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Cosa Que Pasan

diegobosa29 de Abril de 2014

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HELMER (En voz baja):

Ha bebido mucho.

NORA (Distraída):

Es muy posible. (Helmer saca unas llaves del bolsillo y pasa

al recibidor). ¿Qué vas a hacer, Torvaldo?

HELMER:

Desocupar el buzón; está atestado y no van a caber los

periódicos mañana por la mañana...

NORA:

¿Vas a trabajar esta noche?

HELMER:

De ningún modo... ¿Qué es esto? Han andado en la cerradura.

NORA:

¿En la cerradura?

HELMER:

Sin duda. ¿Qué significa esto? No puedo creer que las muchachas...

Aquí hay un trozo de aguja de cabello. Nora, es una de las tuyas.

NORA (Con viveza):

Quizá los niños...

HELMER:

Es preciso que les quites esa costumbre. ¡Hum! Vamos, ya está

abierto de todos modos. (Saca el contenido del buzón y llama). ¡Elena!...

¡Elena! Apague usted la luz de la entrada. (Entra con las cartas en la

mano y cierra la puerta del recibidor). Mira, ¿ves cuántas? (Examina los

sobres). ¿Qué es esto?

NORA (En la ventana):

¡Esa carta! ¡No, no, Torvaldo!

HELMER:

Dos tarjetas de visita.... de Rank.

NORA:

¿Del doctor?

HELMER (Mirándolas):

Rank, doctor en medicina. Estaban sobre las cartas.... Las

habrá depositado en el buzón al salir.

NORA:

¿Tienen algo escrito?

HELMER:

Hay una cruz grande encima del nombre. Mira. ¡Qué broma

de tan mal gusto! Es como si diera parte de su muerte.

NORA:

Es lo que hace efectivamente.

HELMER:

¿Qué? ¿Qué sabes? ¿Te ha dicho algo?

NORA:

Sí. Las tarjetas significan que se ha despedido de nosotros para

siempre. Va a, encerrarse a morir.

HELMER:

¡Pobre amigo mío! Ya sabía que no había de vivir mucho

tiempo; pero tan pronto... Y va a ocultarse como un animal

herido.

NORA:

Si ha de ocurrir, vale más que sea en silencio. ¿Verdad, Torvaldo?

HELMER (Paseando):

Era como de la familia. No puedo aceptar la idea de su

pérdida. Con sus padecimientos y su genio retraído,

constituía como el fondo de sombra en el cuadro soleado

de nuestra felicidad.... En fin, quizá sea preferible... Al

menos para él. (Se detiene). Y acaso también para nosotros,

Nora. Ahora estamos consagrados exclusivamente el uno al otro.

(La abraza). ¡Ah! Mujercita adorada. Nunca te estrecharé bastante.

Mira, Nora.... quisiera que te amenazara algún peligro para poder

exponer mi vida, para dar mi sangre, para arriesgarlo todo, todo

por protegerte.

NORA (Desprendiéndose, con voz firme y resuelta):

Lee las cartas, Torvaldo.

HELMER:

No, no, esta noche no... Deseo quedarme contigo, con mi

idolatrada mujercita.

NORA:

¿Con la idea de la muerte de tu amigo?...

HELMER:

Tienes razón. A los dos nos ha afectado. Se ha interpuesto entre

nosotros la idea de la muerte y de la disolución. Tenemos que

hacer algo por olvidarla. Hasta entonces... Nos retiraremos cada

uno a nuestro aposento.

NORA (Arrojándose a su cuello):

¡Buenas noches, Torvaldo...., buenas noches!

HELMER (Besándola en la frente):

¡Buenas noches, avecilla cantora! Duerme en paz. Voy a

leer las cartas. (Pasa a su habitación llevándose las cartas

y cierra la puerta).

NORA (Tanteando alrededor de sí, con ojos extraviados,

toma el dominó de Helmer y se cubre con él, diciendo con

voz breve, incoherente v sacudida):

¡No volver a ver lo jamás! ¡Jamás, jamás, jamás! ¡Y los niños..., no

volver a verlos tampoco!...

...

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