ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Los 12 Apostoles

reivin2 de Abril de 2014

6.049 Palabras (25 Páginas)562 Visitas

Página 1 de 25

APOSTOLES

1. JUAN, EL DICIPULO AMADO

Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala. [26] Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». [27] Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. (Jn 19, 25-27)

Juan, "el discípulo amado", autor del Cuarto Evangelio, tres Cartas, y el Apocalipsis. Pescador de Betsaida, hijo de Zebedeo, hermano de Santiago, discípulo del Bautista y apodado "hijo del trueno", participó con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús, y en la Última Cena recostó su cabeza en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho). Estuvo con María "junto a la cruz" (Jn. 19, 25-27), y fue testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: "vio y creyó" (Jn. 20, 8). Los Hechos lo nombran nuevamente junto a Pedro, y San Pablo lo menciona entre las "columnas de la Iglesia" (Gal. 2, 9). Es llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, que difiere en no pocos aspectos de los sinópticos.

Fuentes muy antiguas -algunas legendarias- señalan que vivió primero en Antioquía y luego en Éfeso. San Ireneo, hacia 175, escribe: "Juan, el discípulo del Señor, el mismo que descansó sobre su pecho, publicó también el evangelio cuando se encontraba en Éfeso". Luego viajó a Roma, donde por orden del emperador Domiciano, fue echado (ya cerca de los noventa años de edad) al aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina (lo que dio origen a una fiesta, hoy suprimida del Calendario Romano: "San Juan delante de la Puerta Latina", que se celebraba el 6 de mayo como memoria del "martirio" del apóstol); salió indemne del suplicio y fue deportado a la isla de Patmos, donde el Apocalipsis, y murió a finales del siglo I.

2. PEDRO

La piedra sobre la cual se edifica la Iglesia, Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» [16] Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». [17] Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. [18] Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.

(Mt 16, 15-18)

Pedro figura en primer lugar en todas las enumeraciones de Apóstoles que aparecen en el Nuevo Testamento, y tiene entre los Doce, un lugar absolutamente singular, siendo protagonista de numerosos episodios en el Evangelio.

Por ello, tenemos abundantes datos acerca del Príncipe de los Apóstoles; y a los que figuran en los Evangelios, los Hechos y las Cartas apostólicas, hay que sumar, asimismo, los que nos dan la tradición y la leyenda (especialmente los "Hechos de Pedro", apócrifo del siglo II, y los "Hechos de Pedro y Pablo", del siglo V), que han aportado lo suyo para dar como resultado una abundante y variada iconografía.

Con una constancia notable desde el siglo IV, a Pedro se lo re-presenta macizo, con rasgos rudos, llevando barba corta y tupida y el pelo ensortijado, y en ocasiones una clásica "tonsura". Algunos autores piensan que semejante unanimidad iconográfica tienen sus raíces en el testimonio de alguien que conoció personalmente al apóstol.

Pedro, con su hermano Andrés y los hijos de Zebedeo, era pescador en Betsaida de Galilea. Debido a esa condición, se lo suele representar en tal oficio. También se lo representa en la pesca milagrosa después de la resurrección (Jn. 21, 1-14). Se lo invoca como patrono de pescadores, pescaderos y otras profesiones emparentadas con estas.

Como sabemos, el nombre de Pedro era Simón, y Jesús se lo cambió por Cefas, es decir, "piedra" sobre la cual se edifica la Iglesia. A causa de esto Pedro es invocado como patrono de los pedreros, constructores y fabricantes de ladrillos. Se lo representa a veces sosteniendo (o junto a) la Basílica que lleva su nombre, centro espiritual de la Iglesia Católica.

Entre todos los episodios en los que Pedro aparece representado, indudablemente ha prevale-cido aquel en el que Jesús le promete "las llaves del Reino de los cielos" (Mt. 16, 19). Tanto es así, que a San Pedro se lo identifica, popularmente, por un par de llaves, que son su atributo característico e inconfundible. De aquí deriva su patronazgo sobre los porteros, fabricantes de llaves, y también sobre los relojeros.

Por sus negaciones durante la Pasión de Cristo, es representado a veces con la mano levantada en actitud de jurar o llorando; los penitentes lo invocan por ello como patrono.

Podría pensarse que su misión de pastor de la Iglesia de Cristo (cfr. Jn. 21, 15-19) sería representada a través de un cayado, como ocurre con otros santos obispos, pero no es así. Pocas veces ha sido representado con báculo y, en cambio, siempre lleva una cruz a modo de báculo pastoral. Incluso hasta el día de hoy, el Papa no usa cayado como los demás obispos, sino una cruz a modo de báculo o cayado. Esto responde a una tradición que señala que Pedro habría dado su bastón a los discípulos de San Materno, que resucitaron con él a su maestro. Dicho báculo estuvo en Colonia hasta el siglo X y luego se partió a la mitad, entregándose una parte a la ciudad de Tréveris. Esta tradición es recogida nada menos que por Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica: "el Romano Pontífice no usa báculo, porque Pedro lo envió para resucitar a uno de sus discípulos, que después fue consagrado obispo de Tréveris". (Suma Teológica, Parte III, cuestión XL, artículo VII, respuesta a la objeción 8ª). Añadamos que en el mismo lugar, el Doctor Angélico alega también otro motivo, esta vez de orden teológico, por el cual el Papa no lleva báculo: "para manifestar que no tiene una potestad restringida, lo cual significa la curvatura del báculo".

Pedro suele ser representado junto a Juan, debido a los varios episodios en que ambos aparecen asociados (especialmente su corrida al sepulcro vacío que se cuenta en Jn. 20, 1-10)

También la iconografía lo representa muchas veces junto a Pablo, con quien Pedro comparte la fiesta del 29 de junio (a la que nos referiremos más abajo). Pedro siempre lleva las clásicas llaves; Pablo suele llevar una espada.

La leyenda le atribuye a Pedro una curación milagrosa en favor de Simón el Mago, mordido por una serpiente, por lo que se invoca a Pedro contra las mordeduras de animales ponzoñosos.

Una tradición antiquísima y bien documentada señala que Pedro estableció su sede en Roma, donde sufrió el martirio en tiempos de Nerón. Fue condenado al suplicio de la cruz, pero considerándose indigno de ser crucificado como su Maestro, pidió ser clavado cabeza abajo. De allí otra típica representación del apóstol, y su atributo típico de una cruz dada vuelta. Excavaciones recientes (mediados del siglo XX) confirman la presencia de la tumba de Pedro precisamente debajo del maravilloso Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro.

Aunque no es segura la tradición que señalaba que Pedro y Pablo compartieron la misma prisión, sí se sabe que ambos murieron mártires en Roma prácticamente para la misma época (hacia el año 67). La Iglesia los ha venerado siempre juntos y les dedica una única Solemnidad el 29 de junio, que ya figura en los más antiguos calendarios romanos, de mediados del siglo IV. Esta fecha puede tener su origen en la traslación de los restos de ambos apóstoles a un mismo lugar de culto, en la Vía Appia, hacia el año 254, antes de que cada apóstol tuviera su propio templo (primero Pablo en la Vía Ostiense y luego Pedro en la Colina Vaticana).

3. FELIPE

Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo: «Sígueme». [44] Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. [45] Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». (Jn 1, 43-45)

El apóstol Felipe -que no debe ser confundido con el diácono de igual nombre, que aparece en los Hechos de los Apóstoles (cfr. 6, 5)- figura en quinto lugar en las listas de los Doce.

El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro" (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (cfr. Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos autores que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.

Tiene varias intervenciones significativas en el Cuarto Evangelio además de las mencionadas. Juan relata el llamado a Felipe y cómo éste, a su vez, invita a Natanael a conocer a Jesús (cfr. Jn. 1, 43ss), menciona también la participación del apóstol en la multiplicación de los panes (cfr. Jn. 6, 5ss), y relata su intervención ("Muéstranos al Padre") durante el discurso de la Última Cena (Jn. 14, 8); este último texto integra el Evangelio de su fiesta, compartida con Felipe, que se celebra el 3 de mayo.

Pero luego de su mención junto a los demás apóstoles en la espera de Pentecostés, no vuelve a ser nombrado, y nada sabemos a ciencia cierta acerca de su vida.

La tradición lo presenta como evangelizador de Frigia o Escitia, situando su tumba en Hierápolis. Una leyenda cuenta

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (35 Kb)
Leer 24 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com