metros de altura y 58 kilos de peso, estaba cubierto de la sangre proveniente de un profundo corte en el cuello; tal era la profundidad de la herida, que se podría decir que casi la habían decapitado. Además, la habían apuñalado en el cuello y en la cabeza, y tenía las manos en posición defensiva, como si intentara rechazar el ataque. Goldman, de 1,75 metros y 77 kilos, yacía a tres metros de Brown; presentaba una cuchillada en el cuello y 19 puñaladas en total. Ambos tenían grandes contusiones en la parte posterior de la cabeza, lo que indicaba un traumatismo por objeto romo. La policía encontró cerca de los cuerpos un guante izquierdo de cuero marrón y una gorra de punto.

La detención

Cuando la policía intentó ponerse en contacto con Simpson, descubrió que había abandonado su casa de la avenida North Rockingham a las 23.15 horas para tomar el vuelo de las 23.45 a Chicago para jugar al golf. Llegó al hotel O’Hare Plaza de Chicago a las 4.15 de la madrugada. Se le comunicaron las muertes a las 5.45. En ese momento abandonó el hotel y se preparó para coger el vuelo de las 7.41 de la mañana hacia Los Ángeles. En torno al mediodía, acudió voluntariamente a la comisaría para ser interrogado. Allí, se le tomaron las huellas, se le extrajo una muestra de sangre y fue fotografiado. Cuando le preguntaron por el vendaje que llevaba en el dedo corazón explicó que se había cortado con un cristal.

Mientras esperaba el regreso de Simpson a Los Ángeles, la policía registró los jardines de su vivienda. Los detectives encontraron un Ford Bronco blanco, propiedad de Hertz Corporation, empresa para la que Simpson trabajaba de portavoz. En el vehículo se hallaron varios paquetes con las palabras “Orenthal Products” y manchas de sangre en los tiradores de las puertas. Asimismo, encontraron un guante derecho de cuero marrón ensangrentado y un rastro de gotas de sangre que partía del Bronco y recorría el camino de entrada hasta la puerta principal. Más tarde esa mañana, la policía de Chicago registró la habitación de hotel que ocupó Simpson y allí encontraron rastros de sangre en el lavabo, un vaso roto y una toalla ensangrentada.

El 16 de junio, tuvo lugar en el condado de Orange el entierro de Nicole Brown, al que acudieron Simpson, su familia y amigos, aunque la noticia estrella de ese día fue que las pruebas preliminares de ADN confirmaron que la sangre del guante encontrado en la propiedad de Simpson pertenecía a este y a las dos víctimas. A esta prueba se sumó el testimonio de un testigo presencial que declaró haber visto a Simpson conduciendo el Ford Bronco en torno a

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