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La verdad para escribir este libro tuve que seguir un gran proceso, el de comprender y aceptar muchos acontecimientos que han sucedido a lo largo de mi vida,


Enviado por   •  26 de Febrero de 2017  •  Biografías  •  1.463 Palabras (6 Páginas)  •  195 Visitas

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LIBRO:   MEMORIAS DE MI PASADO

RECORDANDO SIN DOLOR

                                                                                   JASDAR

La verdad para escribir este libro tuve que seguir un gran proceso, el de  comprender y aceptar muchos acontecimientos que han sucedido a lo largo de mi vida, pero hubo uno en especial que marco el rumbo de ella y hoy recuerdo sin dolor, La muerte de mi abuelo. Este libro es en su memoria.

Me llamo Adriana, y la historia que contare en estas líneas abarca parte de mi infancia, adolescencia y adultez.

Comenzaré diciendo que nací en un hogar privilegiado gracias a Dios, lleno de mucho amor, creo que tal vez el mas grande amor que se le puede dar a un ser humano, y que gracias a ello hoy soy quien soy.

Mi infancia transcurrió en una enorme casa, de mis abuelos  por supuesto, en donde compartí momentos agradables con mis primos, juegos, anécdotas que nunca olvidaré, travesuras que hacíamos al abuelo y que junto con él guardábamos los secretos, mientras mi abuela solo nos observaba con esa mirada llena de amor, tan puro como solo ella lo podía expresar a través de sus ojos.

Siempre fui una persona muy observadora, desde niña tengo esa cualidad, y aunque para algunos eso les hacia pensar de una persona un poco cerrada o tímida, quizás estaban equivocados y creo que una de las personas que lo sabia siempre fue el abuelo.

Desde muy chica, siempre existió esa unión entre él y yo, pues aunque tengo mi padre a quien quiero mucho y respeto, fué el abuelo quien estuvo permanentemente como esa figura  paterna, que infundía amor, respeto, confianza, inteligencia y ante todo una gran amistad, esa que fue la que compartimos durante 16 años , antes de que el partiera.

El abuelo, era para mí, como ese gran consejero, ese ser que sabes que siempre estará a tu lado, que nunca te juzgará a pesar de las cosas que hagas. Ese ser tan noble, que con su sonrisa lograba calmar mis penas y con su mirada me enseñaba que el mundo era maravilloso y que había tantas cosas que habría de aprender de el.

A mi memoria llegan  tantos recuerdos, que hoy que él ya no se encuentra con nosotros,  me llenan de felicidad, aunque hace algunos años no diría lo mismo, pues aunque mas adelante contare con mas detalle el largo proceso para superar su muerte, debo decirles que si hoy en día lloro, quizás no sea de dolor sino de alegría, por que hoy sé que lo recuerdo sin dolor, y que esos momentos me llenaran toda la vida y jamás los olvidare, porque me dieron una gran dicha, quizás la que puedo sentir en este instante.

CAPITULO I

Iniciaré diciendo que ahora a punto de cumplir 28 años, los recuerdos inundan día a día mi mente, esos que siempre estarán en mi corazón.

Siempre fui una chiquilla inquieta por la vida, me gustaba descubrir que había más allá de ese bello universo que Dios nos había regalado, preguntándome cual era mi misión en la vida, y disfrutando día a día el maravilloso regalo de la existencia.

Aquí hago un paréntesis, para aclarar que siempre desde muy pequeña he sentido la bondadosa presencia de esos hermosos mensajeros enviados por Dios, los ángeles.

Si a ellos les debo parte del largo aprendizaje y el despertar espiritual que he tenido en mi vida.

Desde mi nacimiento, siempre fui una niña muy sonriente y amable, quizás esa dulzura que tu puedes observar que irradian todos los niños en esa bella etapa de la vida.

Me diagnosticaron desde muy pequeña el neumólogo alergia al aire frio y al polvo, uno de los factores que influyeron a lo largo de mi vida y que aun hoy ya he podido ir superando.

Aclaro lo anterior porque de ahí se desprenden muchas situaciones que ocurrieron y marcaron para siempre mi existencia. Teniendo en cuenta lo anterior debido a mis constantes alergias, mi madre me sobreprotegió porque constantemente mantenía enferma de los bronquios, con altas temperaturas, que a veces impedían que yo lograra asistir a paseos o a la piscina con frecuencia, mientras mi hermana Andrea si lograba disfrutar de esos placeres de la vida. Era obvio que a pesar de que estudié en un colegio donde hay piscina, por mis constantes alergias, no logre aprender a nadar sino hasta la edad de 9 años.

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