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Francisco De Miranda


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2012  •  7.233 Palabras (29 Páginas)  •  283 Visitas

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Biografía de Francisco de Miranda

Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas, Venezuela. Hijo de Sebastián de Miranda y Ravelo, español de Las Canarias, y Francisca Antonia Rodríguez Espinosa, caraqueña.

En 1762 recibe clases de latín, gramática de Nebrija y catecismo en la Universidad de Caracas (lo que se denominaba clase de menores). Entre 1764 y 1766 cursa las clases de mayores en los que profundiza sus conocimientos e incorpora historia, logica, fisica, metafisica, etc. Se recibe de bachiller en 1767.

En enero de 1771 parte hacia España, debido a los problemas que ocasiono el hecho de ser hijo de “blancos isleños o de orilla” (provenientes del archipiélago africano de las Canarias) que implicaba ser un ciudadano de segunda, con deseos de servir en el Ejército Real, y romper así, con un destino poco promisorio en Venezuela. Allí estudia matemáticas, francés, inglés y geografía. Construye una importante biblioteca con las obras de los pensadores más importantes de la época. En 1772 adquiere (pago) el título de Conde de Miranda

Vida y Obra de Francisco de Miranda

Comienza su carrera militar como Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa. No conforme con el cargo se enlista para la defensa de Melilla, territorio español en el norte de África en las que lucha contra el sultán de Marruecos. La batalla es durísima salvando su vida de milagro; de hecho, su fusil recibió tres impactos de bala.

Entre 1773 y 1775 sirve en Madrid, Argel, Granada y Cádiz, donde conoce a John Turnbull, su amigo de toda la vida.

El 28 de abril de 1780 se embarca rumbo a La Habana, donde es nombrado Capitán del Ejército de Aragón y Segundo Ayudante del General Cajigal, con quien prestaba servicios desde hacía algunos años.

En 1781, luego de la toma de Pensacola, ocupada por los ingleses, es ascendido a Teniente Coronel por su actuación en combate.

Entre 1785 y 1789 visitó Holanda, Bohemia, Hungría, Italia, Grecia, el Asia menor, Constantinopla, Prusia, Bélgica, Egipto, Rusia y Finlandia, acompañado por el coronel W. S. Smith, amigo y combatiente junto con él en los Estados Unidos. Conoce y entabla amistad con personalidades de la época: el príncipe Potemkim, Catalina la Grande (para quien será su preferido y lo defenderá frente a las acusaciones del embajador español), Gustavo III, rey de Suecia, Bentham, Haydn (con quien comparte infinidad de veladas en las que Miranda interpretaba composiciones de aquél en la flauta). Catalina le permite usar el uniforme ruso, privilegio del que pocos podían gozar en suelo soviético.

El 23 de marzo de 1792 vuelve a Francia, en plena revolución, y entabla relaciones con el alcalde de París, Jerome Petion, y con el grupo de los girondinos.

El Ministro de Guerra le ofrece un alto cargo en el ejército revolucionario, que acepta, ascendido a Mariscal de Campo seis meses después obteniendo grandes exitos militares, haciendo retroceder para siempre a las fuerzas prusianas en los campos de Morthomme, Briquenay y Valmy (la batalla definitiva). Al poco tiempo es el Segundo Jefe del Ejército del Norte debajo del General Dumouriez. Casi de inmediato es ascendido a General de la República Francesa.

Los franceses pretenden enviarlo a Haití en misión de doblegar a los esclavos y mulatos en lucha por su independencia, pero Francisco de Miranda se niega. Dumouriez, ya decidido a volcarse a las fuerzas austriacas y anturepublicanas, lo acusa de responsable de las derrotas sufridas por el ejército, sobre todo en la batalla de Neerwinden. El 28 de marzo de 1793 está presto a comparecer ante la Convención y a denunciar al general traidor, pero las intrigas internas lo lleva a hacerlo ante el Tribunal Criminal Revolucionario, cuyo acusador, Tinville, orden su detención. Se lleva a cabo primero en la Conserjería (era el paso previo a la guillotina, orden que fue aplazada en varias oportunidades), para luego terminar en las mazmorras de La Force y La Madelonette, a pesar de que Dumouriez había huído de Francia dando muestras de quién era el verdadero traidor. Casi dos años permanece detenido en la peor de las condiciones. Su vida es salvada por los moderados franceses que se sublevan contra el régimen de terror instaurado por Robespierre. Una vez en libertad conoce a Napoleón Bonaparte aunque continua siendo perseguido por el Directorio por lo que tiene que vivir en la clandestinidad.

SIMÓN RODRÍGUEZ: SU PENSAMIENTO.

Es importante resaltar que el contexto, social, cultural, político, económico e ideológico que le correspondió accionar a Simón Rodríguez, era sin duda alguna adversa a un pensamiento liberador, al concepto de igualdad, educación general, al pensamiento crítico, creador. Le correspondió vivir en sociedades que pretendían ser estáticas.

El mismo Francisco de Miranda considera a la educación impartida en las colonias españolas como: “inferior, inútil y despreciable” (Bohórquez, 109-2.006), es ésta una opinión importante, dada la cantidad de viajes por países del mundo, como España, Francia, Rusia, Estados Unidos que recorrió el Precursor. Miranda en su estadías, había podido apreciar y comparar la sociedad monárquica y las nacientes sociedades republicanas.

A Simón Rodríguez, sus viajes por Europa y lecturas de Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Locke, Saint Simon, han debido despertar su pensamiento liberador, igualitario.

Recordemos que la invasión española, el proceso de dominación, destrucción cultural originaria, modelo económico de extracción, duró desde 1492, hasta finales del siglo XVIII, cuando culminaron los procesos independentistas-coloniales en nuestra América. La pertenencia al imperio español, por parte de la mayoría de los habitantes de la colonia era aceptada como un “hecho natural”, no obstante en más de 300 años de ocupación colonial, los elementos identitarios, culturales, la memoria histórica de los blancos criollos, pardos, indios y negros, la territorialidad, los lazos o vínculos de una comunidad diferenciada y diferente al poder colonial, estaban en pleno reconocimiento.

Convencerse que un modelo Monárquico, no era el conveniente para los habitantes de estas tierras, sino el modelo republicano, que la educación la cual sólo era impartida para una minoría, que apenas llegaba al 1 % de la población, era inadecuada, insuficiente, no era popular, y que tenia carencias pedagógicas y formativas; llegar a estas conclusiones, estando subsumido en un contexto histórico de costumbres, educación y religión

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