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FEC : Ciudadania


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  5.403 Palabras (22 Páginas)  •  401 Visitas

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Ciudadanía como posesión de derechos

El concepto de “ciudadanía” es un concepto histórico y dinámico cuyos contenidos han variado a lo largo de los tiempos. Hay consenso en definir ciudadanía como un conjunto de derechos y responsabilidades de las personas en el marco de una comunidad determinada. Pero determinar quiénes son las personas reconocidas como ciudadanas y cuáles son esos derechos y esos deberes, son asuntos sobre los que generalmente existen controversias y que dependen de contextos históricos y de relaciones de fuerza entre los distintos actores políticos que participan del juego democrático.

Actualmente existe un renovado interés por la ciudadanía. Este interés está motivado por diversos factores. Uno de ellos la preocupación por el hecho de que en las sociedades actuales la ciudadanía parece reducirse al ejercicio del voto en las elecciones periódicas de autoridades. Además, los ciudadanos no se sienten representados por los políticos a los que votan, y expresan poca confianza hacía los poderes del Estado (por ejemplo hacia el Poder Judicial), ya sea porque estos poderes no actúan en forma independiente o porque se muestran poco dispuestos a resolver los graves problemas que sufre la sociedad. Pero también este interés reconoce signos positivos. Nuevas formas de participación y de organización de sectores perjudicados por las sucesivas crisis, logros alcanzados por nuevos movimientos sociales y diversas acciones colectivas, indican el surgimiento de renovadas maneras de ejercer la ciudadanía.

Las discusiones en torno de la ciudadanía suelen aludir a la posición clásica esgrimida por el sociólogo ingles Thomas Marshall. En el año 1949, este autor escribió Ciudadanía y clase social, que tuvo mucha influencia en los pensadores dedicados a este tema. Marshall sostiene allí que la ciudadanía consiste especialmente en asegurar que cada cual sea tratado como un miembro pleno de una sociedad de iguales. La manera de asegurar este tipo de sociedad es otorgar a los individuos un número creciente de derechos de ciudadanía. Estos derechos son reconocidos por igual a todos quienes son miembros plenos de una comunidad, independientemente de la clase social a la que cada ciudadano pertenezca.

Marshall sostiene que el concepto de ciudadanía puede dividirse en tres estratos: ciudadanía legal, ciudadanía política y ciudadanía social. Cada aspecto se caracteriza por un conjunto de derechos.

La ciudadanía legal es la totalidad de derechos que tienen los ciudadanos en asuntos concernientes a la ley. Es la dimensión jurídica de la ciudadanía. Desde esta dimensión, la ciudadanía se entiende como un andamio legal que estructura las relaciones entre los individuos. Esta legalidad se expresa a través de la definición de un conjunto de derechos que son portados por quienes pertenecen a un Estado. La ciudadanía legal incluye todos los derechos civiles que están vinculados con la libertad (libertad de palabra, de asociación, de circulación, de pensamiento, de religión, de propiedad, de contrato) y que suponen la igualdad ante la ley.

La ciudadanía política incluye los derechos políticos, reconociendo el derecho al sufragio y a la participación política en carácter de elector o de dirigente.

La ciudadanía social atribuye a los sujetos el derecho a un nivel adecuado de educación, de salud, de trabajo, de vivienda y de seguridad social.

Para Marshall, el desarrollo de la ciudadanía social (es decir, de los derechos sociales) permite ampliar capacidades que habilitan a los ciudadanos para el ejercicio de los derechos políticos. Es decir, la ciudadanía social desarrolla en los individuos las capacidades necesarias para participar activamente en el terreno político. La ciudadanía política depende de la ciudadanía social porque si los individuos no tienen, por ejemplo, una adecuada educación no podrán acceder a la información necesaria que les permitirá tomar decisiones políticas o acceder a espacios públicos de discusión.

La confianza como base de la democracia y de la ciudadanía

La democracia puede ser entendida como una forma de gobierno o también como una forma de vida.

Entenderla solo como forma de gobierno es considerar su aspecto instrumental. La democracia, desde esta visión, es un procedimiento que permite resolver pacíficamente las disputas o conflictos y que los ciudadanos exijan a los gobernantes la satisfacción de sus necesidades. En general, esta manera de concebir la democracia no pone el énfasis en la participación activa de los ciudadanos. Los procedimientos de la democracia establecen que los ciudadanos deben pronunciarse periódicamente por medio del voto y controlar la acción de los representantes a través de mecanismos claramente estipulados.

En cambio, entender la democracia como una forma de vida alude al valor de la participación ciudadana como actividad intrínseca y consustancial al desarrollo de las cualidades propias del ser humano. Participar no se remite a emitir un voto “cada determinado número de años”, sino que implica actuar junto con otros con el fin de llevar a cabo un proyecto común. En este sentido, se entiende que la democracia no es solo una forma de gobierno o procedimiento de toma de decisiones políticas, sino también una forma de vida que promueve la acción ciudadana y la libertad de los individuos. Y que esa forma de gobierno se fortalece y consolida gracias a la participación activa, cotidiana y permanente de los ciudadanos.

Es claro que “democracia” como forma de gobierno y “democracia” como forma de vida no se contraponen sino que se complementan y tienen un punto en común: el gobierno debe recaer en manos de personas corrientes (los ciudadanos adultos) y no en personalidades “extraordinarias”.

La democracia descansa sobre prácticas sociopolíticas de confianza en el ciudadano y de los ciudadanos entre ellos. No se trata de una confianza en los dirigentes políticos sino en los ciudadanos y entre los ciudadanos: sobre este principio reposan las instituciones y prácticas democráticas.

Su éxito o fracaso depende de los ciudadanos y políticos, de su nivel de preparación para la participación, la gestión y la administración de los asuntos comunes.

La democracia es una antigua idea que expresa algo simple: la pretensión de dar una mayor capacidad de deliberación, pensamiento y reflexión no a personas extraordinarias, sino a la ciudadanía. La democracia entraña confianza en la capacidad de

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