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Maria Parado De Bellido


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  2.157 Palabras (9 Páginas)  •  476 Visitas

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María Parado de Bellido

María Andrea Parado de Bellido (* Huamanga, 5 de julio de 1761 - † Huamanga, 1 de mayo de 1822). Heroína peruana, mártir de la independencia del Perú. Aunque a veces se le califica de “precursora” de la independencia, en realidad su actuación se dio durante la fase sanmartiniana de aquella guerra, es decir ya iniciado el proceso final de la Emancipación. Fue una mujer de raza indígena y quechua-hablante, que exponiendo su bienestar y el de su familia, sacrificó su vida antes de delatar a otros patriotas que como ella, servían a la causa de la libertad.

Biografía:

Heroína peruana de la época de la independencia. Se cree que fue hija natural y lo único que se sabe de su padre es que procedía del Alto Perú. En 1776 contrajo matrimonio en Huamanga con Mariano Bellido, de quien tuvo siete hijos.

A la edad de 15 años contrajo matrimonio con don Mariano Bellido, hombre dedicado a los negocios entre Huamanga, Cusco y La Paz; formando una familia unida y feliz con los siete hijos que tuvieron: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola.

Con la llegada al Perú de la fuerza multinacional independentista, las tropas realistas se replegaron hacia el interior del país. En la ciudad de Huamanga, el general Carratalá había establecido una plaza fuerte pero ésto no impidió la formación continua de fuerzas patriotas, una de las cuales se hallaba en el distrito de Parás, perteneciente a la provincia de Cangallo, a órdenes de Cayetano Quiroz.

A estas fuerzas guerrilleras se suma el esposo de María Parado, don Mariano Bellido, desempeñándose como receptor de correos.

A su vez, su hijo Tomás, se unió al grupo patriota que comandaba el general Arenales, a su paso por Huamanga en 1820.

Luego de un año sin tener noticias de su hijo y deseosa de evitarle peligros a éste, María envió a sus hijas Gregoria y Andrea al pueblo de Cangallo con la misión de rescatarlo, enviando para tal caso 500 pesos al jefe de la guarnición.

El jefe Quiroz no tuvo inconveniente en devolver el hijo a la madre, pero antes llamó a éste a su presencia para comunicarle la petición de María Parado. Tomás Bellido, con gesto patriótico, se negó a volver al hogar antes de ver triunfante la bandera de la libertad y aconsejó a su jefe la aceptación del dinero para el servicio de la causa.

Al saber la actitud de su hijo, el Bellido, admirado y entusiasmado, trabajó desde ese día en favor de la causa libertadora. De esta forma, comenzó a informar al ejército patriota de los desplazamientos y podería bélico realistas, por medio de cartas a su esposo. Como era analfabeta, sólo firmaba las cartas que dictaba a don Matías La Madrid, su compadre y secretario de la intendencia de Huamanga. De este modo ayudó a los patriotas a planificar mejor sus ataques, causando la desesperación de los realistas.

Es así que en un enfrentamiento entre patriotas y realistas, al revisar las ropas de un patriota caído, los soldados españoles encontraron una carta dirigida desde Huamanga, donde se daba cuenta de secretos militares de los realistas.

Se determinó que la autora de la carta era María Parado de Bellido, razón por la cual el 24 de marzo de 1822 es apresada y presentada ante el general Carratalá.

Fue sometida a las más inhumanas torturas. Como la letra de la carta era diferente de la firma, Carratalá quiso descubrir quién era el redactor y ofreció salvarle la vida a María, si delataba a sus cómplices y revelaba los secretos de los insurgentes, pero esta valerosa mujer se negó a tan ruin acción y escogió la muerte, sabiendo que con ella dejaba en la orfandad a sus menores hijos.

Ante su mutismo, fue condenada a enfrentar un pelotón de fusilamiento, programando su ejecución en La Pampa del Arco.

En 1820 parte de su familia se integró al grupo de patriotas organizados en Paras (Cangallo) con el fin de colaborar con la guerrilla auspiciada en la sierra central por el general Álvarez de Arenales, que obedecía a la estrategia del general José de San Martín encaminada a desgastar al ejército realista. Mariano Bellido y sus hijos actuaron como correos del ejército patriota en la región de Huamanga, y su misión principal consistió en dar cuenta de los movimientos de las tropas realistas.

En 1822 el virrey José de la Serna ordenó a las tropas del general Canterac, acantonadas en Jauja, que se combatiera la insurrección popular organizada en Huamanga. Canterac encomendó a la compañía al mando del general Carratalá la tarea de reprimir el movimiento ayacuchano. Fue en esa coyuntura que uno de los hijos de María Parado, Tomás Bellido, fue hecho prisionero y fusilado por los realistas ya acantonados en Cangallo. Este hecho motivó que María Parado de Bellido se integrara al movimiento patriota y colaborara con su esposo en las tareas de espionaje.

Debido a su condición de analfabeta, dictaba las cartas dirigidas a Mariano Bellido a un amigo de confianza que, a su vez, se encargaba de trasladar la información al cuartel del guerrillero patriota Cayetano Quiroz. Gracias a ello, los patriotas fueron avisados a tiempo de la planeada incursión del ejército realista al pueblo de Quilcamachay el 29 de marzo de 1822, y la localidad pudo ser evacuada a tiempo.

No obstante, la persona a través de la que María Parado enviaba su correspondencia fue capturada ese día por unos sacerdotes leales al virrey, que lo entregaron al general Carratalá. El general conoció así las actividades que realizaba María Parado, ya que una de las cartas llevaba su firma. Las tropas españolas rodearon la vivienda en que María Parado se hallaba en compañía de sus hijas y la capturaron. Llevada ante el general Carratalá, María Parado se negó a contestar las preguntas encaminadas a desarticular la red de información, desechó las ofertas de recompensa y tampoco se inmutó al ser advertida de que su casa sería quemada si no colaboraba.

Su actitud motivó que fuera condenada a morir fusilada. El 1 de mayo de 1822 fue paseada por los alrededores de la plaza de armas de Huamanga, al tiempo que se voceaba su delito de traición, y luego murió ante el pelotón de fusilamiento en la Pampa del Arco. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de la Merced.

Cuando la independencia fue consolidada por el general Simón Bolívar, el Libertador otorgó a las hijas de María Parado de Bellido una casa que había pertenecido a un soldado realista en Huamanga, mediante un decreto de 1826. Poco después fue declarada mártir de la independencia. Un importante colegio nacional para mujeres de Lima lleva en la actualidad su nombre.

Pocas son las informaciones que se tienen sobre la mayoría de héroes populares, tantas veces anónimos. Ejemplos de ellos, son entre muchos otros, la trayectoria biográfica de José Olaya y María Andrea Parado Jayo de Bellido.

De ella se dirá que es casi una desconocida. De la heroína patriota se afirma que nació en Huamanga,1 probablemente a principios de los años 1760, y que se casó, a la edad de 15 años, con Mariano Bellido, de oficio negociante, y quien hacia 1820 trabajaba en la sección de correos del distrito de Paras en la provincia de Cangallo, donde la familia tenía su residencia, aunque radicaban temporalmente en Huamanga. De esa unión tuvo siete hijos: Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola. Tomás se enroló en las filas patriotas del general Juan Antonio Álvarez de Arenales cuando éste pasó por Huamanga (1820), y luego se sumó a los montoneros patriotas acaudillados por Quiroz Lazón,2 que se hallaban en actividad en Cangallo (1820). Su esposo y su otro hijo varón, Mariano, empezaron también a colaborar con aquellos montoneros, que actuaban en coordinación con las fuerzas regulares del general don José de San Martín.3 Mientras que en Huamanga estaba acantonada una división del ejército español a órdenes del general José Carratalá, con órdenes de reprimir a los rebeldes.

Seguramente fue el ejemplo del esposo y sus hijos lo que impulsó a María a trabajar también por la causa libertadora. Como ella no sabía escribir, le dictaba a un amigo de confianza llamado Matías Madrid, las cartas que remitía a su marido con la finalidad de informarles de los movimientos y los planes del enemigo; información que Mariano comunicaba de inmediato al patriota Quiroz. Así, por ejemplo, los patriotas pudieron abandonar el pueblo de Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822; al día siguiente el pueblo fue ocupado por los realistas, y allí se encontró una de esas misivas, olvidada por descuido en la chamarra de un guerrillero.

CARTA:

Huamanga, Marzo 26 de 1822 Idolatrado Mariano: Mañana marcha la fuerza que de esta ciudad a tomar la que existe allí, y a otras personas, que defienden la causa de la libertad. Avísale al Jefe de esa fuerza, señor Quirós, y trata tu de huir inmediatamente a Huancavelica, donde nuestras primas las Negretes; porque si te sucediese una desgracia (que Dios no lo permita) sería un dolor para tu familia, y en especial para tu esposa.

Andrea.

Descubierta entonces, María fue apresada el 30 de marzo en Huamanga y conminada a delatar a sus colaboradores. Pero ella se mantuvo en heroico silencio. Finalmente, Carratalá ordenó su fusilamiento.

Fusilamiento de María Parado de Bellido:

Para trasladarse al lugar donde debía efectuarse su sacrificio, la obligaron a dar una vuelta a la plaza principal, en donde en cada esquina, un emisario leía en voz alta, la orden de muerte por alta traición. Más esta inigualable mujer, no se alteró en ningún momento, y dirigiéndose altivamente a sus verdugos les decía: "No estoy aquí para informarles a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad".

Luego fue conducida a la pampa o plazuela del Arco donde le esperaba el pelotón de fusilamiento. Después de ser amonestada por última vez, para que revelara el secreto, prometiéndosele la vida, rechazó la proposición sin vacilar. Y resignada a sufrir el último suplicio, se arrodilló y esperó la muerte con la mirada dirigida al cielo.

María Parado de Bellido fue fusilada en la Plaza de Armas de Ayacucho, el 27 de marzo de 1822, su cadáver fue trasladado al templo de La Merced, donde se le dio sepultura.

Custodiada por fuerzas de la guarnición realista, María fue llevada en procesión en torno a la plaza huamanguina y en cada esquina un oficial leyó el bando de la sentencia dictada por Carratalá, justificando su acción “para escarmiento y ejemplo de los posteriores por haberse rebelado contra el rey y señor del Perú”.

Se cuenta que su cadáver fue sepultado de limosna por los frailes mercedarios en su templo, a pocas cuadras del lugar de fusilamiento, mientras sus hijas quedaron abandonadas a su suerte y hallaron refugio en una iglesia. Luego surgieron varias versiones confusas sobre su familia. Lo único verificable es que Simón Bolívar estableció una pensión de gracia para las hijas sobrevivientes de la heroína, pero no se sabe la suerte que corrieron su esposo y sus hijos que participaron en las montoneras.

Semblanzas

A pesar de la parquedad de los datos biográficos, su fama se ha extendido más allá de su tierra natal. Leamos lo que ha escrito sobre ella el famoso escritor estadounidense Carleton Beals en su libro Fuego en los Andes:

"Entre todas las ciudades peruanas destaca Ayacucho, que produjo un grupo notable de mujeres que destacaron no sólo en las letras del tiempo colonial, sino también por su valor, entre ellas Venturia Ccalamaqui, Pallchamascachi Ttica, María de Bellido. Madre de hijos que luchaban por la causa de los patriotas, María de Bellido prefirió marchar al patibulo antes que traicionar el secreto de los insurgentes. Después de haber sido paseada por las cuatro esquinas de la plaza pública donde debía llevarse a cabo su ejecución y leída que le fue en voz alta la sentencia que la condenaba a muerte, la noble mujer dijo, dirigiéndose altivamente a sus verdugos: "No estoy aquí para informar a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad".

Carleton Beals

Por su parte, el periodista Aurelio Miró Quesada, en una visita que hizo en Ayacucho a la casa de la heroína, escribió (en su libro Costa, sierra y montaña):

"Hay otras muchas casas en Ayacucho con tradición o con leyendas. Voy así a visitar la residencia de la arrogante heroína ayacuchana María Parado de Bellido. Es una casa sobria, con limpias paredes encaladas y una vid en el patio al lado de unos severos peldaños de piedra. Allí estaba María Parado de Bellido cuando los tenientes de Carratalá la redujeron a prisión, asaltando y saqueando la casa. A pesar de todos los esfuerzos, la heroína no quiso confesar a quién había escrito la carta enviada por ella a las filas patriotas; y después de habérsela hecho dar la vuelta a la Plaza, como escarmiento público, se la fusiló. [...], en la pampa del Arco donde actualmente se levanta su estatua"

Aurelio Miró Quesada Sosa

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