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El Concepto De Etica

tamyper8126 de Agosto de 2013

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El concepto de ética. Ética y Moral. Principales teorías éticas. Etica, Bioética y Derecho

Por Carlos Burger

1. Concepto de Etica. Etica y Moral

Una aproximación al concepto de Bioética implica necesariamente distinguir conceptos básicos que son aportados desde la Filosofía. Es común confundir a la Etica con la Moral, es decir con un conjunto de prescripciones, pautas obligatorias, que obedecen a un modelo de humanidad.

La ética se distingue de la moral, en principio, por no atenerse a una imagen de hombre como ideal por un grupo social determinado. El tránsito de la moral a la ética implica un cambio de nivel reflexivo, se trata de una reflexión

filosófica acerca de la moral que sólo en forma mediata podrá orientar al ser humano en sus conductas. La ética

tiene que habérselas con un hecho peculiar e irreductible: el hecho de que nuestro mundo humano resulte incomprensible si eliminamos esa dimensión a la que llamamos moral.

La ética a diferencia de la moral, tiene que ocuparse no de un modelo moral sino de “lo moral”, sin limitarse a una moral determinada. La reflexión ética constituye un metalenguaje filosófico con respecto al lenguaje moral y por lo tanto no es objeto de la ética aumentar el número de prescripciones morales. No es su objetivo introducir nuevos contenidos morales, sino proporcionar aquel procedimiento lógico que permita discernir cuándo un contenido conviene a la forma moral. Justificar racionalmente las pretensiones formales de la moralidad, mediante juicios que sólo la realidad moral descubre, es la tarea que confiere a la ética un lugar entre los saberes como saber autónomo.

Sin embargo, que la ética no tenga por objeto dar prescripciones morales, no implica que los conceptos mediante los cuales concibe su objeto, formen juicios carentes de sentido. El concepto del hombre como fin en si mismo no es prescriptivo sino canónico, consiste en una afirmación de la realidad, es un cánon de conducta para quienes quieran ser fieles a su propia humanidad (ética trascendental de Kant). La renuncia a obedecer el mandato implica la incoherencia de la conducta de quien obra , en tanto que hombre.

La tarea de la ética consiste en esclarecer la razón suficiente de la moralidad, es decir, su fundamento a la luz de los fines, por ello es necesaria su inserción en la filosofía.

El quehacer ético consiste, pues, en acoger el mundo moral en su especificidad y en dar reflexivamente razón de él, con objeto de que los hombres crezcan en saber acerca de sí mismos y, por lo tanto, en libertad.

La conciencia que nuestra época tiene de moralidad no es unitaria. A través de ella se expresan valoraciones diversas que en ocasiones parecen rayar en la disparidad y situar al ético en las puertas del relativismo.-

A pesar de todas las heterogeneidades, a pesar del derecho a la diferencia, existe una base moral común a la que nuestro momento histórico no está dispuesto a renunciar en modo alguno y que, a su vez, justifica el deber de respetar las diferencias. A la altura de nuestro tiempo, la base de la cultura que se va extendiendo de forma imparable, hasta el punto de poder considerarse como sustento universal para legitimar y deslegitimar instituciones nacionales e internacionales, es el reconocimiento de la dignidad del hombre y sus derechos; el techo de cualquier argumentación práctica continúa siendo aquella afirmación kantiana de que el hombre y en general todo ser racional, existe como fin en sí mismo.

El escepticismo o relativismo resultan en verdad insostenibles en la vida cotidiana, porque nadie puede actuar creyendo realmente que no existen unas opciones preferibles a otras, o que la maldad del asesinato y la tortura dependen de las diferentes culturas.

El interés por el bien de los hombres concretos, motor objetivo de la ética, ha ido expresándose de diferentes modos. Dos preguntas han desvelado a la ética: qué podemos hacer para ser felices?. Qué debemos hacer para que cada hombre pueda alcanzar la felicidad?

La pregunta por la felicidad, surgida especialmente en el pensamiento griego, indica que lo que realmente importa a la ética es la vida feliz. Pero siendo que este proyecto no puede ser igual para todos los hombres, habida cuenta que cada hombre posee una constitución psicológica diferente y su plenificación será diferente, la discusión se desplaza al ámbito del deber. Frente al utilitarismo que propugna la felicidad como objeto y aboga por satisfacer las aspiraciones de toda la creación sentiente, cabe recordar que la supervivencia de unos seres vivos exige irremediablemente el sacrificio de otros; que sólo existe un ser cuya autonomía es fundamento de deberes universalmente exigibles: sólo las personas en virtud de su autonomía, tienen que ser universalmente respetadas y asistidas en su ansia de felicidad.

Hoy en día el eje de la reflexión ética se ha desplazado, conjugando la felicidad y el deber por medio del diálogo.

Aunque el elemento vital de la moralidad sigue siendo la autonomía (habida cuenta que es el principio que permite a cada hombre designar su proyecto de vida), tal autonomía no se entiende ya como ejercida por individuos aislados, sino como realizable a través de diálogos intersubjetivos, tendientes a dilucidar cuál sea nuestro bien, porque es errado concebir a los hombres como individuos capaces de acceder en solitario a la verdad y al bien.

Tal vez por estas razones las filosofías morales más relevantes de nuestro tiempo, tanto liberales (Rawls) como socialistas (Apel, Habermas, Heller) centran su atención en el diálogo.

2. Tendencias éticas actuales: Principales teorías

A continuación se exponen las principales tendencias éticas contemporáneas:

Utilitarismo: El utilitarismo es la más antigua de las doctrinas éticas hoy receptadas en posiciones contemporáneas. Su nacimiento se ubica en la Grecia de Epicuro, en una época de crisis sociopolítica como lo fue el final del siglo IV a.J.C. La pregunta moral que identifica a esta teoría es: qué ha de hacer el hombre para ser feliz?. Esta pregunta no es exclusiva del epicureismo, pero la respuesta sí es característica de esta escuela: puesto que lo que de hecho mueve a cualquier hombrea actuar es el deseo de placer y la huída del dolor, la felicidad se identifica con el placer: la bondad de una acción se mide por la cantidad de placer que puede proporcionar. De este modo, el utilitarismo epicúreo se configura como un hedonismo individualista, cuya fundamentación descansa en una constatación psicológica: que el móvil de la conducta de los seres vivos es el placer, de lo que se infiere que la felicidad consiste en el máximo placer posible.

Mucho más modestas que las doctrinas utilitaristas clásicas, hoy en día las teorías contemporáneas se limitan a constatar en principio un hecho irrebatible en que fundamentar el mundo moral: el hecho de que los hombres nazcan con deseos o aspiraciones. A este nivel el derecho de cada hombre descansa en el hecho de tener aspiraciones o intereses y maximizar la satisfacción de los mismos constituye la tarea moral.

Existen obstáculos para la realización de este objetivo que radican precisamente en identificar que no todo lo aspirado o deseado individualmente es de posible realización, especialmente por las consecuencias que ello puede implicar para una comunidad o ámbito social determinado. Asimismo teorías psicológicas, especialmente estructuralistas y diversas escuelas psicoanalíticas critican esta posición, esbozando la idea de que no siempre el hombre se identifica con el placer y no necesariamente sus aspiraciones necesariamente conducen a la felicidad. Desde esta perspectiva se puede identificar al utilitarismo no tanto con la realización del placer sino con la posible realización de los intereses del hombre, sea cual fuere dicho interés, siendo su principal exponente el respeto por el principio de autonomía.

Sin embargo las teorías éticas actuales se orientan más hacia un discurso moral en el cual se busque no satisfacer los intereses individuales, sino en todo caso los sociales. Este es el ingrediente que añade el utilitarismo inglés. Se habla en este caso de hedonismo social, no individual, construido sobre dos hechos: 1) que los seres vivientes desean el placer (hedonismo) y 2) la constatación de que en los hombres no sólo existen sentimientos egoístas, sino también altruistas, sentimientos sociales de los que, una vez cultivados, un hombre no querría prescindir, y que le muestran que el fin último no es el placer individual sino social.

Dos son las grandes dificultades que se le atribuyen al utilitarismo: 1) que en el intento de organizar los deseos y aspiraciones de todos los hombres, buscando el mayor bien posible, se puede corroborar precisamente el conflicto de intereses entre ellos por querer imponer sus propias aspiraciones y la diversificación de las mismas. Se trataría entonces de vislumbrar cuál de todos los intereses individuales goza de tal entidad como para identificarse como posible interés social y poder precisamente resolver la posible colisión entre los intereses de cada individuo entre sí y los sociales. Un ejemplo de estas características lo menciona Cornelius Castoriadis en “El avance de la Insignificancia”. Planteando un posible replanteo de los valores y al revisión de discursos bioeticistas que propugnan la autonomía a ultranza, se plantea si es ético que el Estado invierta en miles de francos para satisfacer los deseos de paternidad de cada individuo mediante tratamientos de fertilización asistida cuando existen por otro lado carencias fundamentales en la salud pública que podrían ser satisfechas

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