Angel Palerm

La lectura da un recorrido histórico desde la perspectiva de los viajeros, descubridores y exploradores; desde Marco Polo hasta Pigafetta. En seguida retomaré los puntos importantes de las descripciones de cada una de las personas presentadas en el capítulo de la lectura.

Marco Polo, como lo menciona el libro, es “con el que se reanuda la tradición etnográfica”. Él “creó una imagen de Asia para los europeos, una imagen que no fue modificada sino hasta el siglo XVI, con los viajes de los portugueses a la India y el establecimiento de los jesuitas en China” (Palerm, 2006). Desde mi punto de vista, Marco Polo hizo una descripción o crónica de lo que veía, pienso que debió estar bastante tiempo observando para hacer el pequeño fragmento que está expuesto en el libro. Cabe mencionar que no está familiarizado con la cultura y en lo que se puede leer en el capítulo no se ve un trabajo comparativo ni de descripción densa, sino crónicas diarias de lo que vivía.

Después en el capítulo se habla de Batuta que realizó un viaje de peregrinación a La Meca, a todo el norte de África hasta llegar a Alejandría. A pesar de que su obra fue editada por un editor marroquí, se percibe que la descripción que hace de los lugares que visita es más exhaustiva, es más observador y es honesto en sus descripciones. Quizá, al contrario de Marco Polo, tuvo facilidad de hacer este tipo de descripción porque estaba familiarizado con la cultura y con la lengua.

Luego está Giovanni del Piano di Carpine, que era un franciscano misionero que le fue encargada la tarea de hacer contacto con los mongoles y tratar de convertirlos al cristianismo y además de estudiar las armas, la organización militar y las tácticas de éstos. Aunque fracasó en la primera parte de la tarea, con la segunda tuvo éxito. En su descripción se puede notar que todo lo observa desde el punto de la cristiandad, y juzgaba lo que veía desde su cosmovisión. También veía a los mongoles como enemigos y buscaba sus partes débiles.

Después describe Palerm a Cheng Ho, uno de los eunucos favoritos del emperador chino de la dinastía Ming. Este al contrario de ver a los bárbaros en los mongoles, menciona que los bárbaros son los occidentales, que pienso que se debe a que en la dinastía Yuan, de los mongoles, los extranjeros estaban en una categoría social más alta que los chinos nativos y esto causo cierto descontento entre las masas que eran muy cerradas en cuanto a compartir o mostrar su cultura. Me imagino que replantearon la cultura cerrada en la dinastía Ming.

Cheng Ho sobre todo describe los regalos que le hacían los demás países al emperador, que llegaban desde joyas hasta animales exóticos al emperador, casi no describe los viajes que hace con el emperador, solo menciona que la fuerza de los ejércitos del emperador es más grande que la de los otros pueblos, tiene una visión un tanto etnocentrista.

Más adelante se habla del descubridor inconsciente de América, Cristóbal Colón. Aunque sus cartas del viaje se perdieron, se tiene una versión compendiada por Fray Bartolomé de las Casas, que aunque se lee un poco incompleta, se tiene a la mano una parte de la visión de ése momento. Sobre todo en las descripciones que hace, se refiere a todo lo extraño que encuentra y al hermoso paisaje en el que está. Obviamente Colón no era un etnógrafo pero con él nace la antropología en cierto modo. Pude apreciar que más que una descripción densa de todo el paisaje, el lugar y las personas del Nuevo Mundo, estas cartas eran crónicas de viaje sin entrar mucho a detalles.

Palerm continúa el capítulo con Cabeza de Vaca, al que llama “el primer etnógrafo que práctico la observación participante”, éste fue cautivado durante seis años por unas tribus indias de las que después huyó para andar 8 años en México con tribus más apacibles de recolectores. Cabeza de vaca “transmitió la mísera existencia de los recolectores y el descubrimiento del paso a la vida segura y lujosa provista por la agricultora.” (Palerm, 2006). Él describe de manera muy precisa como vivían, comían,

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