DIVULGACIÓN CIENTÍFICA EN MËXICO

En su artículo, José Antonio de la Peña (2005), realizó dos encuestas sobre la percepción pública de la Ciencia y la Tecnología en México, que tuvo como finalidad recopilar información relevante para la generación de indicadores que midan el conocimiento, entendimiento y actitud de las personas, relativos a las actividades científicas y tecnológicas. La primera encuesta intenta estimar los conocimientos de un ciudadano promedio acerca de algunas ideas científicas importantes. La   segunda encuesta, pretende estimar el valor que se otorga a la ciencia y al trabajo del científico. Cabe resaltar que los resultados fueron poco alentadores.

Aunque un buen porcentaje de ciudadanos crea fielmente que la ciencia es algo trascendental para el progreso de nuestro país y que por ende debería de haber más científicos, no fueron capaces de contestar preguntas tan simples y prácticas como ¿Cuál es la temperatura corporal de ser humano? Es importante el entender cómo la población incorpora los conceptos de ciencia y tecnología en la toma de decisiones sobre su vida y en sus actividades cotidianas, ya que esto se ha convertido hoy en día en una explicación necesaria para entender los procesos de formación y expresión del ser humano contemporáneo.

Desafortunadamente México cuenta con una “casi” nula actividad de divulgación y desarrollo científico, fuera de lo que realiza la UNAM y otras instituciones. Esto comienza a mi particular punto de vista, desde la educación, sus programas y contenidos, que carecen de información actualizada, y claro que es de esperarse; el gobierno Mexicano solo otorga al desarrollo de la ciencia y la tecnología una tercera parte del gasto recomendado internacionalmente para países medianamente desarrollados, he aquí el resultado, somos un país cada vez menos competitivo y más inculto.

La Divulgación científica en México

Si bien es cierto que la cultura científica en México existe, carece de enfoque, está llena de matices y contrastes entre los que hacen ciencia (científicos e instituciones) y el público (ciudadanos comunes y corrientes). En “Historia y divulgación de la ciencia en México”, Consuelo Cuevas defiende la idea de que en nuestro país hubo divulgación de la ciencia desde hace mucho y que cada institución y sociedad científica tuvo sus publicaciones, además se reconoce el papel de importantes divulgadores de la ciencia como Alzate y Bartolache ,  pero no es sino hasta la primera mitad del siglo XX, cuando las condiciones políticas y económicas permiten que haya un avance importante en la ciencia mexicana.

Ana María Sánchez Mora, se basa en dos documentos esenciales para narrar brevemente la historia contemporánea de la divulgación mexicana: La divulgación de la ciencia en México: una aproximación, de Guadalupe Zamarrón, y Experiencias de la divulgación de tecnología y ciencia en México (COSNET-CONSEJO DEL SISTEMANACIONAL DE EDUCACIÓN TECNOLÓGICA). A partir de estas publicaciones podemos ubicar la influencia de la etapa post-Sputnik, el surgimiento en nuestro país de una divulgación científica, la cual comienza a independizarse de la docencia y de la noción que se tiene sobre lo que realmente “hace un científico”. El pionero de esta visión es sin duda Luis Estrada, quien más tarde se convertiría en uno de los personajes más importantes de este “quehacer”. Fundador de la revista Naturaleza y actual director del Departamento de Ciencias en la Dirección de Difusión cultural de la UNAM. Siguiendo con esta narrativa histórica, la autora hace referencia a un sin número de revistas científicas mexicanas e internacionales, sus avances y retrocesos así como sus políticas de divulgación, dirigidas cada una a diferentes estratos sociales y culturales.

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