El cambio climático
ana214Informe6 de Junio de 2014
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Para desarrollar estos comportamientos se necesitan dos condiciones previas,
la motivación y la competencia (Castro, 2006) . En primer lugar la motivación
se refiere al deseo de actuar en una dirección, la cual está determinada
por la norma social predominante en nuestro entorno y cómo ésta es aceptada
por cada persona (en nuestro caso una cultura basada en el uso de los combustibles
fósiles y el derroche energético y de consumo de recursos) y nuestras
actitudes y creencias personales (la información de la que disponemos
sobre las causas y efectos, los valores proambientales que desplegamos...)
En cuanto a percepciones y conocimientos hay que tener en cuenta cuestiones
que dificultan una visión adecuada del problema. Por un lado la enorme
escala del problema incorporando conceptos complejos como: planeta,
atmósfera, tiempo..., la dificultad para comprender el impacto del aumento
global de temperatura y los cambios climáticos estimados, la diferenciación
entre las cuestiones meteorológicas y de cambio global, el conocimiento de
los impactos presentes y futuros sobre los sistemas sociales y ambientales,
la dificultad para entender los costes económicos estimados de los cambios
globales..., por señalar sólo algunas cuestiones.
En el ámbito de las actitudes y valores hay que señalar que nuestra inserción
en una cultura del consumo, la acumulación y el derroche dificulta la
adopción de actitudes sostenibles, facilitando en ocasiones la trivialización
y la minimización del problema (por ejemplo el calentamiento global no es
percibido como algo negativo en algunos países del norte).
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En segundo lugar la competencia para la acción es una función de nuestras
capacidades personales para actuar (la formación en estrategias de intervención
ambiental por ejemplo), la percepción de autoeficacia de nuestro
comportamiento (con la dificultad añadida de un problema de escala planetaria
que depende del comportamiento acumulado de mucha gente) y de las
oportunidades que ofrece el contexto para actuar, y como percibimos esas
oportunidades, incluyendo aquí tanto barreras como facilitadores (por ejemplo
disponer de tecnología de bajo consumo energético).
Así que las posible decisiones comportamentales dependen de que las
personas quieran (motivación) y puedan actuar (competencia). Y estas dos
direcciones deben ser reforzadas explícitamente y coordinadamente desde
los programas de comunicación ambiental.
De forma resumida podríamos concretar tres metas de la comunicación
frente al cambio climático, que se extraen de este modelo, teniendo en cuenta
que el objetivo de cambio comportamental es finalista, es decir que los objetivos
cognitivo y actitudinal tienen sentido en tanto en cuanto puedan soportar
tomas de decisión sostenibles.
1. Cognitivo: Informar sobre el problema del cambio climático sus causas
y efectos
2. Actitudinal: Fomentar actitudes y valores de preocupación social sobre
los cambios ambientales globales
3. Comportamental: Promover acciones que posibiliten la adopción de
comportamientos individuales e institucionales de reducción de gases
de efecto invernadero y acciones de sensibilización a otros y de presión
política y económica.
Los actores sociales de la comunicación ante
el cambio climático
Contribuir a la resolución de un problema ambiental de escala planetaria
es una responsabilidad de todos los actores sociales. Por ello es realmente
necesario analizar los comportamientos emisores de GEI de los diferentes
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