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Ensayo Ha Jose Maria Arguedas


Enviado por   •  10 de Agosto de 2012  •  4.081 Palabras (17 Páginas)  •  859 Visitas

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JOSE MARÍA ARGUEDAS: 100 años

Arguedas es el escritor de los encuentros y desencuentros de todas las razas, de todas las lenguas y de todas las patrias del Perú. Pero no es un testigo pasivo, no se limita a fotografiar y a describir, toma partido.”, (Gustavo Gutiérrez, Entre las Calandrias)

Sin duda estas palabras de nuestro teólogo, resumen lo que ha sido y es José María Arguedas para el Perú. Este 18 de enero se conmemora el centenario de su nacimiento en Adahuaylas, Apurimac. Muy temprano, a los 3 años perdió a su madre. Su padre, juez, se casó con una terrateniente adinerada, quien decidió cuando no estaba el padre –pues viajaba por razón de su función- que el niño viviera con los sirvientes.

“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: Yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio. Mi padre se casó en segundas nupcias con una mujer que tenía tres hijos: yo era el menor y como era pequeño me dejó en casa de mi madrastra, que era dueña de la mitad del pueblo; tenía mucha servidumbre indígena y el tradicional menosprecio e ignorancia de lo que era un indio, y como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios, decidió que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí. Mi cama fue una batea de ésas en que se amasa harina para hacer pan, todos las conocemos. Sobre unos pellejos, y con una frazada un poco sucia, pero bien abrigadora, pasaba las noches conversando y viviendo tan bien que si mi madrastra lo hubiera sabido me habría llevado a su lado, donde sí me hubiera atormentado.” (Testimonio y lectura. José María Arguedas. PRIMER ENCUENTRO DE NARRADORES PERUANOS. Lima, -abril 1986. Instituto Nacional de Cultura.)

Sin duda una vida desde temprano transida de exigencias y aprendizajes desde la tierra misma y desde su entorno y desde el amor de los indios que lo educaban a su manera. Riqueza que José María fue valorando y asimilando. San Juan de Lucanas, Arequipa, Cusco, Abancay, Chalhuanca, Puquio (“una formidable comunidad de indios…), Coracora, Yauyos, Pampas, Huancayo y otros pueblitos de comunidades andinas, Ica y su experiencia de educación en un Colegio diferente y donde destacó con las mejores notas; Lima, la ciudad capital, en donde enriqueció sus conocimientos, pero donde supo reencontrar a “su gente”, aquella de los andes, con su idioma, música, sus cantos, sus fiestas. Fue maestro de secundaria y también maestro universitario.

El antropólogo RodrIgo Montoya nos dice que “Lo que importa es la obra que dejó, su ejemplo, su huella. Es suficiente leer sus textos y tener una visión aproximada de la coherencia entre lo que decía y hacía, y también, por supuesto, sus contradicciones. Además de su obra literaria como novelista, cuentista y poeta, fueron importantes para el país sus libros de antropología y sus artículos periodísticos. Desgarrado por el conflicto que separa a unos peruanos de otros, no sólo en la esfera económica sino, principalmente, en el mundo de las culturas, vivió, sintió, sufrió y disfrutó el país.(Huellas de Arguedas en 40 años. En La Primera, Lima, 26.12.10)

El mensaje de José María es para todos los peruanos. Nacido desde las honduras de su ser y pensando –tal vez en quechua por la ternura de sus palabras- lo llevó hasta el mundo académico y allí no fue comprendido. Las distintas circunstancias de narrador, poeta, antropólogo, viajero, ensayista y profesor forjan un mismo mensaje: el de reivindicar la cultura india – quechua y buscar como mestizo que era, alguna articulación entre dos mundos enfrentados en nuestro país, el mundo de origen hispano- criollo y el de origen indígena.

Arguedas es un escritor entre dos culturas, dos tradiciones que están muy presentes en su obra -a veces integradas y a veces en una confrontación dramática-. ¿Por qué tanta mezquindad desde el mundo oficial con él para reconocer su aporte? Comprender a Arguedas es un ejercicio permanente para entender al otro. Pasar del discurso a la acción; de la palabra a la decisión. Haber tenido un compatriota de ese talento y no tener presente su aporte a la cultura nacional y al mundo académico es de mistis o señores, como a él le gustaba denominar.

Algunas ideas pedagógicas de Arguedas quedan en sus artículos en especial en el que tituló ”Algunas observaciones sobre el niño indio actual y los factores que modelan su conducta”(Consejo Nacional de Menores. Lima, 1966,pp.18) . “El medio en el cual el niño indígena crece y se forma ahora, ha cambiado en relación con el que lo rodeaba hace unos treinta o cuarenta años… El niño ha nacido en una comunidad de indios actual, recibe la influencia de algunos factores recién aparecidos en su medio, pero estos son por entero distintos y no simple modificación lenta y gradual…El niño que nace y crece en un mundo en que la vida humana está relacionada y depende de la vida consciente de las montañas, de las piedras, de los insectos, ríos, lagos y manantiales, se forma considerando el mundo y su propia existencia de una manera absolutamente diferente que el niño de una ciudad, en que sólo el ser humano está animado por un espíritu. Cuando yo tenía unos siete años de edad encontré en el camino seco, sobre un cerro, una pequeñísima planta de maíz que había brotado por causa de alguna humedad pasajera o circunstancial del suelo o porque alguien arrojó agua sobre un grano caído por casualidad. La planta estaba casi moribunda. Me arrodillé ante ella; le hablé un buen rato con gran ternura, bajé toda la montaña, unos cuatro kilómetros, y llevé agua en mi sombrero de fieltro desde el río. Llené el pequeño pozo que había construido alrededor de la planta y dancé un rato de alegría. Ví como el agua se hundía en la tierra y vivificaba a esa tiernísima planta. Me fui seguro de haber salvado a un amigo, de haber ganado la gratitud de las grandes montañas, del río y los arbustos secos que renacerían en Febrero. Un pariente mío, en cuya casa habitaba, pero con cuyos indios de verdad vivía, se mofó de la hazaña cuando se la conté. Yo me quedé estupefacto y herido. Ese hombre, que no parecía sentir respeto por la vida del maíz, podría ser un demonio. Quien ofenda al maíz despierta el resentimiento de la madre del maíz, o del trigo, si de éste se trata. Entonces la madre se irá a otros pueblos lejanos y el maíz o el trigo no volverán a germinar en la tierra hasta que la ofensa fuera reparada.”

La sencillez para reflexionar sobre las cosas simples, cotidianas, infantiles desde sus conocimientos profesionales, enriquece más el aporte de Arguedas. Llama la atención del mundo mágico de la cultura andina y a la vez va dando cuenta de los cambios que

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