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Ciencia Politica

daor26 de Abril de 2013

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“Año de la inversión para el desarrollo rural y la seguridad alimentaria”.

U.A.P

UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS

Derecho y ciencias Políticas.

Tema: Obra “El príncipe”.

Asignatura: Ciencia Política.

Docente: Abogada Cinthya Vigo.

Ciclo: III

Integrantes:

Nombres Trabajo documentario. Exposición

Brito Gutiérrez, Lucía mardelith

Oña Roque, Diego Armando

Ramírez Heredia, Edson.

Introducción

El autor de “El Príncipe” es Nicolás Maquiavelo quien fue un escritor político italiano nacido en Florencia el 3 de mayo de 1949.

Fue secretario de gobierno de su ciudad natal y estuvo encargado de diversas embajadas, desempeño posteriormente algunos cargos oficiales y falleció en Florencia el 22 de junio de 1527. Entre sus obras políticas más destacadas encontramos: "Del arte de la guerra" y la ya antes mencionada.

"El príncipe trata del modo de crear y fortalecer un principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente y a la vez enérgico, dispuesto a utilizar todos los medios posibles incluso hasta la astucia y el engaño para establecer y preservar el orden de su estado."

“El príncipe”.

CAPÍTULO I

De las clases que hay de principados y porque medios se adquieren.

Todos los Estados que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados. Pueden ser hereditarios o como miembros agregados al estado hereditario del príncipe que los adquiere (mixtos).

CAPÍTULO II

De los principados hereditarios

Este capítulo trata de cómo pueden y deben gobernarse los principados.

Es más fácil conservar un Estado hereditario el cual ya está acostumbrado a una familia, claro está que no se debe alterar el orden establecido por príncipes anteriores, además aprender a sobrellevar después con los cambios que pueden producirse. Es lógico que este sea más amado y no tenga más problemas al empezar que la envidia que surge de los insatisfechos.

Capítulo III

De los principados mixtos.

Existen dificultades en los nuevos principados como miembro agregado a un conjunto anterior, sus incertidumbres nacen de una simple complejidad que se encuentra en todos los principados nuevos, dificultad que consiste en que los hombres cambian creyendo mejorar, impulsados a tomar decisiones contra el príncipe lo cual resulta ser puro engaño pues luego han empeorado. El príncipe se ve obligado a ofender a sus súbditos, de modo que tiene por enemigos a todos los que se ha ofendido al ocupar el principado, y no se puede conservar como amigos a los que les han ayudado a conquistarlo porque no se pueden satisfacer las necesidades como ellos esperaban.

Los territorios revoltosos se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez.

Estos estados que al adquirirse se agrega a uno más antiguo, de la misma provincia y de la misma lengua es muy fácil conservados, sobre todo cuando están acostumbrados a vivir libres; y para quedarse en el poder, siempre se deben conservar sus costumbres y las ventajas que gozaban, hará que permanezcan tranquilos y en total armonía.

Se deben tener en cuenta dos puntos importantes:

1) Que la sombra o figura del príncipe anterior desaparezca.

2) Que ni las leyes ni los atributos del estado sean alterados.

Cuando se adquieren Estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes, surgen dificultades; uno de los remedios es ir a vivir en ellos, así se ven nacer los desórdenes y se pueden solucionar con rapidez, de este modo también adquieren más respeto y con dificultad suelen perderlo.

Otro buen remedio es enviar a algunas colonias a alguno de los lugares que sean como llaves para el Estado.; las colonias no cuestan, son más fieles y traen menos peligro, los damnificados no pueden causar molestias porque son pobres y están demasiado apartados.

Si en vez de colonias se emplean tropas, el gasto es mucho mayor, por el mantenimiento del ejercito se perjudica e incomoda a todos y por lo cual, se vuelven enemigos.

Otro dato sorprendente que nos da en este capítulo es que a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, la ofensa que se le haga hará provocar al hombre sed de venganza, por eso dice que se debe actuar al respecto de manera que le resulte imposible vengarse.

El príncipe que obtenga una provincia con organización y costumbres diferentes a la suya debe convertirse en defensor de los vecinos menos poderosos para debilitar a los de mayor imperio y cuidarse de que no entre a su estado un extranjero tan poderoso cómo él ya que se le adhieren todos los que sienten envidia del que es más fuerte y enseguida gana forma el bloque con el Estado invasor.

El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda costa los que no pueden, la censura es admitida.

"Una guerra no se evita sino se difiere para provecho ajeno"

Para evitar una guerra nunca se debe dejar que el desorden siga su curso.

Capítulo IV

Porque el reino de Darío, conquistado por Alejandro, no se sublevo muerto éste, contra sus antecesores.

Un príncipe elige del pueblo los ministros que lo ayudarán a gobernar, o también es asistido por nobles que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos (ministros), el príncipe goza de mayor autoridad por que en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.

Capítulo V

Como han de gobernarse las ciudades o principados que antes de su conquista, se regían por sus propias leyes.

Hay tres modos de conservar un Estado adquirido que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad:

1. Arruinarlo o destruirlo.

2. Vivir en él

3. Dejarlo regir por sus leyes, obligar a pagar tributo y establecer un gobierno compuesto por un pequeño número de personas para que se encarguen de mantener la paz del país.

No hay nada mejor para conservar una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por los mismos ciudadanos. El único sistema seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, debe esperar a ser aplastado por ella. Sus rebeliones siempre serán representadas con el nombre de libertad. El recuerdo de su antigua liberad no les concede ni un momento de reposo si los habitantes no se separan ni se dispersan, inmediatamente recurren a cualquier contingencia.

Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.

Capítulo VI

De los estados que un príncipe adquiere por su valor y por sus propias armas.

Los hombres siguen casi siempre el camino abierto por otros y se empeñan en limitar las acciones de los demás. Todo hombre que sea prudente debe imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los iguala en virtud, por lo menos se les acerque.

Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según cuan hábil e inteligente sea el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista, también facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido (aquellos que no se convirtieron en príncipes por azar, sino por sus virtudes).

Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer su seguridad, no hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.

Es preciso ver si esos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros; si necesita recurrir a la súplica para su obra, o si pueden imponerla por la fuerza, entonces, rara vez dejan de conseguir sus propósitos.

Capítulo VII

De los principados nuevos que se adquieren con las armas de otro o por buena fortuna.

Los que sólo por suerte se convierten en príncipes necesitan esfuerzo para llegar a serlo, se mantienen pero con muchísimo trabajo.

Las dificultades se presentan una vez instaladas, estos príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No es factible que conozca el arte del mando, ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.

Capítulo VIII

De los que han llegado a ser príncipes por medio de maldades.

Está el caso en el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos y por favor de otros ciudadanos,

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