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Celula


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2014  •  Informes  •  518 Palabras (3 Páginas)  •  173 Visitas

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En el período 1925-1960 se destacan dos momentos bastante definidos: el uno que va de 1925 a 1948 y el otro de 1948 a 1960.

El primer momento, que parte de la revolución "juliana" y culmina con el inicio del gobierno de Galo Plaza, fue un período de la historia ecuatoriana que estuvo marcado, al menos en sus primeros lustros, por la preocupación colectiva respecto de los problemas sociales, por la persistencia de la recesión económica, por la reorientación productiva, la agitación social y la inestabilidad política. En el segundo, se viviría un relativo clima de tranquilidad social y estabilidad económica y política, resultado, en mucho, de las prósperas condiciones creadas por el auge bananero. De todas formas, en gran parte del período, los ecuatorianos vivieron turbulentas y traumáticas experiencias como la misma juliana, la guerra de los cuatro días (1932), la guerra con el Perú (1941) y "la gloriosa" (1944) que marcaron en lo más profundo la conciencia colectiva de los ecuatorianos.

1925 a 1948 fue una etapa que se inició con una transformación del aparato estatal, intensa lucha y carencia de hegemomía política de algún sector de la sociedad que dieron como resultado la ingobernabilidad y una enorme inestabilidad política. Ciertamente en esta época, es decir, en veintitres años, se sucedieron alrededor de veintisiete gobiernos, entre dictaduras militares y civiles, gobiernos provisionales y regímenes democráticos.

En cambio entre 1948 a 1960, bajaron las tensiones políticas, los gobiernos democráticos se sucedieron en el marco constitucional, la planificación estatal apareció y un nuevo impulso modernizador vivió el Estado.

Por otra parte, desde los años veinte de este siglo se potenciaron las capacidades organizativas y de movilización de viejos grupos humanos (artesanos y militares) pero también hicieron su ingreso a la escena nacional nuevos actores sociales (obreros y clases medias) que exigieron su reconocimento social y político. Las calles, el espacio público, fue el territorio donde, en forma generalizada, se expresaron las demandas. La traquilidad pueblerina de antaño, alterada de cuando en cuando por los chismes, por cualquier escándalo social y por las luchas políticas y armadas de los caudillos y sus huestes vio, con asombro y no menos susto, la presencia de la organización y movilización popular, de la huelga obrera y de otras formas de reclamo y de presencia de los de "abajo". El Estado, las élites sociales, la opinión pública, el Ejército, la Iglesia y los intelectuales, desde sus particulares visiones, corrieron a explicarse y a dar cuenta de este fenómeno. Prestos dieron nueva forma a los partidos políticos, reestructuraron la legislación, fundaron organismos estatales y reflexionaron, escribieron o pintaron retratos novedosos del ambiente social que

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