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Aspectos Eticos Del Tratamiento Del Dolor


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2014  •  1.937 Palabras (8 Páginas)  •  583 Visitas

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ASPECTOS ETICOS EN EL TRATAMIENTO DEL DOLOR

El dolor es una de las causas que más afectan a la calidad de vida de las personas, y tratarlo de forma inadecuada es un grave problema asistencial y un problema ético de primera magnitud que afecta directamente a las personas y atenta contra su dignidad. La ausencia de una adecuada evaluación y manejo del dolor vulnera los principios éticos básicos de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia.

La ética es una disciplina filosófica que trata de los asuntos morales, es decir, de nuestra conducta –actos, hábitos y vida en general– bajo el punto de vista del bien, del deber o del valor, calificándola como buena o mala, debida o incorrecta, valiosa o sin valor moral. En el abordaje del dolor también cabe una aproximación de tipo ético y al referirnos a los aspectos éticos del tratamiento del dolor no hacemos otra cosa que preguntarnos sobre «lo que está bien» y «lo que está mal» en ese ámbito. Es decir, lo que debemos y no debemos hacer en esa relación asistencial.

EL CONTROL DEL DOLOR Y LA DIGNIDAD DE LA PERSONA

El dolor es una experiencia desagradable que afecta a todos los seres humanos en algún momento de su existencia y que, a pesar del elevado desarrollo de conocimientos sobre él, todavía hoy se trata de forma insuficiente. El dolor es una de las causas que más afectan a la calidad de vida de la población, con importantes consecuencias en el ámbito personal, familiar y social. Es uno de los principales problemas de salud pública dada la gran repercusión socioeconómica que tiene debido a la utilización frecuente de los servicios de salud, la pérdida de productividad laboral y los subsidios de invalidez.

A pesar de los avances que se han producido tanto en el conocimiento de los mecanismos implicados en el proceso doloroso como en lo que a su tratamiento se refiere, el desnivel entre dichos conocimientos y la aplicación práctica es un abismo, tanto si nos referimos al dolor crónico como al dolor agudo. Las causas son múltiples, la cultura, las actitudes, la educación, las disponibilidades económicas y las políticas de salud.

Existen suficientes estudios que nos permiten afirmar que el inadecuado tratamiento del dolor, además de mermar la calidad global de vida del paciente que lo sufre, también disminuye su esperanza de vida. Aunque hay situaciones para las cuales no existen en la actualidad alternativas terapéuticas válidas, el dolor innecesario, definido como el que persiste a consecuencia de un tratamiento inadecuado o por la ausencia de cualquier tipo de medida terapéutica a pesar de disponer de terapias eficaces, constituye un grave problema asistencial.

Todavía hoy millones de personas sufren de distintos tipos de dolor que puede evitarse. Esa falta de consideración del dolor ajeno por parte de los profesionales sanitarios constituye un problema ético de primera magnitud que afecta directamente a las personas y que atenta contra su dignidad.

Numerosos estudios llevados a cabo en estos últimos años nos indican que incluso en los casos en los que se trata el dolor, el tratamiento es inadecuado o insuficiente. B. Ferrell habla del efecto triple whammy: el médico prescribe por debajo de lo necesario, el personal de enfermería administra menos de lo prescrito y los pacientes no comunican todo su dolor.

Tras muchos años de olvido, en agosto de 1999 la Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations (JACHO, Comisión Conjunta de Acreditación de Organizaciones de Atención Médica) incluyó por fin en sus estándares el control del dolor. Con ello se pretendía que el dolor fuera considerado como el quinto signo vital y que fuese monitorizado de forma similar a como se hace con la temperatura corporal, el pulso, la presión sanguínea y la respiración.

Es difícil justificar que se siga padeciendo dolor innecesario y gratuito sin que ello sea considerado un acto que atenta contra la dignidad de la persona, como podría ocurrir con los actos de violencia física o psíquica. Debido a la gran magnitud del problema, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor y la Organización Mundial de la Salud consideran el alivio del dolor como uno de los derechos humanos fundamentales.

Permitir que una persona sufra dolor cuando existen los medios necesarios para evitarlo en su totalidad o paliarlo en lo posible atenta de lleno contra tales derechos fundamentales de la persona y debe ser considerado como una flagrante negligencia profesional.

CONSIDERACIONES ÉTICAS

La verdadera actitud ética hace que nos sintamos solidarios con el enfermo que sufre y nos empuja a poner todos los medios y conocimientos disponibles para eliminar el dolor, estén o no a nuestro alcance, ya que si no poseemos los conocimientos necesarios deberemos derivar al paciente hacia aquellos que dispongan de ellos. Evitar el dolor y el sufrimiento es la primera obligación moral y profesional no solo del médico, sino de todo profesional implicado en el cuidado del paciente.

Para la mayoría de la gente, el concepto de «muerte digna» se asocia al hecho de morir sin dolor, rodeado de los familiares y sin un exceso de intervencionismo exterior. La intensidad y la amargura del debate actual sobre el derecho a morir con dignidad disminuiría considerablemente si la sociedad, los médicos y los políticos de la sanidad prestaran mayor atención a cómo mitigar el dolor y el sufrimiento del enfermo, si concedieran a los valores y deseos del doliente el respeto y la estima que se merecen y si enfocaran la muerte del ser humano con más compasión e indulgencia. Una buena muerte es difícil de definir pero fácil de detectar y engendra un profundo sentido de admiración y humildad ante el valor y dignidad de los seres humanos.

La ausencia de un tratamiento adecuado del dolor aparece como un remanente de dualismo cartesiano que dicotomiza lo físico y lo mental, y en donde el cuerpo se toma clínicamente como lugar de determinación fisiológica. Aunque el ser humano existe a través de su cuerpo, el cuerpo no es solo

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