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Rafael Garcia


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2013  •  2.220 Palabras (9 Páginas)  •  222 Visitas

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EL EVANGELIO Y LOS DERECHOS HUMANOS

El presente trabajo está, principalmente, destinado para reflexionar sobre qué estamos haciendo por los derechos humanos y que aporta el evangelio mientras hay transgresiones y violaciones, cuando la clase gobernante emite más y más normas sin respeto alguno ni siquiera las cumple, es por eso, que lo más adecuado es poner manos a la obra para reflexionar junto con la sociedad civil y la clase gobernante.

Basándonos en diversas filosofías jurídicas y eclesiásticas, aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, etnia o nacionalidad; y son independientes o no dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente. Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos con aportes de los clérigos se han definido como las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que permita a los individuos ser personas con una mejor calidad de vida.

El título de este artículo pretende afirmar que el Evangelio y los Derechos Humanos tienen sus espacios distintos y autónomos; De todos modos, ambos tienen mucho en común y pueden, alimentarse mutua y fecundamente.

El término “derechos humanos” es un producto de la modernidad. Las dos expresiones de más fuerza datan del siglo 18: la Declaración de Independencia norteamericana (“Todos los hombres nacen con ciertos derechos inalienables: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”); y la afirmación francesa de los “Derechos del Hombre”. Ambas expresiones irrumpen en situaciones revolucionarias que derrocan el poder de la monarquía inglesa en las colonias de Norteamérica, y la decapitación del rey francés en la Revolución Francesa. La afirmación de los derechos desató desde sus inicios una dinámica que iba mucho más allá de sus protagonistas originales; en el caso norteamericano, una burguesía en las colonias del norte molesta por impuestos de la corona, junto con los terratenientes del sur con sus propiedades de esclavos negros; en Francia, una burguesía emergente que pugnaba contra el control del estado contra la aristocracia y la alta jerarquía de la Iglesia. De allí, en el caso francés, la presencia del anti-clericalismo en muchos sectores de la cultura democrática hasta hoy. Lo gratificante de los derechos humanos es que con el tiempo contagiaron a sectores de verdad marginados: obreros fabriles atrapados con sueldos de hambre y condiciones de trabajo inhumanos esclavos considerados como la propiedad de sus dueños; la larga lucha de las mujeres no terminada por lograr el reconocimiento de su igualdad con los varones etc. La lista aquí es evidentemente incompleta, pero señala que hoy los derechos humanos albergan fundamentalmente a las personas no plenamente incluidas, que no gozan de un pleno reconocimiento y ciudadanía. Por eso, la aversión de los sectores pudientes a tocar el tema de los derechos humanos. Resulta curioso que en el plan de gobierno de Keiko Fujimori no hay ni una palabra sobre los derechos humanos. La Iglesia estuvo un poco retardada en asumir la causa de los derechos humanos, atrapada en la lucha contra el anti-clericalismo que marcó el siglo 19. Es sólo a partir del Papa León XIII a finales de ese siglo, y que culmina con el pontificado de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II en los años 60 del siglo 20 que la Iglesia asume como causa suya la lucha por la dignidad y los derechos de todos los hombres y mujeres. Afinar las consecuencias de su compromiso con los derechos humanos continúa hoy en la Iglesia, como en la sociedad. Lo que sí quiero afirmar aquí es que la asunción por parte de la Iglesia de la causa de los derechos humanos asunción todavía imperfecta pero abierta a nuevas precisiones, ha supuesto un retorno al Evangelio de Jesús de Nazaret. Un retorno nunca perfecto, pero sí en marcha. El Evangelio no habla de derechos humanos. El término es de la modernidad. Sin embargo, la práctica de Jesús, su preferencia por la gente pobre y marginada sin excluir a nadie, sus obras de vida e inclusión para gente como los leprosos, los tullidos, las viudas dejadas tan frecuentemente en la miseria, marca todo el Evangelio. El mandato de Jesús a sus discípulos en la Ultima Cena de amar como él ha amado es el mandato de preferir a los excluidos como la señal de ser auténticos discípulos suyos. Los luchadores por los derechos humanos, sean creyentes o no creyentes, pueden aprender mucho de la práctica de Jesús.

Los derechos humanos:

1. Toda persona acusada de delito tiene el derecho a un juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa. (Art. 11.1)

2. Nadie será sometido a tratos degradantes.

3. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido. (Art. 9)

4. Toda persona tiene derecho a ser oída públicamente y con justicia, por un tribunal independiente e imparcial. (Art. 10)

5. Nadie será sometido a tratos crueles. (Art. 5)

6. Todo individuo tiene derecho a la vida. (Art. 3)

7. Nadie será sometido a penas crueles. (Art. 5)

8. Nadie será sometido a torturas. (Art. 5)

9. Nadie será sometido a tratos inhumanos. (Art. 5)

10. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se prueba su culpabilidad. (Art. 11.1)

El evangelio:

a) Los Sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte. Mc 14,55

b) Pilato insistió: "Yo no encuentro delito alguno en él". Ellos se enfurecieron y gritaban:"¡Quitad le dé en medio! ¡Mátale!”...Así que Pilato se lo entregó para que lo crucificaran. Jn 19,6-16

c) Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio le hizo poner un ropaje de color llamativo para burlarse de él, y se lo remitió a Pilato. Lc 23, 6.11

d) Los soldados lo desnudaron y le echaron encima un manto color escarlata; después trenzaron una corona de espinas, se lo pusieron en la cabeza y una caña en la mano derecha... Le escupieron, y le pegaron en

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