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Ensayo - Sección Áurea

Sección ÁureaEnsayo19 de Octubre de 2015

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¿Cuántos quisieran ser energía y poder existir libres de la corporalidad? Así piensan muchas personas, sin considerar que la energía no es una sustancia mágica que existe más allá de las leyes naturales. Sin embargo, la verdad es que más que materia, somos energía.

Ya Albert Einstein nos enseñó, con la fórmula más famosa del mundo, que materia y energía son equivalentes. La fórmula dice que la energía es igual a la masa multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado (entendiendo que masa es la cantidad de materia en cuestión).

La velocidad de la luz es un número enorme: 300 mil kilómetros por segundo. Esa famosa fórmula encierra un secreto: un solo gramo de materia equivale a 25 millones de kilowatts-hora, o bien unas 22 mil millones de kilocalorías.

Pensemos ahora en la materia, la cual está hecha de átomos. En el núcleo del átomo se encuentran los protones y los neutrones, los cuales poseen una cantidad de masa muy similar. Alrededor del núcleo orbitan los electrones. La masa de un electrón es unas 1,800 veces menor a la de un protón. O sea que para fines prácticos podemos considerar que toda la masa de un átomo está en el núcleo.

Resulta ser que cada protón y neutrón están conformados por partículas más pequeñas, llamadas quarks. Tres de estos quarks forman un protón (o un neutrón). Suena lógico pensar que la masa de un quark es la tercera parte de la masa de un protón, sin embargo no es así. Viene la naturaleza, desde las profundidades del ser, a romper nuestro sentido común: la masa de los tres quarks es apenas el 1% de la masa del protón… ¿De dónde sale lo que hace falta? Ese 99% faltante es energía.

La teoría de la física que nos cuenta las andanzas de los quarks se llama Cromodinámica Cuántica. Para que tres quarks formen un protón necesitamos que exista una fuerza que los confine y los mantenga juntos. Esa fuerza es la denominada Fuerza Fuerte, una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza (las otras tres son: la fuerza débil, la electromagnética y la gravedad).

Los quarks sienten la fuerza fuerte a través del intercambio de las partículas llamadas gluones. El gluón es el portador de la fuerza fuerte, es una partícula que no tiene masa, pero posee energía en virtud de su movimiento, la que llamamos energía cinética.

Bajo la luz de la Cromodinámica Cuántica, un protón es un enjambre de gluones que proveen la energía que enlaza a los tres quarks, mismos que revolotean en un volumen de espacio tan pequeño que nuestra mente no logra tan siquiera imaginar. Esa energía de enlace junto con la energía cinética del enjambre de partículas forman el 99% de la masa del protón. La fórmula de Einstein cobra vida, la energía es materia.

En otras palabras, la masa del protón (o neutrón) es 99% energía. Ahora recordemos lo que dijimos antes, que la masa del átomo está concentrada en el núcleo y que el núcleo es un conglomerado de protones y neutrones. La conclusión es inevitable, sorprendente e inquietantemente hermosa: el 99% de la materia habitual es energía. Nuestro propio cuerpo, hecho de la ordinariedad de la materia, es 99% energía.

La cotidianidad de nuestra existencia aloja en nuestras mentes ideas y memorias útiles para el vivir del día a día. Nos dice que lo material es sólido, duro, contundente, se puede agarrar, se puede golpear, tiene peso. La energía es una entidad etérea, abstracta, flotante, libre de las restricciones corporales. Es el concepto más prostituido por los charlatanes que no entienden que la energía está sujeta a las mismas leyes naturales que la materia.

La ciencia nos ha revelado en los últimos sesenta años lo que ningún místico ha logrado en siglos. Si la realidad parece aburrida es culpa de los sentidos y la mente. Los sentidos por percibir poco y la mente por acostumbrarse a ello. Sin embargo, siendo

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