Maquivelo
nahtanoj231 de Octubre de 2012
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Si te gusta la política tienes que leer íntegro este post, dedicado a uno de sus más grandes analistas.
Nicolás Maquiavelo (3 de mayo de 1469 - 21 de junio de 1527) fue un teórico de la monarquía italiana del Renacimiento, el más famoso de sus pensadores políticos y el que de algún modo resume las características fundamentales de la época. Como oficial civil en Florencia se convirtió en una figura principal de la teoría política, crucial en los estudios posteriores de las ciencias políticas.
Hijo de abogado con buenas relaciones burocráticas, comienza muy pronto una discreta carrera política en misiones, fundamentalmente, diplomáticas ante el Rey de Francia, el Emperador y el mismísimo Papa Alejandro VI, así que tiene la oportunidad de conocer al hijo de este, Cesar Borgia, cuyas acciones tanto comentará en sus obras.
En la época de Maquiavelo, la península itálica se caracteriza por su división en diferentes reinos, republicas y ducados, donde la corrupción, las rivalidades internas y las invasiones son una constante.
La Republica Florentina lleva a cabo una serie de reformas cuyos objetivos son:
• Fortalecer las instituciones republicanas
• Terminar con las luchas entre grandes familias
• Oponerse a los intentos de instaurar la Monarquía de los Medicci.
Maquiavelo apoya sinceramente este proyecto, pero duda de su éxito, pues no encuentra entre sus conciudadanos ningún hombre con la suficiente inteligencia y energía para llevarlo a buen termino.
Comenzado el Siglo XVI, nuevas misiones le llevan a conocer al Papa Julio II, a quien critica duramente, atribuyéndole gran parte de la culpa de que Italia no se unifique y se convierta en un reino poderoso, como Francia o España, en lugar de ser el teatro de operaciones y ambiciones, e incluso el botín, de estas naciones.
En 1512, muerto el patriarca de los Medicci, Cosme, sus hijos entran triunfales en Florencia y derrocan la Republica, instaurando un sistema personal de poder. Maquiavelo pierde su cargo, es encarcelado y finalmente desterrado. Es en este retiro cuando comienza a escribir.
El Príncipe, 1513, es la obra por la que se recuerda a Nicolás Maquiavelo. Lo dedica a Lorenzo de Medici, en quien quizás veía la persona ideal para llevar a cabo la unificación. Maquiavelo observa que la debilidad italiana solo podía superarse a través del Estado; su admiración por la unidad disfrutada por otros países frente a la fragmentación italiana le induce a justificar la monarquía absoluta como la única solución. Redacta la obra y se la ofrece como un arma, pensando que le entrega un eficaz instrumento para llevar a cabo su tarea: gobernar y unificar. Es recibida por Lorenzo de Medici con poca ilusión.
Sus contemporáneos no podían entender como un hombre que había trabajado y apoyado la Republica, el que fuera gran defensor de las libertades cívicas, podía ahora salir y escribir un manual del tirano y dedicárselo a quien consideraban como tal.
Pretendía ser un LIBRO DE INSTRUCCIONES PARA GOBERNANTES; pregonaba la teoría de que la obtención y la retención del poder eran el fin último y que todo lo que fuera necesario para ello estaba justificado (Políticas semejantes pueden encontrase en la realpolitik alemana y en el pragmatismo).
El libro trata de ilustrar la forma de adquirir, mantener y fortalecer un principado, esto es, el gobierno de una ciudad o una región, y distingue entre diferentes estrategias según una serie de criterios, entre ellos:
• la forma en que se haya conseguido su dominio (conquista militar, elección popular, intrigas cortesanas...),
• la forma anterior de gobierno (otro príncipe con o sin corte, una república...)
• la relación entre el principado y el príncipe (misma o diferente cultura y lengua, el príncipe tiene solamente un principado o varios)
• el ejército del que dispone (propio o de mercenarios)
Defiende que sea cual fuere el modo por el que se hubiese alcanzado el poder, era necesario tener un EJERCITO NACIONAL formado por los ciudadanos del estado y no por mercenarios, tan en auge en la época y especialmente en aquella Italia; para que el Estado pudiera conservarse necesitaba de buenas leyes y buenas armas, ambas unidas.
Maquiavelo ama apasionadamente a su patria, y su sueño dorado es la unificación italiana; no se dedica a especular, sino que es practico, ofrece soluciones aplicables, como mandan los nuevos tiempos en esa Florencia Renacentista y moderna, admiradora de la innovación y los cambios.
Sus obras alcanzaron una gran resonancia y fueron recibidas a la par con admiración y durísimas criticas, sobre todo de carácter moral. Pero más que ser inmoral, opuesto a la moral, lo que hace es prescindir de ella en pos de la consecución de sus objetivos; es la eficacia lo que le interesa, el éxito en alcanzar un objetivo político concreto. La moral es muy respetable, pero pertenece a otro ámbito, a la esfera de lo privado.
• En política son útiles la razón y la experiencia, no la filosofía ni la moral: El gobernante debe desprenderse, para ejercitar el poder, de sus prejuicios morales; no se trata de alcanzar la salvación eterna, sino la continuidad en el trono, así que no sirve de nada ser bueno, incluso puede conducir al fracaso. Ya que el mundo es como es, hay que apartar la moral de la política, es decir, faltar a la moral en materia que puedan ser útiles para los propósitos políticos y que hagan mas eficaz la acción de gobierno.
• la generosidad es una cualidad ensalzada, pero mas vale dar poco, es más aconsejable ser tacaño, pues de este modo cuando se dé algo, por poco que sea, parecerá un favor extraordinario.
• Lo mismo pasa con la clemencia; lo ideal es que un gobernante sea amado y temido al mismo tiempo, si hay que elegir es mas seguro ser temido, dado que los hombres son volubles e inconstantes en sus afectos. Eso si, temido sin llegar a ser odiado, pues el odio incita la revuelta.
• Quien se apodere de un Estado tiene que hacer uso de todas las crueldades que estime necesarias y llevarlas a cabo todas de una vez para no tener que repetirlas continuamente y así, no repitiéndolas, podrá tranquilizar a sus gentes y ganárselas con favores. Quien no proceda de este modo, ya sea por timidez o mal consejo, estará obligado a llevar siempre el arma alzada, y nunca podrá apoyarse en sus súbditos, ya que estos no se fiarán de él debido a las reiteradas crueldades utilizadas contra ellos. Estas se deben aplicar de una vez, para que, al degustarlas todas juntas, hagan menos daño. Por el contrario, los favores hay que concederlos poco a poco, par poder saborearlos mejor.
• La verdad es una gran cosa, pero la experiencia demuestra que en ocasiones no resulta conveniente. El Príncipe tiene que postrarse como un león, pero en ocasiones usar las armas de la zorra: astucia, disimulo y la mentira.
• Un hombre prudente ni puede ni debe mantener la palabra, si esto le es perjudicial y sobre todo si han desaparecido los motivos que le llevaron a hacer tal promesa.
• Quien quiera comportarse como un hombre bueno, acabará sucumbiendo ante los que no lo son. Un príncipe se debe guardar de ser despreciable y odioso, y la liberalidad le lleva a las dos cosas. No le debe preocupar la fama de cruel si con ello consigue la unidad y confianza de sus súbditos.
Los argumentos no se basan en ningún supuesto moral más allá de una forma cruda de UTILITARISMO: el único fin es mantener el poder. Por los argumentos y los puntos de vista que expone, carentes de toda moral, se denomina a cierto modo de hacer política y a determinados comportamientos sociales como "maquiavélico". Para la mayoría de los expertos, sin embargo, el adjetivo "maquiavélico" es inexacto y no representa a Maquiavelo ni a sus ideas, ya que el adjetivo describe más bien a conductas egoístas y con poca visión.
Los consejos a los príncipes se basan en la experiencia de reinos e imperios anteriores, especialmente el Imperio Romano y diferentes guerras entre "principados" de Francia e Italia. El autor se apoya tanto en ejemplos negativos como positivos para demostrar la validez de sus consejos:
• Si el príncipe posee cierta habilidad, podrá siempre mantenerse en su Estado, a menos que fuerzas mayores se lo arrebaten. Pero si eso ocurriera, debería aprovechar cualquier adversidad del invasor para recuperarlo.
• El príncipe legítimo, será, lógicamente, más querido, debido a que no tiene motivos ni necesidad de agraviar a su pueblo y, a menos que incurra en terribles faltas, se ganará el aprecio de los suyos. Con la antigüedad y continuidad en el gobierno desaparece el riesgo de introducir cambios, porque suele ocurrir que un cambio lleva a otro, y así sucesivamente.
• Para quien conquiste este tipo de estados (los que se anexionan al antiguo Estado del conquistador), si quiere conservarlos, deberá tener en cuanta dos cosas: la una es acabar con la estirpe del anterior príncipe, mientras la otra consiste en no cambiar ni las leyes ni los impuestos, pero imponer a cambio un tributo y establecer un gobierno oligárquico que te garantice su lealtad:
• A los hombres, o bien se les gana con prebendas, o bien se les destruye.
• Los asuntos de Estado, conociendo a tiempo sus problemas (lo que es imposible si uno no es cauto) , se pueden atajar enseguida. Por el contrario, si no se han visto antes, aumentan hasta que son de dominio público y ya no hay solución.
• Si se quiere conservar una ciudad que está acostumbrada a vivir libre, más vale gobernarla con el apoyo de sus propios habitantes, y
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