Disfunción sexual general (frigidez)

Disfunción sexual general (frigidez)

        La disfunción sexual general, lo que se suele denominar frigidez, es la más grave de las inhibiciones femeninas; la mujer generalmente disfuncional extrae poco o ningún placer erótico de la estimulación sexual, se halla vacía de sentimientos sexuales. En el nivel fisiológico puede no mostrar ningún signo de vasocongestión genital en respuesta a la estimulación sexual, o que responda solo con una ligera lubricación a los estímulos mecánicos del falo dentro de su vagina.

        Muchas mujeres consideran la experiencia sexual como un castigo, aunque varían en la intensidad de esta aversión. Algunas soportan el contacto sexual para mantener sus relaciones interpersonales, otras que realmente repelen el contacto sexual y un tercer grupo de mujeres, que no experimentan sentimientos eróticos en respuesta a la estimulación sexual, pero que son capaces de gozar de los aspectos físicos no eróticos del contacto sexual como el contacto y la intimidad que entraña el coito.

        Las pacientes que sufren de una inhibición sexual general suelen ser también inorgásmicas. Se ven pacientes (bastantes raros) que no tienen sentimientos eróticos ni signos fisiológicos de excitación, pero que tienen fácilmente el orgasmo una vez iniciado el acto sexual o la estimulación clitorídea. Tales mujeres pueden tener el orgasmo sin ninguna lubricación aparente.

        Las pacientes que padecen disfunción sexual general se dividen en:

1. La mujer que sufre de frigidez primaria, que nunca ha experimentado placer erótico con ningún compañero y en ninguna situación

2. La mujer que sufre de frigidez secundaria, habiendo respondido en alguna ocasión a la estimulación sexual, en mayor o menor medida. Algunas de estas pacientes secundariamente disfuncionales dejan de responder sexualmente solo en situaciones específicas.

Reacciones a la disfunción sexual general

        La respuesta de las mujeres ante una inhibición sexual oscila desde el sentirse muy desgraciadas hasta la aceptación de su estado.

        Algunas mujeres pueden prestar su cuerpo para realizar el coito, aceptándolo sin rencor, pero otras van acumulando un fuerte antagonismo frente al sexo, una intensa hostilidad hacia su pareja. La situación evoca con frecuencia sentimientos de odio a sí misma y depresión. Lo mas común es que tales mujeres sientan miedo de rehusar abiertamente el hacer el amor. Muchos hombres aceptan esta falta de respuesta de su compañera como algo normal, porque se ciñe a sus expectativas culturales.

        Las diferencias entre los dos sexos en cuanto a la reacción psicológica ante la disfunción sexual están determinadas culturalmente. En muchos segmentos de nuestra propia sociedad sigue persistiendo el punto de vista de que el papel de la mujer de la sexualidad consiste en dar placer a su marido y traer hijos al mundo.

        La actitud psicológicamente hacia la privación sexual es la que produce problemas emocionales, es decir, si se renuncia conscientemente a la gratificación, y se siente motivado a aceptar una vida no sexual, no tienen porque sentirse encolerizado y frustrado por esta privación, si no que es posible que sublime y suprima las ansias sexuales sin ningún trauma psicológico visible.

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