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Géneros literarios y sus tipos


Enviado por   •  11 de Febrero de 2013  •  Informes  •  726 Palabras (3 Páginas)  •  360 Visitas

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blanco del camino

Buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada

Del jugador gobierna su destino,

No saben que un rigor adamantino

Sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero

(La sentencia es de Omar) de otro tablero

De negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.

¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza

De polvo y tiempo y sueño y agonías?

Genero épico

La mayor parte de ellos fueron víctimas del impetuoso Ares, y el que yo estimaba más que todos, el que salvaba de los peligros a la ciudad y a nosotros, le has matado tú cuando defendía a su patria: Héctor. Por él vengo ahora a las naves aqueas, y traigo con este objeto un rescate inmenso. Respeta, Aquiles, a los dioses y apiádate de mí en recuerdo de tu padre. Aun soy más digno de compasión, porque he tenido el ánimo de hacer lo que nadie ha hecho en la tierra: besar la mano del matador de su hijo.

Género dramático

En cuanto a ti, llegado el momento oportuno, obra con osadía. Y si ella grita en su terror; "Oh, hijo!", dile que tu padre también te ha gritado. Consuma la venganza y no temas, vierte la sangre del mal que aquí reina: mata a los asesinos de tu padre.

EG.- Vengo acá no por mi gusto: me ha hecho llamar un mensajero. Dicen que ciertos extranjeros nos traen una noticia no de desear, de que Orestes ha muerto. ¡Otra pesadumbre para esta casa ya herida y desgarrada por el infortunio tras la primera muerte! Pero, ¿será verdad? ¿No serán mujeriles fantasías, que nacen, vuelan y desaparecen? ¡Vanas ilusiones! (Al corifeo): ¿Tú qué me dices, para hacer luz en mi mente?

CORO.- Cierto que oímos la noticia. Entra mejor y pregunta directamente a los extranjeros. Un mensaje debe ser comprobado por el destinatario mismo.

Género narrativo

Una ostra estaba enamorada de la Luna. Cuando su gran disco de plata aparecía en el cielo, se pasaba horas y horas con las valvas abiertas, mirándola.

Desde su puesto de observación, un cangrejo se dio cuenta de que la ostra se abría completamente en plenilunio y pensó comérsela.

A la noche siguiente, cuando la ostra se abrió de nuevo, el cangrejo le echó dentro una piedrecilla.

La ostra, al instante, intento cerrarse, pero el guijarro se lo impidió.

El astuto cangrejo salió de su escondite, abrió sus afiladas uñas, se abalanzó sobre la inocente ostra y se la comió.

Así sucede a quien abre la boca para divulgar su secreto: siempre hay un

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