LA AMADA NO ENUMERADA

LA AMADA NO ENUMERADA

Presentado por:                                                                     Presentado a:

CAMILO BARÓN CORTES  

Tener en tus manos el estado de ánimo de otras personas es claramente el caso del protagonista de éste cuento, cuando al perder sus piernas y postrarse en una silla es asignado a llevar acabo la contabilidad de quienes pasan por el nuevo puente. Realiza su trabajo de manera irresponsable pues poco le importa equivocarse y errar en las cifras cada noche, aunque como se dice en un principio, éste sabía que el aumentar el número de personas haría más felices a sus superiores y el disminuirlo traería un caso contrario, así que cada noche decidía el futuro del estado el ánimo de éstos, lo hacía siempre pensando en una forma de venganza, pues sentía que su trabajo lo hacía parecer inútil.

Vivía cada día de la misma forma que el anterior, todo se había vuelto para él una simple rutina, así que decidió buscar una enamorada. La veía pasar dos veces cada día, trabajaba en una heladería y sin duda alguna hacía diferente su visión de la realidad. Cuando ésta pasaba por el puente, era indiscutiblemente el mejor y más glorioso momento para él, tanto así que no se atrevía a contarla, pues se negaba rotundamente a hacerla parte de esa rutina, de esa monotonía y triste realidad que representaba hacer parte aquello tan frío e impersonal como  la estadística. Se suspendía en ella hasta verla doblar la esquina, esos segundos eran para él un efímero paso por lo que sería su felicidad. La amaba, aunque ella no lo supiera la amaba.

Un día cualquiera le fue asignado un supervisor experto en contabilidad, debía llevar la estadística junto con él. Realizó un arduo trabajo, había contado a todo el que pasaba hasta que fue el turno de su enamorada. Al final del día la contabilidad no coincidía con el experto, hacía falta una persona, por lo que fue enviado a contar carrozas. Lejos de un castigo, lo veía como una oportunidad para acercarse por fin a su enamorada ya que evidentemente carrozas habían pocas. Sin importar fallar en su trabajo defendió su ideal de que aquella hermosa mujer no pertenecía a ese insípido mundo.

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