QUE VIVA URIBE

QUE VIVA URIBE!

Por Farid Valencia Dovale.

Hoy cuando las rodillas amaestradas por el fanatismo enceguecedor se hincan ante la figura arrolladora de un Uribe, es menester rememorar la personalidad ilustre de otro Uribe, la cual exactamente hace cien años, quien sabe si deliberadamente, fue sepultada por soledad que deja el olvido, luego que unas hachas homicidas fueran accionadas por las infaltables manos cobardes que han proliferado a lo largo de nuestro devenir.

La prolija vida pública de quien algún día, exaltado por la actitud vacilante de las Dirección Liberal ante la Regeneración, arribó a Barranquilla resuelto al combate; no puede agotarse en el trasegar del malogrado y aguerrido militar de la guerra de los mil días. La contextura moral de Rafael Uribe Uribe, así como el rescate de su memoria en este centenario de su desaparición, debe mostrarnos al Uribe intelectual, al eximio escritor, al descollante pensador que no dejó pasar inadvertido, ante sus sentidos aguzados, tema alguno que concitara la atención de la Colombia de finales del siglo XIX y principios del XX.

Cuando de religión se trataba Uribe era vertical en delinear cual sería la actitud del liberalismo en el evento de llegar al poder; consecuente con los radicales del Olimpo Liberal, abogó por la separación de la iglesia y el Estado dentro del marco del sistema concordatorio, dejando de manifiesto su respetuosa consideración de las potestades terrenales y espirituales, al decir que: “La capital de la política religiosa –si la hay- no la situará el liberalismo vencedor en Bogotá sino en Roma”.

En materia económica sus posiciones eran heréticas ante los ojos de muchos de sus contemporáneos quienes, instruidos en las teorías de Adam Smith, veían en el Uribe apologista del Socialismo de Estado, un foco de perturbación de la conciencia colectiva. Pero el Uribe que se levantaba resuelto a reivindicar su título de Socialista, no era partidario del socialismo de abajo para arriba que negaba la propiedad, atacaba el capital y denigraba de la religión; su socialismo era de corte reformador, de arriba abajo, el cual se apoyaba en las funciones y legitimidad del Estado.

Su posición con respecto a las funciones que debía cumplir el Estado trascendía la muy dominante concepción de limitarlas a la conservación de la tranquilidad y la seguridad, dado que preceptuaba que “dentro de la sola conservación del orden, un gobierno puede ser de los peores que existan; para merecer que lo llamen bueno o excelente debe hacer algo más: impulsar y promover tan poderosamente como pueda la prosperidad del país”

El talante de intervencionista de Estado que caracterizó a Uribe Uribe, lo llevó a proponer que el Partido Liberal abrevara en las canteras del socialismo, que en su entender consistía en adelantar una serie de reformas en el sistema de herencias,

...