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El Origen De Las Especie

paulaaaat5 de Marzo de 2012

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apítulo V. Desarrollo de las facultades morales e intelectuales en los tiempos primitivos y en los civilizados.

Las facultades morales e intelectuales progresaron por la acción de la selección natural; luego se perfeccionaron, y por fin se hicieron hereditarias. El gran éxito de la enorme expansión del hombre se debe, principalmente, aunque no exclusivamente, a las facultades intelectuales. El progreso de éstas fue ayudado y modificado de manera importante cuando los antecesores del hombre se hicieron sociales. Las cualidades sociales “han de haber sido adquiridas por los antecesores del hombre (...) por selección natural, unida al hábito hereditario” (p. 135): unas tribus con mayor número de individuos valerosos dispuestos a ayudarse, habrían obtenido más fácilmente la victoria sobre otras menos valientes. Pero el origen de las virtudes sociales y su desarrollo tenía un estímulo que Darwin concreta en la aprobación y censura de nuestros semejantes. Esto actuaba sobre los instintos sociales, adquiridos por selección natural, en un período que permanece en la incógnita. El sentido moral o conciencia “es un sentimiento complicado que nace de los instintos sociales; está principalmente dirigido por la aprobación de nuestros semejantes; lo reglamenta la razón, el interés, y en los tiempos más recientes, los sentimientos religiosos profundos; y lo fortalece la instrucción y el hábito” (p. 138).

En la segunda mitad del capítulo, el autor analiza la acción de la selección natural en las naciones civilizadas. Sostiene que cuando el nivel moral era rígido la selección obraba débilmente, pues las normas morales determinan castigos que impiden todo cambio social. Un importante obstáculo se opone al progreso de los hombres de una clase superior, y consiste en el hecho de que los individuos prudentes se casan más tarde para procurar mejor su subsistencia y la de sus hijos, mientras que los individuos disolutos se casan en una edad temprana, con lo que tienen un número mayor de hijos. Darwin señala más adelante que la Iglesia habría tenido una influencia funesta, pues en las épocas pasadas los hombres distinguidos por su inteligencia sólo encontraban refugio en ella, donde se exigía el celibato; y la Inquisición quemó o encarceló a los hombres dotados de un espíritu más independiente y atrevido. De donde “el

mal que ha causado así la Iglesia católica es incalculable” (p. 152). Piensa que la selección natural procede de la lucha por la existencia, y ésta de la rapidez de la multiplicación; de aquí resulta que la nación dotada de individuos cuya descendencia fuese de inteligencia elevada prevalecería sobre las demás. Pero el combate por la vida que lleva inevitablemente a la lucha, produce en las naciones civilizadas la miseria; por eso, Darwin al final prefiere que el crecimiento de la población disminuya: “es imposible que no deploremos amargamente (...) la velocidad con que el hombre tiende a crecer en número” (p. 153).

Capítulo VI. Afinidades y genealogía del hombre.

En este capítulo clasifica a los primates atendiendo a similitudes morfológicas de diversos caracteres, y establece su relación con el hombre. Establece los grupos Catarrino o monos del Viejo Mundo, y el Platirrino para los monos del Nuevo Mundo. El hombre estaría situado dentro de los Catarrinos, por lo que considera que representa una “ramificación del tronco simiano del antiguo mundo” (p. 170). Dentro del grupo Catarrino, el gorila, chimpancé, orangután e Hylobates, representarían un subgrupo a se (subgrupo antropomorfo), con el que el hombre comparte grandes semejanzas.

Los Catarrinos y Platirrinos proceden de un antecesor común del que divergieron; y los antecesores del hombre divergieron del tronco Catarrino. “Por otros rasgos particulares, tales como la falta de callosidades y de cola, y la apariencia general, podemos deducir que el hombre debe su origen a algún antiguo miembro del subgrupo antropomorfo” (pp. 170-171).

La parte final del capítulo describe las líneas evolutivas desde animales inferiores: el hombre pertenece a los mamíferos con placenta; éstos debieron provenir de los sin placenta o marsupiales; y todos los miembros del reino de los vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) derivaron de algún animal pisciforme, pues la clase de los peces es la más baja por su organización y antigüedad.

El mundo se habría ido preparando para la aparición del hombre, que debió su nacimiento a “una larga serie de antecesores. Si un eslabón de esta cadena no hubiese existido, el hombre no sería exactamente lo que es ahora” (p. 187).

Capítulo VII. Las razas humanas.

En este capítulo, Darwin rechaza la idea de quienes consideran las razas humanas como especies distintas. Según él, todas las razas humanas descienden de un tronco primitivo, del que poco a poco se habrían ido diferenciando. Prueba de ello es la semejanza en la conformación corporal y en las costumbres. Sin embargo, sostiene que ese tronco surgió de un antepasado simiesco, que poco a poco se fue haciendo humano. Tratar de saber en qué momento preciso surgió el hombre es —según Darwin— un asunto sin importancia e imposible de fijar.

Las últimas páginas del libro las dedica a estudiar las causas que originaron las distintas razas, con argumentos simplistas. Entre esas causas, la selección sexual desempeñó un papel importante.

2. SEMBLANZA Y OBRAS DE DARWIN

El 12 de febrero de 1809 nacía Charles, quinto de los seis hijos del matrimonio entre Róbert Darwin y Susannah Wedgwood, una acomodada familia inglesa.

La universidad de Edimburgo albergó algún tiempo a Charles mientras cursaba estudios de medicina, pero a causa del escaso interés que manifestaba, su padre pensó orientarlo hacia la carrera eclesiástica de la Iglesia anglicana. La decisión de hacerse pastor nunca fue revocada formalmente por Charles, pero de hecho fue abandonada; a los 22 años de edad se embarcó en el Beagle, en calidad de naturalista, para dar la vuelta al mundo.

Los casi cinco años de viaje fueron determinantes para su vida y carrera. Recorrió América Meridional y del Sur, Nueva Zelanda, Australia y Tasmania; se acercó de nuevo a Brasil, y por Cabo Verde y Azores volvió a Inglaterra. Durante esos años de observación directa y estudio meticuloso de la naturaleza acumuló una ingente cantidad de datos que utilizaría para elaborar su teoría de la evolución.

Desde 1839, fecha en que se casó, hasta su muerte, en 1882, pasó toda su vida en una casa de campo de Down (Kent). Los 20 primeros años de este período los dedicó a la elaboración de El origen de las Especies, que vio la luz en 1859, alcanzando una influencia filosófica y científica que ni el mismo autor jamás hubiera sospechado.

Su método de trabajo, desde 1837, seguía las directrices de Lyell en geología, y de Bacon en filosofía. En 1838 leyó la obra de Malthus Essay on the Principles of Population, que le sugirió la importante idea de “la lucha por la existencia”. Veinte años después, desde el archipiélago malayo, recibió un manuscrito de A. Wallace, On the Tendency of Varieties to depart indefinitely from the Original Type, que contenía una teoría de la evolución idéntica a la suya. La embarazosa situación se resolvió con una presentación conjunta de los trabajos de ambos autores a la “Linnean Society”, en 1858. Darwin publicó en 1859 On the Origin of Species by Natural Selection, con una edición de 1.250 ejemplares vendidos en un solo día.

Entre otras obras escribió: Diario (1839), Observaciones geológicas (1842-46), Un trabajo sobre Cirrípedos (1851 y 1854), Fecundación de las orquídeas por obra de los insectos (1862), Las plantas insectívoras (1875), Efectos de la fecundación cruzada y propia (1876), etc. En 1871 y por segunda vez en 1874 apareció El Origen del hombre y la selección en relación con el sexo, y de 1872 es La expresión de los sentimientos en el hombre y en los animales.

3. LA TEORIA DE LA EVOLUCIÓN DE DARWIN

Antes de la aparición de las teorías evolutivas, era corriente pensar que las especies vivientes habían sido creadas directamente por Dios. Al observar diversas peculiaridades, ya expuestas en el resumen de la obra, Darwin propuso que las diversas especies eran el resultado de la evolución, que había operado por el mecanismo de la selección natural.

Lamarck y otros autores anteriores a Darwin ya habían defendido la evolución; sin embargo, nadie como él dio a tal teoría una documentación científica tan completa. También con anterioridad

fue enunciado el mecanismo de selección natural; pero sólo Darwin afirmó claramente que el factor principal de la evolución era la adaptación pasiva mediante la selección natural. Tan solo Wallace coincidió en destacar explícitamente el papel de la supervivencia de los más aptos en la especiación.

La evolución darwinista presentaba dos fases. En la primera surgen novedades, “variaciones”, cuyas causas Darwin no conocía con certeza. Entre esas variaciones, unas eran favorables y otras nocivas. La segunda fase se caracteriza por la intervención de la selección natural, que él entendía como lucha por la existencia: sólo las variaciones favorables triunfan, porque las nocivas son eliminadas en el proceso de lucha por la supervivencia realizado por todas las especies. Hay lucha, sostiene Darwin, porque las especies dejan una prole numerosa, mientras que los recursos para subsistir son mucho más reducidos.

También pensaba que las variaciones eran de algún modo acumuladas y fijadas, pudiendo entonces ser transmitidas a toda la descendencia.

La teoría de la selección sexual, complemento

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