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Warma Karjas


Enviado por   •  21 de Agosto de 2014  •  473 Palabras (2 Páginas)  •  226 Visitas

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RESUMEN DE LA OBRA LITERARIA LA AGONIA DE RASU ÑITI

- Jose Maria Arguedas –

Argumento del libro "La Agonia de Rasu Ñiti" de Jose Maria Arguedas.

“La agonía de Rasu Ñiti “es una escena de ballet, con la danza del bailarín de la altura (Dansak: bailarín): “Rasu Ñiti, que aplasta la nieve), con el cuadro mágico de los concurrentes a este baile final, donde el oficiante, el dansak “Rasu Ñiti”, esta envuelto en las ricas vestimentas que lo particularizan: el tapavala adornado con hilos de oro; la montera; sobre cuyas inmensas faldas, entre cintas labradas; brillan espejos en formas de estrellas; sombrero; del cual caía una rama de cintas de varios colores; pantalones de terciopelo y zapatillas.

La música que acompaña al dansak “Rasu Ñiti” se siente en variadas tonalidades, y es interpretada por “Lurucha”, el arpista, y por don Pascual, el violinista. “Rasu Ñiti” estaba tendido en el suelo de su habitación, sobre una cama de pellejos. Por la única ventana, cerca del mojinete entraba la luz del sol que daba sobre un cuero de vaca que colgaba de unos de los maderos del techo y, la sombra producida, caía a un lado de la cama del bailarín.

“Rasu Ñiti” sentía que el Wamani le estaba hablando directamente al pecho; pero su mujer no podía oírlo. La mujer se inclino ante el dansak y le abrazo los pies. Estaba ya vestido con todas sus insignias, un pañuelo blanco le cubría parte de la frente.

La seda azul de su chaqueta, los espejos, la tela roja de los pantalones ardía bajo el angosto rayo del sol que fulguraba en la sombra del tugurio que era la casa del indio Huancayre, el gran dansak “Rasu Ñiti”, cuya presencia se esperaba, casi se temía y era luz de la fiestas de centenares de pueblos.

Cuando el bailarín interrogo a su mujer sobre si veía al Wamani sobre su cabeza, esta le contesto que si, que era de color gris y que la mancha blanca de su espalda estaba ardiendo.

Solo sus ojos aparecían hundidos como en un mundo, entre los colores del traje y la rigidez de los músculos. “Rasu Ñiti” empezó a tocar las tijeras. Cuando llego Lurucha, el arpista del dansak, tocando, ya la fina luz del acero era profunda; le seguía don Pascual, el violinista. El Lurucha, que comandaba siempre el dúo, hacia estallar con su uña de acero las cuerdas de alambre y las de tripa.

Tras de los músicos marchaba un joven: “Atok Sayku”, el discípulo de “Rasu Ñiti”. También se había vestido; pero no tocaba las tijeras. “Rasu Ñiti” vivía en un caserío no más de veinte familias. Los pueblos grandes estaban a pocas leguas. Tras de los músicos venia un pequeño grupo de gente. Cuando “Rasu Ñiti” sintió que ya el final se acercaba, pidió al

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