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DxSeis Tesis Sobre El Sistema Mundial


Enviado por   •  15 de Agosto de 2012  •  3.704 Palabras (15 Páginas)  •  662 Visitas

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Seis tesis sobre el sistema mundial, la dependencia, la globalizacion y el desarrollo

Heinz R. Sonntag1

El presente trabajo, antes que el resultado de una investigación histórico-teórica y conceptual reciente, es más bien la síntesis sistematizada de hallazgos y conocimientos que he venido desarrollando, ampliándolos, durante los últimos - digamos - 25 años de mi quehacer académico e intelectual, por lo tanto también en permanente evolución hacia el futuro. Ello explica tanto la extensión del título como la forma de presentación. Quise resumir en el primero los principales temas de preocupación y opté por las tesis porque permiten condensar al máximo la argumentación y no pretenden validez “eterna” sino para el momento en el cual están siendo elaboradas, consciente como estoy que el conocimiento que producimos los científicos sociales está condicionado por, y circunscrito a, las situaciones histórico-sociales en las que se genera.

Primera tesis:

El descubrimiento de que el sistema de la economía del mercado capitalista funciona, desde sus inicios en el largo siglo XVI (F. Braudel), en atención a una tendencia creciente a su mundialización económica y simultánea particularización sociopolítica, no es ni muy reciente ni muy revolucionario. Usado en la práctica por los colonializadores y comerciantes, guerreros y administradores coloniales en los siglos XVI y XVII (y posteriormente), fue formalizado en teoría por la economía política clásica de finales del siglo XVIII (y de sus antecedentes) y se manifestó en las obras de muchos de sus autores, por ejemplo Adam Smith y David Ricardo, pero estaba también presente en la sociología positivista de Auguste Comte (aunque bajo el nombre de la civilización moderna y restringido a Europa Occidental). El que haya sido críticamente reformulado por Marx y Engels, primeramente en el Manifiesto Comunista (1848/s.f.) y después en la amplia literatura de Marx en su crítica a la economía política burguesa, no le otorgó carácter explosivo, como tampoco lo hicieron las distintas versiones de la teoría del imperialismo. Las diferentes sociedades y sus Estados incorporaron la conciencia acerca de ese descubrimiento de la mundialización en sus prácticas colectivas y sus políticas económicas, de modo tal que la misma podía contribuir a su propia evolución, consolidación y legitimación (Wallerstein, 1988; Ferrer, 1996). Ello se evidencia con el auge del comercio exterior y su creciente importancia para las economías “nacionales” pertenecientes a la economía-mundo europea en los siglos fundacionales del capitalismo y es emblemáticamente visible cuando los pueblos latinoamericanos iniciaron, a comienzos del siglo XIX, la era de la “liberación nacional” que, a la postre, iba a terminar tan sólo a finales de la década de los sesenta del siglo XX: todas las sociedades y sus Estados se amoldaron al sistema mundial, dependiendo la forma (económica, política, sociocultural) concreta de tal inserción del momento concreto que dicho sistema vivía en el momento de la respectiva independencia. En América Latina, al igual que posteriormente en otras partes del mundo colonializado, el deseo de lograr una mejor ubicación en la economía global fue incluso un motivo de peso para luchar por la disolución del vínculo colonial.

Segunda tesis:

Este sistema mundial se inició como una economía-mundo ubicada en Europa Occidental y no se diferenciaba como tal de otras economías- mundo previas y simultáneas: abarcaba un espacio geográfico cla- ramente circunscrito, funcionaba según determinados principios económicos y tenía un centro, una semiperiferia y una periferia. Pero los principios económicos que la regían le otorgaban una dinámica particular que la obligaba a la expansión cualitativa y cuantitativa interna y externa, esto es: hacia la transformación de las sociedades que estuvieron en su área de influencia y hacia otras economías-mundo incorporándolas (Wallerstein, 1974, passim). Dichos principios podían y pueden conceptualizarse en la relación-capital, o sea la relación entre el capital y el trabajo asalariado, y resumirse en la férrea ley de la acumulación de capital por la acumulación, es decir: para fines no distintos a la propia acumulación. Hubo varias ondas de expansión interna y externa: la primera, como ya señalé, el largo siglo XVI, una segunda a partir de la Primera Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII, una tercera con la Segunda Revolución Industrial a finales del siglo XIX (cuando esta economía-mundo se transformó en el sistema mundial), una cuarta después de la Segunda Guerra Mundial, según algunos analistas una quinta en la actualidad, lo cual destaca el carácter cíclico de la evolución de este sistema, aunado al hecho de que entre onda y onda (y a veces dentro de una misma onda) se dieron períodos de contracción. Cada onda implicaba e implica cambios más o menos radicales y profundos en el interior de las sociedades, para empezar en la forma de la relacióncapital, e incorporaciones de ámbitos geográficos y socio-civilizacionales hasta entonces quedados al margen de las expansiones anteriores, cambios e incorporaciones que sin embargo no modifican en nada lo esencial de la ley señalada. Sobre la marcha de este proceso se acentuó una característica que le es propia a esta economía-mundo: su ley básica (incluyendo sus implicaciones sociales y políticas) hace que deba funcionar como sistema económico único en múltiples espacios territoriales distintos: los Estados-nación, razón por la cual - dicho sea de paso - se puede y debe distinguir analíticamente entre el sistema económico mundial y el sistema inter-Estados. Ello es así porque la cadena de mercancías como cadena de producción repartida en diferentes economías “nacionales” es el vehículo de la acumulación (Wallerstein, 1988). En otras palabras, el sistema económico mundial tiene una dinámica propia dentro de la cual las prácticas de los actores colectivos, especialmente de las burguesías, y las políticas de los Estados-nación constituyen im- portantes instrumentos para mantener la acumulación, tanto en lo referente a sus condiciones como en lo que atañe a su continuidad. Es por ello que la historia del actual sistema histórico-social es también la historia de las luchas por las hegemonías económica y sociopolítica dentro del mismo, esto es: por las posiciones (económicas, sociales, políticas, militares, culturales) desde las cuales se pueden decidir la direccionalidad y la distribución de la acumulación. Estas luchas le dan al sistema histórico una dinámica paralela a, e imbricada con, la de la acumulación.2

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