Crónica de un mundo nuevo.
jramisApuntes13 de Mayo de 2016
3.759 Palabras (16 Páginas)292 Visitas
Crónica de un mundo nuevo.
Día 1. Lo primero que nos surgió fue volver al departamento de Noelia y encender la TV para ver las noticias, pero no había electricidad, inmediatamente chequeamos los celulares, pero estos ya no encendían, estaban muertos, sin batería. Tratando de mantener la calma, salimos por las escaleras y comenzamos a golpear las puertas de los vecinos, pero nadie contestó; la idea siguiente fue la de caminar en tres direcciones distintas algunas cuadras y juntarnos en el mismo punto de donde partimos unos minutos más tarde, y así comprobar si este era un fenómeno que se extendía o si se trataba de algún factor aislado.
Habiendo pasado una hora de separarnos y comprobar que esto se extendía a unas 20 cuadras a la redonda, y en ese trayecto no oír el más mínimo sonido o ver alguna figura que de indicios de actividad humana, decidimos subirnos a un auto, pero de nada sirvió, al igual que los celulares, estaba muerto.
Minuto a minuto la desesperación crecía y no le encontrábamos respuesta a esta nueva situación en la que nos encontrábamos. Guido propuso usar las bicicletas que fuéramos encontrando y eso hicimos, pero la primera pregunta fue ¿A dónde ir?, y este fue nuestro primer dilema.
Noelia, al no ser de Buenos Aires no se opuso a ninguna propuesta, y siendo que la familia de Guido vivía en Callao y Córdoba, y la mía en el barrio de Lugano, cedí a ir primero a donde su familia, para comprobar si ellos no habían sido también “desaparecidos”. Pedaleamos unas 20 cuadras hasta la casa de la familia de Guido y nada, y el mismo panorama hallamos al llegar a mi barrio, la “desaparición” se había llevado al parecer a todos sin distinción, en el trayecto de casa en casa, el panorama era el mismo; los únicos seres vivientes que seguían merodeando las calles de la ciudad eran perros y gatos, palomas, gorriones y algún caballo que todavía se encontraba atado a un carro.
La noche nos había alcanzado, y en vistas de buscar refugio y de abastecernos de alimentos nos asentamos en el supermercado Jumbo, del barrio de Lugano, donde pasamos nuestra primera noche, una primera noche llena de preguntas sin muchas respuestas.
Día 2. Al salir el sol, todavía era temprano en la mañana y la confirmación de que esta situación se iba a convertir en nuestra realidad, se hacía inminente. En este segundo día no quisimos modificar mucho nuestra situación, nos encontrábamos en un lugar al parecer seguro, provisto de suficiente alimento para alimentar un batallón, y gracias al sector de indumentaria y muebles, al momento teníamos a mano lo necesario para no preocuparnos por esto y dedicarnos a esperar. Y así dejamos pasar una semana entera.
Día 9. Después de estos 9 días de convivencia con Guido y Noelia nos vamos conociendo, fuimos afianzando el vínculo, intentando dejar de lado las individualidades y de pensar en el beneficio del grupo. Analizamos a fondo la situación que no hace otra cosa que empeorar, ya que los “desaparecidos” no aparecieron y tuvimos que tomar las riendas de la situación. Por lo que hicimos un plan de supervivencia, si supervivencia, aceptamos que ahora éramos nosotros tres contra la naturaleza modificada, lo que el hombre había hecho al mundo hasta hoy se había frenado, la mano del hombre ya no modificaba nada; a partir de hoy seriamos nosotros lo que modificásemos el contexto que se nos iba a presentar de hoy en adelante, los ingenieros que construirán, tal vez bien, tal vez mal; pero a nuestro modo el futuro. Para lo cual optamos por: movilizarnos a un lugar abierto, terreno verde, cerca del agua donde poder cultivar nuestros propios alimentos y quizás donde podamos conseguir animales todavía domésticos que hayan sobrevivido 9 días sin la intervención del hombre, para hacerlos parte de nuestro nuevo mundo. Pero decidimos también que este nuevo espacio donde construyéramos nuestro nuevo mundo, debe estar cerca de la ciudad, cerca de los puntos de abastecimiento y de las bibliotecas, universidades y hospitales. Y nos decidimos por ir a un Barrio cerrado llamado San Sebastián en la localidad de Pilar, que yo conocía por haberlo visitado. Este barrio era enorme y nuevo, por lo que tenía algunas casas ya construidas pero a su vez había grandes espacios verdes que serían destinados a nuevos lotes para la construcción, y al encontrarse en Pilar, nos permitía ir a centros médicos, supermercados, escuelas y bibliotecas cercanas; y ante cualquier nueva eventualidad que amenazara con nuestra seguridad podríamos volver fácilmente al abrigo de la gran ciudad.
Y así fue como el noveno día preparamos todo lo necesario, a nuestras bicicletas atamos carritos del supermercado que llenamos de lo indispensable, alimentos enlatados, cuchillos y cualquier herramienta que nos pueda ser útil, tanto para construir o destruir, o protegernos de algún eventual peligro.
Día 10. Comienzo de la peregrinación. Ese día nos levantamos recogimos todo lo más que pudimos y arrancamos.
Habiendo transcurrido unas 8hs y habiéndonos detenido solo para cubrir las necesidades básicas (comer y beber, para no perder fuerzas) nos topamos con un perro de raza pitbull, éste nos empezó a correr a penas nos vio en lo que solía ser la autopista General Paz, nuestro primer instinto fu
e dejarlo todo y refugiarnos en un colectivo abandonado, al perdernos de vista el animal se detuvo por un momento, Guido inteligentemente saco de su mochila varias latas de conservas, las partió en dos con un machete que llevaba y armó una pequeña montaña de alimento en la puerta del frente del colectivo, mientras Noelia y yo nos dirigimos a la puerta trasera, e hicimos silencio. El perro se acercaba cada vez más guiado por el aroma de los alimentos expuestos, y al verlos se dispuso a comer casi desesperadamente; al terminar de comer el animal no solo que no se alejó, si no que nos siguió buscando y nos encontró, pero ahora su actitud era otra, al parecer identifico que quienes le dejaron esa ración fuimos nosotros y se nos acercó moviendo el rabo.
Siendo 4 ahora proseguimos el camino hasta nuestra “tierra prometida”.
Día 11. El día al parecer iba a ser igual que el anterior, siguiendo nuestro rumbo a San Sebastián, a la altura del kilómetro 21 de la Panamericana visualizamos un incipiente humo a un costado de la autopista, y el típico olor a madera quemada, inmediatamente nos detuvimos, ilusionados por haber encontrado lo que al parecer sería el primer indicio de actividad humana en muchos días, bajamos de nuestras bicicletas, y les indique a Noelia y a Guido que se escondan, tomé al perro de la correa improvisada y nos acercamos lentamente, el humo provenía de una parrilla improvisada pero no se podía llegar a ver a nadie cerca. No habían pasado ni 45 minutos cuando se figuró la primera imagen humana, una mujer embarazada de baja estatura, de aproximadamente unos 35 años; inmediatamente tras ella corrían dos niños de entre 6 y 9 años y una adolescente de unos 17 años.
Al acercarnos grite en voz alta “HOLA!”, para que también reconocieran mi presencia y al oírme inmediatamente se escuchó una voz de alerta - estamos armadas! - indico la mujer a lo que respondí – no queremos hacerles daño! – y temerosamente la mujer se asomó por la puerta, me pidió que aleje al perro.
Luego de conversar con Celina, ese era su nombre, se presentaron también Lucas de 6 años e hijo de Celina, David de 8; a él Celina y Lucas lo habían recogido al segundo día de la gran DESAPARICION, y Nayla de 16 años, que se había sumado al grupo hacia solo un día.
Corto fue el tiempo de presentación, pero después de contarles mi situación, y la de mi grupo, y nuestro plan, enseguida aceptaron venir con nosotros. Celina consideró que era más seguro para ella y esos niños permanecer en un grupo con un plan armado.
Día 12. La llegada al nuevo mundo. Eran las 11 am cuando después de seleccionar cual sería nuestro nuevo centro urbano, por ahora compuesto por 5 casas vecinas entre sí, una donde viviría Celina, David, Lucas y Nayla, y otra para cada uno de nosotros; y una 5ta que cumpliría las veces de centro de reuniones.
Día 13. Cada cual desayuno en su casa y seguidamente nos reunimos en el centro urbano para proyectar como proseguiríamos en lo inmediato.
Lo primero fue identificar las necesidades, al momento los alimentos abundaban, o por lo menos los enlatados, pero sabíamos que nos las íbamos a tener que ingeniar de alguna manera para conseguir frutas, verduras y hortalizas, lo mismo con la carne y los frutos de granja; por lo que la primera tarea fue enviar a registrar todas las casas cercanas y recolectar todo el alimento enlatado que se pudiera hallar, tarea que fue asignada a Nayla que acompañada por los niños y por Igor en caso de alguna amenaza. Lo segundo en importancia era cercar el perímetro de nuestra nueva “Ciudad”, el cual nos permitiera cerrar el paso a cualquier eventualidad, ya sea el ataque de animales desesperados por el hambre o de algún otro ser humano que quisiera hacerse de nuestras reservas o peor, infringir violencia sobre cualquiera de nosotros. Para esta tarea nos asignamos Guido y Yo, que enseguida recolectamos maderas, alambre de tejido y cualquier otro objeto que fuimos recolectando y así armamos una muralla improvisada que nos llevó todo el día armar, y que iríamos mejorando con el transcurso de los días. Noelia se ofreció a salir en su bicicleta a explorar las cercanías en busca de animales de granja, medicamentos, o signos de presencia humana en los alrededores. Y por su parte Celina, quien no olvidemos llevaba un embarazo de 4 meses, se ocupó de la organización de la despensa, preparó las comidas y limpio los terrenos vacíos de pastizales, preparándolos para ser destinados a próximos cultivos.
...