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Libro La Verdad De La Vida

kursoatlas7 de Septiembre de 2011

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Conceptos de la filosofía.

La epistemología (del griego ἐπιστήμη (episteme), "conocimiento", y λόγος (logos),

"teoría") es una rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento

científico. La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales

como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a su

obtención, y los criterios por los cuales se lo justifica o invalida.

En filosofía, la ontología (del griego οντος, genitivo del participio del verbo εἰμί, ser,

estar; y λóγος, ciencia, estudio, teoría) es una parte de la metafísica que estudia lo que

hay,1 es decir cuáles entidades existen y cuáles no. Muchas preguntas tradicionales de la

filosofía pueden ser entendidas como preguntas de ontología:1 ¿existe un Dios? ¿Existen

entidades mentales, como ideas y pensamientos? ¿Existen entidades abstractas, como

los números? ¿Existen los universales?

Deontología (del griego δέον "debido" + λόγος "tratado"), término introducido por

Bentham —Deontology or the Science of Morality, en 1834— hace referencia a la rama

de la Ética cuyo objeto de estudio son los fundamentos del deber y las normas morales.

Se refiere a un conjunto ordenado de deberes y obligaciones morales que tienen los

profesionales de una determinada materia. La deontología es conocida también bajo el

nombre de "Teoría del deber" y junto con la axiología es una de las dos ramas

principales de la Ética normativa.

Genealogía (del latín genealogia, genea > del griego genos, raza, nacimiento,

descendencia, + -logia > del griego logos, ciencia, estudio) es el estudio y seguimiento

de la ascendencia y descendencia de una persona o familia. También se llama así al

documento que registra dicho estudio, generalmente expresado como árbol genealógico.

Asimismo la genealogía es una de las Ciencias Auxiliares de la Historia.

La gnoseología (del griego γνωσις, gnosis, "conocimiento" o "facultad de conocer", y

λόγος, logos, "razonamiento" o "discurso"), también llamada teoría del conocimiento,

es una rama de la filosofía que estudia la naturaleza, el origen y el alcance del

conocimiento.1 2 La gnoseología no estudia los conocimientos particulares, como

pueden ser el conocimiento de la física, de la matemática o de nuestros alrededores

inmediatos, sino el conocimiento en general.

La verdad de la Vida

Autor: Profesor José Luis Dell’Ordine

Estudioso de las ciencias de la Educación y de las Ciencias sagradas

El nacimiento de la Filosofía, basado desde una óptica realista y dialéctica, desde su

concepción, con las características epistemológicas, ontológica, deontológico, genealógica,

gnoseológica. Llevándolo a una apertura sobre la concepción de la vida humana, y en ella

se esboza una síntesis sobre la historia de la Filosofía, en una visión responsable, con las

preguntas radicales, de ésta manera podemos conocer el verdadero sentido de "La Verdad

de la Vida".

Los Padres, los amigos, los maestros, la gente de la calle, nos van mostrando el mundo

desde que nacemos. La madre pone el pecho en la boca del recién nacido, y éste chupa, se

alimenta, y recibe al mismo tiempo una caricia. Lo viste, lo arropa, y el niño vive esas

prendas como abrigo. Agitan ante él, el juguete. Le impiden acercar la mano a una llama, o

se quema con ella, y entran en el horizonte de su vida la prohibición, el dolor, el peligro.

Intenta el niño levantar una mesa, y descubre el peso –y la impotencia-. Se da un golpe

contra la pared y cuenta con la resistencia de las cosas. Lo amenazan jovialmente y

aprende a distinguir entre lo serio y la broma. Le cuentan cosas, y descubre que antes que

él había otros, y sucesos que no eran suyos. Le prometen algo, y se pone a esperar en el

futuro. Lo elogian o le regañan, y el niño empieza a darse cuenta de que hay lo bueno y lo

malo, la aprobación y la desaprobación. Le reprochan haber hecho algo que no ha hecho, y

tropieza con la injusticia. Lo engañan, y ve que junto a la verdad, en la cual vivía sin

saberlo, hay la falsedad o la mentira. Empieza a explorar la casa, el jardín, las calles del

pueblo o de la ciudad, el campo, y ve que hay "más allá", que el mundo es abierto,

dilatado, desconocido, atractivo, peligroso, hermoso o feo. Distingue muy pronto dos

formas de los "otros": hombres, mujeres; y muy poco después una tercera forma: los

"semejantes", los niños, a diferencia de los "mayores".

Le hablan y oye hablar. Distingue voces, y los tonos, y sabe cuándo se dirigen a él o no. Le

gustan más o menos: se siente atendido, acariciado, mimado, reprendido, olvidado. Va

entendiendo "de qué se trata"; luego, lo que se dice. Conoce algunas palabras, y otras que

no; adivina su significado unas veces, otras quedan oscuras. Empiezan a "enseñarle" cosas:

a andar, a comer, a vestirse, a pronunciar, a mover las manos, a jugar, a hacer las cosas

"bien", a saludar, a contar, luego a leer, a escribir, a rezar, a callarse, a esperar, a

obedecer, a resignarse. Y luego, noticias, informaciones, ritos, ciencias.

Casi toda la vida va regida por esas formas que nos han sido "inyectadas" por los demás,

conocidos o desconocidos, sobre todo al verlos vivir ante nosotros. Estamos en la creencia

de que las cosas son "así", de que hay que hacer tales o cuales cosas, de que podemos

contar con ellas de cierta manera. Nuestros deseos, nuestros proyectos, nos llevan a hacer

algo de acuerdo con esas líneas de conducta. Solamente cuando tropezamos con algo

imprevisto, cuando las cosas no se comportan como esperábamos, cuando alguien se

enfrenta con nosotros, no podemos seguir viviendo espontáneamente. Nos paramos. ¿A

qué? A pensar.

Lo primero que hacemos es ver si alguien sabe qué hay que hacer. Si no lo encontramos,

recordamos lo que sabemos, lo que hemos aprendido, los conocimientos adquiridos, para

ver si nos sirven, si nos permiten salir del apuro. Un tercer paso es tratar de conseguir más

conocimientos, preguntar a otros maestros, otros libros, otras ciencias.

Pero puede ocurrir que, entre tantos saberes, nos encontremos perdidos, en la duda. No

sabemos qué hacer, no sabemos qué pensar. Ha aparecido ante nosotros algo nuevo, con

lo cual no contábamos. O lo que creíamos o pensábamos choca con lo que vemos; ¿cómo

decidir? O, finalmente, sabemos muchas cosas, estamos rodeados de objetos, recursos,

aparatos, pero nos preguntamos ¿qué es todo esto? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué es esto que

llamamos vivir, y para qué, y hasta cuándo? ¿Y después, que podemos esperar?

El nacimiento de la filosofía

Cuando el hombre primitivo estaba agobiado por las dificultades, cuando le era difícil

seguir viviendo, comer, beber, abrigarse, calentarse, defenderse de las intemperies, de las

fieras, del miedo a lo desconocido, no tenía respiro para hacerse preguntas. No solo cada

día, cada hora tenía su afán. Y no sabía casi nada. Pero cuando, al cabo de los siglos, el

hombre consiguió alguna riqueza, cierta seguridad, instrumentos que le permitieron

desarrollar una técnica, noticias y conocimientos, cuando su memoria no fue sólo suya y la

de sus padres, sino la de la tribu o la ciudad o el país –una memoria histórica-, cuando

hubo autoridades y mando y alguna forma de derecho y estabilidad, consiguió el hombre

holgura, tiempo libre, se pudo divertir, cantar, tocar algún instrumento, bailar, componer

versos, dibujar o esculpir, levantar edificios que no eran sólo cobijo, sino que debían ser

hermosos, inventar historias, y a veces representarlas. Y entonces, en esa vida más

compleja, mas atareada y a la vez con más calma, sintió sorpresa, la admiración, el

asombro, la extrañeza: ante lo bello, lo magnífico, lo misterioso, lo horrible. Y empezó a

lanzar sobre el mundo una mirada abarcadora, que en lugar de fijarse en tal cosa particular

contemplaba el conjunto: y al entrar en sí mismo, al ensimismarse como decimos con una

maravillosa palabra en español, empezó a atender al conjunto de su vida y a preguntarse

por ella. Así nació, seis o siete siglos antes de Cristo, en Grecia, una nueva ocupación

humana, una manera de preguntar, que vino a llamarse filosofía.

Hay un paralelismo entre lo que ocurrió a la humanidad entonces y lo que ocurre al

hombre y a la mujer cuando llega a cierta altura de su vida. Todavía es mayor el

paralelismo si se piensa que no todos los pueblos han cultivado la filosofía, y que sólo

algunos hombres se hacen esas preguntas. Los demás siguen viviendo sin claridad, o se

contentan con la certidumbre que da la acción, o aquella otra en que se está por una

creencia, o con otra distinta que dan los conocimientos, las ciencias particulares, que nos

enseñan tantas cosas. Hoy, tantas que nadie las sabe, que, por tanto,

...

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