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WARMA KULLAY


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  1.467 Palabras (6 Páginas)  •  502 Visitas

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Contexto[editar · editar código]

1933, el año en que fue asesinado el presidente Luis Sánchez Cerro y subía al poder el general Óscar R. Benavides, fue de una intensa agitación política. La Universidad de San Marcos, en donde el entonces joven Arguedas había ingresado en 1931 para estudiar Letras se hallaba en receso desde 1932, y lo estaría hasta 1935. Por esos días había a diario sangrientos enfrentamientos entre apristas y comunistas y todavía se vivían la secuelas de la revolución aprista de Trujillo, donde fueron fusilados indeterminado número de militantes de dicho partido. Al parecer, aunque sus simpatías se volcaban al comunismo, durante esos años Arguedas se mantuvo alejado de la política militante, a diferencia del resto de sus condiscípulos. Solo desde 1936 empezaría a participar activamente en las protestas, a raíz de la amenaza fascista que se cernía sobre la Segunda República Española. En ese lapso que va de 1933 a 1935 escribió muchos cuentos, en las que se propuso plasmar la vida y el paisaje andino tal como era en realidad y no de la manera falsa y artificial como lo habían hecho anteriores escritores indigenistas como Enrique López Albújar y Ventura García Calderón, a decir del mismo Arguedas.

Época[editar · editar código]

El cuento fue publicada en 1933 y reeditado en 1935 formando la colección de Agua, pero los sucesos que relatan se inspiran en episodios de la niñez del autor, es decir, de la década de 1920, episodios que sin duda están distorsionados y con la carga de fantasía propia de las creaciones literarias. El protagonista es un niño-narrador (o un adulto que narra en retrospectiva) llamado Ernesto, en quien podemos identificar al Arguedas-niño.

Escenario[editar · editar código]

Los hechos se desenvuelven en la hacienda de Viseca, cercana a Puquio, la capital de la provincia de Lucanas. Se menciona a la quebrada del mismo nombre y el cerro Chawala, montaña tutelar que es la morada del apu.

Personajes[editar · editar código]

El niño Ernesto, de 14 años, quien vive en la hacienda Viseca junto con los peones indios y cholos. Es de la familia de los patrones: su tío es uno de los dueños de la hacienda. Es mestizo aunque de tez clara, que le hace parecer “blanco”.

El Kutu, un joven indio, que trabaja en la hacienda como novillero y amansador de potrancas. Es fornido y de voz atronadora, de “nariz aplastada, sus ojos casi oblicuos, sus labios ennegrecidos por la coca.”

La Justina, es una india joven que “era bonita: su cara rosada estaba siempre limpia, sus ojos negros quemaban;… sus pestañas eran largas, su boca llamaba al amor…”

Don Froylán, uno de los patrones de la hacienda Viseca. Es el típico hacendado abusivo, que maltrata a sus peones y viola a las muchachas indias.

Otros secundarios: Julio el charanguero, Gregoria la cocinera y los indios de la hacienda.

Argumento[editar · editar código]

Ernesto, un mestizo perteneciente a una familia de hacendados, relata en retrospectiva un romance de su niñez: el amor por una india, un amor frustrado, imposible, de triste final.

Resumen[editar · editar código]

El niño Ernesto, sobrino de uno de los dos patrones de la hacienda Viseca, se enamora de una india joven llamada Justina, a quien una noche la ve bailar en el patio del caserío. Pero ella prefiere al Kutu, un joven indio y novillero, empleado de la hacienda. Ernesto no entiende cómo, siendo el Kutu feo y con “cara de sapo” pueda ser el preferido de la Justina. Ella y los demás indios se burlan de Ernesto, quien se retira avergonzado mientras continúa el jolgorio, hasta que llega don Froylán, el otro patrón, quien sacude su látigo y manda a dormir a todos. Esa misma noche Ernesto se entera que don Froylan ha abusado sexualmente de Justina, cuando esta fue de mañana a la toma de agua para bañarse. Es el mismo Kutu quien le cuenta esta desgracia, y entonces Ernesto le incita a que asesine al ofensor. Pero el novillero se niega por «ser indio», es decir, socialmente inferior, además porque el patrón tenía nueve hijos que aún eran muy pequeños. Ernesto no entiende estas razones y cree que por maula o cobarde el Kutu no quería enfrentar al malvado patrón. El Kutu trata de consolarle, diciéndole que pronto se iría y le dejaría a la Justina para él solo. En las noches, el Kutu iba al corral y daba de latigazos a los becerros del patrón, a modo de desquite; Ernesto lo veía y aprobaba su acción, pero luego se arrepentía y abrazaba a los animales, llorando y pidiéndoles perdón

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