ENERGIA Y AMBIENTE

Entrando en materia sabemos que con el desarrollo de la humanidad a lo largo de los siglos. El consumismo fue aumentando de manera acelerada tanto así que podemos decir que al nivel mundial los impactos negativos son significativos debido al crecimiento socioeconómico de las naciones por el aumento de la población mundial, que alcanzaría los 9.100 millones para el año 2050.

Las abundantes reservas mundiales de combustibles fósiles hacen suponer que este recurso seguirá siendo utilizado durante muchos años. No obstante existe un límite que impone la protección y cuidado del ambiente ante la amenaza del Calentamiento Global.

Gracias a Dios muchos países han adoptado ciertas medidas de ahorro de energía, como también mecanismos con finalidad de ofrecer servicios de energía renovables.

Durante el siglo XX, el paradigma energético dominante se centró en producir energía, en cantidad abundante y de buena calidad. El efecto de su producción a gran escala no fue motivo de preocupación ambiental hasta fines de la década de los ochenta. Es claro que sin fuentes energéticas abundantes no hubiera sido posible sostener el ritmo de crecimiento económico mundial y alcanzar el grado de calidad de vida actual. Sin duda ese paradigma fue, en su momento, acertado. Gran parte de los avances logrados internacionalmente en el cuidado de la salud, en la medicina, en las comunicaciones, en la producción de alimentos, entre otros beneficios, se deben al uso extensivo de las fuentes energéticas basadas principalmente en el uso de los llamados recursos fósiles: carbón, gas natural, petróleo y sus derivados.

Sin embargo, en la actualidad estos recursos se encuentran en el “banquillo de los acusados”. Son los principales responsables de las emisiones de dióxido de carbono, un gas que contribuye a aumentar el Efecto Invernadero y una amenaza a la estabilidad del clima del planeta. No obstante, es difícil creer que las principales naciones del mundo los remplacen de forma inmediata.

El consumo energético mundial seguirá aumentando sin cesar, tanto por el crecimiento socioeconómico de las naciones como por el mayor consumo per cápita de la población mundial.

La conciencia social sobre el consumo de energía

A diferencia de la llamada conciencia ambiental que maduró en la sociedad durante siglos, la preocupación internacional por la cuestión energética se instala en la opinión pública hace sólo unos pocos años. Y se instala de dos maneras: A) tomando conciencia de que la explotación de los recursos energéticos tiene un límite; B) comprendiendo que el ambiente está en riesgo frente al consumo descontrolado de los recursos fósiles.

Por eso que le traigo 5 maneras que podemos contribuir en reducir el consumo de energía en nuestras casas, trabajo, etc.

1. En los puntos de luz que estén encendidos más de una hora al día, instale lámparas de bajo consumo o tubos fluorescentes.

2. No elijas aparatos más grandes ni más potentes de los que necesites. Los microondas y las ollas a presión ahorran energía.

3. El mantenimiento adecuado y la limpieza de los electrodomésticos prolonga su vida y ahorra energía.

4. Cuando termines de utilizar un televisor o un equipo ofimático, es conveniente apagarlo totalmente. Si te ausentas brevemente, bastará con apagar el monitor.

3. Abre las cortinas durante el día para que entre el sol por las ventanas. En las oficinas usa los espacios cercanos a las ventanas para la realización de las actividades más intensas, como el trabajo en computadora, contabilidad, etcétera y reserva los espacios menos iluminados para actividades temporales: reuniones con tu equipo o con tus clientes.

Conclusiones

No podemos prescindir de la

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