Biodiversidad
nahuelc10 de Septiembre de 2012
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LA EXPANSION DE LA SOJA EN EL NORTE DE LA ARGENTINA: IMPACTOS AMBIENTALES Y SOCIALES
Carlos Reboratti
CONICET.- Facultad de Agronomía, Universidad de Buenos Aires.
Introducción
Entre 1970 y 2006, la producción de soja en la Argentina pasó de 38.000 a 16 millones de hectáreas. Pensada en un principio como un cultivo potencialmente útil para las regiones marginales del país, su producción tomó fuerza en la región pampeana, en un principio desplazando a otros (trigo, maíz y girasol), pero fundamentalmente ocupando las tierras antes dedicadas a la cría extensiva de ganado vacuno y ovino, todas las cuales eran de propiedad privada y naturalmente libres de vegetación leñosa. Más allá de la controversia sobre los efectos económicos, sociales y ambientales que el cultivo tuvo en esa región, uno de las consecuencias más evidentes fue un aumento en el precio de la tierra y, en paralelo, en el precio de los arriendos, la forma de tenencia más importante de esa enorme expansión.(AAVV, 2005) Eso generó un impulso para que los productores comenzaran a expandirse hacia el norte, buscando tierras más baratas y, en buena medida, nunca utilizadas para la agricultura. Pero allí surgió un problema, que es donde se centra este trabajo: esas tierras estaban cubiertas (o lo habían estado) por densos bosques nativos y ocupadas por grupos de criollos e indígenas que practicaban una producción agrícola y ganadera de muy pequeña escala, algunas de tipo mercantil, otras claramente campesinas y aún con sistemas de caza y recolección, bajo diferentes formas de tenencia precaria de la tierra.
La expansión de la soja no fue desde un principio regulada ni por el gobierno nacional ni los provinciales, y fue simplemente aprovechada por el primero para la obtención de divisas vía los derechos de exportación, mientras era saludada con entusiasmo por los segundos como un signo de modernización y activación económica. Tampoco al principio hubo signos de preocupación oficial cuando la soja se movió hacia el norte, y recién hacia el 2008, en ocasión de una gran confrontación con los productores sojeros, el gobierno nacional pareció preocuparse por los efectos ambientales – y en mucha menor medida sociales – de la producción sojera (Reboratti, 2008).
En ese marco, la ampliación de la frontera agraria de la soja produjo en el norte de la Argentina un impacto que vale la pena evaluar, sobre todo porque todo indica que ese seguirá siendo un escenario para la futura expansión sojera.
La deforestación y sus causas
Normalmente se asocia la idea de deforestación con la desaparición completa de la masa boscosa original de un lugar y su reemplazo por algún tipo de cultivo o pastizales. Mucho se ha discutido sobre las dificultades para medir estos procesos, como por ejemplo la dificultad para definir claramente que es un bosque o la carencia de una línea histórica de base a partir de la cual calcular la desaparición del mismo. Pero existe un acuerdo general para asociar la deforestación completa con otros dos fenómenos: la degradación y la fragmentación, siendo la primera la pérdida de algunos ejemplares del bosque (generalmente por la tala selectiva o la introducción del ganado), mientras la otra es una deforestación en parches, que no elimina totalmente el bosque pero lo reduce a fragmentos más o menos grandes de su tamaño original.(Harrison y Brund, 1999; Baldi et al, 2006; Benhim, 2006) En algunos casos, (y el bosque chaqueño de la Argentina es uno de ellos), se puede pensar que degradación, fragmentación y deforestación son pasos sucesivos en el proceso de desaparición final del bosque.
Pero más allá de los problemas de definición y medición, existe otra pregunta que ha interesado a los investigadores: ¿Cuáles son las causas para la deforestación? La complejidad del tema y la imposibilidad de definir una situación generalizable, ha llevado a que los investigadores diferenciaran entre causas directas y causas subyacentes, que corresponderían a lo que por una parte son los factores específicos de cada caso, y por la otra a los contextos políticos, sociales económicos de cada país.(Zack, 2004) Entre las causas directas se podría mencionar el reemplazo del bosque por la producción agrícola y ganadera, la extracción de madera para diversos fines (construcción, transporte, carbón), la explotación minera, y la construcción de infraestructura, llevada a cabo por actores tan diferentes como campesinos fronterizos con técnicas de agricultura migratoria, productores agropecuarios comerciales y grandes compañías ganaderas, mineras o petroleras. Por su parte, entre las causas indirectas o subyacentes se pueden ubicar el crecimiento de la población, las políticas económicas, los cambios en los mercados nacionales e internacionales y las leyes de protección ambiental y ordenamiento territorial.
En uno y otro nivel lo realmente difícil es tratar de evaluar el peso relativo de cada una, lo que ha llevado a veces a justificados análisis del peso relativo de las causas. Como veremos, en el caso del norte de la Argentina ubicar unas y otras causas es relativamente fácil, no tanto desde una mirada de largo plazo, pero sí en lo que se refiere a la coyuntura actual.
La expansión de la soja en el norte Argentino es el resultado de un proceso de expansión económica que tiene impactos en lo ambiental y lo social, por lo que es necesario primero hacer una breve caracterización física del escenario de la expansión, para luego analizar los antecedentes históricos.
El norte argentino
Hacia el norte de aproximadamente el paralelo de los 30º S , tanto el paisaje pampeano del este del país, templado, húmedo, llano y sin árboles, como el ambiente semiárido del centro y oeste, llano y cubierto por un bosque ralo y espinoso, comienzan a tener variaciones de vegetación determinadas por el aumento de la temperatura. Este aumento, combinado con el régimen de precipitaciones, hace que se hayan generado originariamente varias formaciones boscosas diferentes: en el nordeste penetra desde Brasil la Mata Atlántica en su variedad del Alto Paraná, de gran biodiversidad, y más hacia el oeste se encuentran diversas gradaciones del bosque chaqueño, húmedo primero y luego cada vez más seco, hasta que en pie de las montañas andinas, y debido a un aumento de las precipitaciones de tipo orográfico, se transforma otra vez en una selva, las yungas, con diferentes formaciones vegetales escalonadas en altura. (Brown, 2006)
Por problemas fundamentalmente de relieve y formas de ocupación previas, la Mata Atlántica no fue afectada por la expansión sojera (lo que no quiere decir que no fuera fuertemente impactada por la otros tipos de producción agrícola, entre ellos la forestación, que redujeron a la mitad la formación selvática original). El relieve plano y la presencia de precipitaciones suficientes hicieron que fueran el chaco y en menor medida las yungas los escenarios preferidos por la expansión sojera.
La deforestación en el subtrópico de Argentina: un problema histórico
Buena parte de las tierras bajas y cálidas de la Argentina recién fueron objeto del interés de los gobiernos a partir de fines del siglo XIX. Para ese entonces, el gobierno federal había, luego de la Guerra del Paraguay, asegurado sus fronteras exteriores en el norte, y poco después realizó una serie de campañas militares para “pacificar” y arrinconar a las poblaciones indígenas del Chaco. A partir de ese control territorial, en diferentes momentos se iniciaron procesos de ocupación de tierras, de distintas características.
En el chaco, el primer ataque sobre el bosque fue dado por la actividad extractiva selectiva de madera, dirigida a la producción de tanino, que se extendió por el chaco húmedo y parte del seco hasta que la distancia a recorrer por las pesadas maderas se hizo antieconómica, lo que llevo al cierre masivo de las fabricas de tanino, dejando un bosque empobrecido que, en parte, fue ocupado por una ganadería extensiva, que utilizaba el fuego para extender las áreas de pastura a costa del bosque. (Morello, 2006)
Pero en la década del 20 en gobierno nacional promovió la ocupación del centro de lo que es hoy la provincia del Chaco a través de un sistema de colonización para la producción algodonera. La división en lotes relativamente pequeños hizo que los colonos tendieran a eliminar el bosque nativo, que primero se fragmentaba y, a medida que aumentaba la presión por ampliar la zona productiva, desaparecía casi totalmente. Para 1988, solo en la provincia del Chaco había unas 680.000 has ocupadas por cultivos en zonas anteriormente forestales.(Adámoli, 2006)
En el borde occidental del chaco, al pie de las yungas, hacia fines del siglo XIX se había expandido – merced al apoyo oficial vía el aumento de impuesto a la importación – el cultivo de la caña de azúcar, que eliminó casi totalmente primero las selvas pedemontanas de la provincia de Tucumán (en 1988 había unas 212.000 cultivadas sobre tierras antes forestales), y más tarde se expandió por el piedemonte de Salta y Jujuy, adonde en el mismo año se cultivaban otras 75.000 hectáreas. Los cálculos indican que para fines de siglo solo quedaba el 20% de la selva pedemontana (Brown, 2006).
Es en ese escenario de degradación de los bosques subtropicales del país que, viniendo desde el sur, hacia 1980 hace su aparición la soja.
La soja en América del Sur
La producción de soja en nuestro continente comenzó en Brasil en la década de los 70, cuando este cultivo avanzó sobre el norte de Río Grande do Sul, reemplazando
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